Beya Durmiente (DJ BEYA)







La literatura forja cada tanto un punto de vista distinto, en ocasiones tan disruptivo como determinante. Lo que Gabriela Cabezón Cámara logró en la nouvelle Le viste la cara a dios, tomada como base para esta obra, bien podría considerarse un giro copernicano en más de un aspecto. Saber que el disparador de su escritura fue el cuento de La bella durmiente, ya indica cuánto se tambalea la (re)lectura del simulacro universal. Difícil, casi imposible, aproximarse a los cuentos que llenaron nuestra infancia de terrores y valores unívocos, sin contradecir la sensibilidad de este presente a flor de piel donde nada es seguro porque nadie está a salvo.

La nouvelle, publicada en 2012 en formato digital, se transformó en 2013 en novela gráfica (Ed. Eterna Cadencia) y volvió a reeditarse este año como ebook (Ed. Flash). Recibió en su momento el Premio Alfredo Palacios del Senado de la Nación argentina y fue declarada de Interés Social y Cultural por la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires y por la Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires por su aporte a la lucha contra la trata de personas. 

La autora asumió el desafio de recrear una voz inédita, dio palabras a una inmensa minoría silenciada, invisible, oculta. Hizo hablar al tabú. Su protagonista, Beya, es una joven mujer en situación de trata. Una joven secuestrada y sometida a todo tipo de abusos en un burdel del conurbano donde su cuerpo se convierte en la cáscara que la contiene, una jaula dentro de la jaula donde la mantienen viva a golpes. La autora expone ese infierno próximo, ese infierno a la vuelta de la esquina cuya existencia obviamos, con un vuelo poético desmedido; su pirotecnia literaria logra que la voz del personaje, una omnisciente segunda persona imprescindible para el nivel de disección que ofrece el relato, se eleve sobre el marco elegido para revelarnos los intersticios de una mente fortalecida en el delirio. La función expresiva del lenguaje alcanza niveles de una contundencia tan hermosa como insoportable. Desmenuza el horror y sus infinitas consecuencias proporcionando un intenso cuerpo a cuerpo a nuestro nivel de comprensión donde el lector cede ante la resonancia que se despliega en su interior. 

La propuesta escénica que la directora Victoria Roland y la actriz Carla Crespo desarrollan a partir de ese texto, potencia el hallazgo de esa voz deslumbrante. Sin abandonar nunca la segunda persona y evitando toda redundancia, el dispositivo técnico y estético configura un espacio donde el público, como el lector, puede mantener cierta distancia prudente ante la violencia que se verbaliza. Beya se parapeta en un escenario de DJ que invierte la disposición habitual de la sala y desde ahí, con música y toda una batería de efectos de luz y sonido que distorsionan, ritman e iluminan el tejido textual, configuran una sonoridad impecable donde la voz se aleja de la víctima. Se abre así un horizonte sobredimensionado al que se nos invita. Un panorama desolador donde la esperanza no claudica aunque se encuentre condenada a la constante del espanto.  

La dirección convierte a la actriz en una médium, un canal que sintoniza la frecuencia de esa voz y la emite, incansable, visibilizándose además en un cuerpo mínimo, tan poderoso e inalcanzable como frágil. La puesta tensiona una y otra vez la contradicción entre lo que vemos y lo que escuchamos, atrapándonos en esa paradoja donde lo poético no se desarticula jamás, ya que el artificio es lo que habilita el tiempo de escucha y contemplación, en ningún caso pasivas, de la obra.

Lo mejor de la literatura y el teatro se aúnan para denunciar la continuidad de un régimen de esclavitud del que la sociedad en general y el Estado en particular, siguen siendo cómplices. Es mucho lo que puede y debe hacerse para que el sistema quiebre ahora que el marco de violencia cotidiana sobre las mujeres comienza a identificarse y, de a poco, aprendemos a señalarlo, aún con temor pero cada vez con menos duda.







Beya Durmiente (Dj Beya)

Sobre textos de: Gabriela Cabezón Cámara
Actúa: Carla Crespo
Diseño de vestuario: Gerónimo Lagos Agüero
Diseño de escenografía: Julieta Potenze
Diseño de luces: José Binetti
Realización de escenografía: Ariel Vaccaro
Realización de vestuario: Jessica Vanina Bellomo, Leonardo Colonna
Fotografía: Nora Lezano
Entrenamiento musical: Bárbara Togander
Asistencia de dirección: Sofia Costantino
Colaboración artística: Bárbara Togander
Dirección de arte: Julieta Potenze
Dirección: Victoria Roland

Xirgu UNTREF
Chacabuco 875
Domingos, 18h