Todo en Marta es posible

Anunciábamos allá por el mes de mayo la llegada de Quién sabe Marta al off del off de Almagro. Tuvimos el privilegio de conocer el desarrollo de esta obra de Francisca Ure casi desde el comienzo y ahora que su temporada en Huella Teatro está por finalizar, insistimos en recomendarla. Pocas veces puede disfrutarse de un trabajo tan contundente, original, divertido y profundo, donde la idea, la dirección, la puesta en escena en su conjunto y las actuaciones suponen una sorpresa tan grata como refrescante. La irreverencia, el desparpajo y, sobre todo, la necesidad de hacer lo que realmente se desea, alientan este proyecto sostenido a pulmón que se ha convertido en un pequeño fenómeno de crítica y público incondicional.

"Las Martas", como ellas se llaman, han comenzado ya lo que vaticinamos como un largo periplo de viajes. Estuvieron en el Tercer Encuentro Latinoamericano de Teatro Joven celebrado en octubre en Venado Tuerto, participaron en el reciente Festival de Teatro de Foz de Iguazú y en breve, ellas y sus sillitas, se encontrarán con el público de Santa Fe.

Su regreso a la cartelera para el año próximo está asegurado, pero aún quedan unas cuantas funciones antes de que se despidan, así que no dejen de agendar su cita con Marta.

La crítica más reciente sobre la obra, de Sonia Jaroslavsky, podéis leerla acá:
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/las12/13-6146-2010-11-26.html


Quién sabe Marta.
Texto y dirección: Francisca Ure.
Actúan: Laura Aneyva, Cinthia Guerra, Clarisa Hernández, Nadia Marchione, Luciana Sanz, Florencia Savtchouk y Sol Tester.
Ilustraciones y animaciones: Dalmiro Zantleifer.
Escenografía y vestuario: Sol Soto.
Iluminación: Omar Possemato.
Audiovisuales: Martín Berra.
Fotografía: Giampaolo Samá.

Sábados 21hs. y 23hs.
Huella Teatro.
Avda. Medrano 535.
Reservas sólo por www.alternativateatral.com

El viento en un violín se estrenó en París


Ayer, en la Maison des Arts de Creteil (MAC) en París, se presentó por primera vez la nueva obra de Claudio Tolcachir, El viento en un violín. Pese a estar tan lejos de Buenos Aires, los argentinos de Timbre 4 contaron con la calidez incondicional de parientes y amigos llegados desde lejos para acompañarles en ese momento tan significativo que supone el compartir el trabajo de un año con un público curioso y expectante. Esta tercera obra de Tolcachir como dramaturgo y director ve la luz compartiendo gira en Francia con La omisión de la familia Coleman, que durante cuatro semanas ha sido uno de los espectáculos teatrales más comentados en París.

El viento en un violín nos regala a gran parte del elenco Coleman enfrentándose al desafío que supone encarnar nuevos personajes después de cinco años dando vida a ese clan tan singular. Si pudiéramos diseccionar capa a capa el arduo proceso de creación de una obra, sería muy interesante conocer cuáles son los elementos fundamentales que hacen que un equipo de trabajo pueda generar tanta solidez en sus proyectos. Sin duda, hay tantos métodos de trabajo como actores en escena, pero hay algo difícil de clasificar que quizá tenga que ver con el modo en el que la suma de todas sus experiencias y trayectorias se aúnan con éxito bajo las afinadísimas intuiciones de un director del calibre de Tolcachir.

Una vez más, el universo creativo de este joven autor, nos habla a través de personajes que luchan desesperadamente por tratar de ser felices, amar y ser amados. Tanto en La omisión... como en Tercer Cuerpo, sus personajes tratan de encajar, anhelan una normalidad de la que se saben expulsados, sus pasiones, sus miedos, sus silencios o culpas, los aislan. El viento en un violín aborda de nuevo los inagotables temas de la familia y el amor interrogándonos sobre sus infinitas posibilidades, mostrándonos que la búsqueda de la felicidad tiene instancias tan patéticas y egoístas como el amor en sí, sin importar que ese amor sea el de los padres por sus hijos o el de amantes que aspiran a ser plenos por su reconocimiento en el otro, y lo hace a través de personajes tan intensos y extremos como limitados en sus capacidades de relación. Sus formas de dar y recibir son siempre brutales.

La apuesta dramatúrgica se sostiene en la excelencia de las actuaciones. Todos los que disfrutaron y recuerdan el trabajo de Miriam Odorico, Lautaro Perotti, Inda Lavalle, Tamara Kiper, Araceli Dvoskin y Gonzalo Ruiz, podrán verlos abordar ahora estas nuevas criaturas donde las formas se trascienden generando ese magia tan necesaria en la escena: la unión de una verdad creativa y una emoción. No nos detendremos en las claves del argumento o los vínculos entre los personajes. Aún faltan meses para que la obra se estrene en Buenos Aires y muchas serán las críticas que traten de resumirnos la historia. Sin duda, es una cita importante para el público de teatro porteño y serán muchos los comentarios y las comparaciones que se establezcan. Nos atrevemos a decir que El viento en un violín no dejará lugar a la indiferencia.

En cuanto a la puesta en escena, vuelve a estar presente el despojo y la economía de medios. Las obras de Tolcachir se resisten a las paredes acortonadas de una escenografía y logran sostenerse en amplios espacios vacíos delimitados por piezas de mobiliario. Gonzalo Córdoba es el responsable de la puesta que hoy puede verse en París y, como anécdota de los raros azares que el mundo teatral arma, muchos de los elementos utilizados fueron cedidos generosamente por el teatro du Soleil para este proyecto. La iluminación de Omar Possemato vuelve a generar los climax adecuados con ese sabio uso de la luz que nutre una escena sin grandilocuencia. Sin duda, toda una serie de buenas razones para no perderse esta obra donde quiera que uno la encuentre.


Próximas actuaciones:
* MAC de Creteil, París, hasta el 20 de noviembre. Funciones a las 20.30hs.
http://www.maccreteil.com/
* SALA PLANETA, Gerona, Festival de Temporada Alta.
30 de noviembre y 1 de diciembre.
* THEATRE GARONNE, Toulouse.
3 y 4 de diciembre.

Sacate la careta

Hay libros que nos llegan cuando más los necesitamos, sin que nosotros supiéramos que nos hacían tanta falta. En estos días nos acompaña la voz de un inagotable Alberto Ure desde Sacate la careta, una joya imposible de encontrar que exige una reedición urgente ya. De lectura obligatoria para todos los que tengan alguna inquietud hacia el mundo teatral es el ensayo titulado "Manual de autodefensa para estudiantes de teatro", pero hoy nos quedamos con estas líneas de "Promoción o muerte":

"Una vez, hace años, yo estaba sumergido en las últimas peleas de una separación matrimonial: todas las tarjetas marcaban empate, en el round 12 nos dábamos con todo, ensangrentando el ring. Más acusaciones, traiciones y ofensas no entraban en el mundo. De pronto ella me gritó: "¡Y ahora qué hacemos con todo esto! ¿Cómo seguimos viviendo?". Yo, agotado, mirando el reloj en el clinch, fui sincero: "Hagamos algo por el bien de los dos. Tengamos un ataque de amnesia". Creo que fue una de las pocas cosas cuerdas que dije en mi vida y no fue comprendida. (...) Yo, por mi oficio, debería haber sabido antes que el pasado sólo puede llamarse tal cuando estalla, irremediable, en las situaciones más urgentes del presente, cuando deshace el futuro que se proyectaba ingenuamente. Pero eso no lo puede planear ni el vengador más ensañado. (...)
La única verdad es el presente, como sabe el que sufre una pasión o la ha sufrido alguna vez; los demás, las almas serenas y bien pensantes, le hablan del futuro y del pasado para distraerlo, para calmarlo, para aplacarlo con tácticas reformistas".


Alberto Ure, Sacate la careta. Ensayos sobre teatro, política y cultura, ed. Norma, Bs. As. 2003.

El tiempo visto cómo

Por una vez, tenemos que agradecer el hecho de que los derechos de autor sean tan caros. Parece que el coste de los de T. Williams, fue una de las razones por las que Romina Paula llegó a escribir El tiempo todo entero. Su trabajo de escritura y dirección no sólo visita El zoo de cristal, si no que lo revitaliza con una coherencia, resolución y frescura gratamente sorprendentes. No es fácil aproximarse a uno de los dramaturgos más reverenciados y llegar a ese lugar donde se aporta algo interesante. Ojo, no algo "diferente" o pretenciosamente novedoso. Algo sencillo y personal. Si bien la melodía de la obra y la composición de los personajes se sostiene en Williams, la letra y la forma es, sin duda, de Paula. Y en esa inmediata contemporaneidad descansa buena parte de la gracia de esta propuesta. 

Destaca, como ya tantos han señalado, el trabajo de la dirección actoral en un elenco sólido y bien equilibrado donde algunos de los personajes juguetean en esa peligrosa zona de la histeria emotiva.

El espacio, la iluminación y la utilería remiten a un afuera - los otros, la ciudad, la infancia - abandonado. Otro tiempo mejor, otro país en el que se vivió, otro que uno fue y que ahora a duras penas reconoce. Todo lo que se tuvo y se fue perdiendo o, simplemente, se convirtió en otra cosa. La vida frágil a punto de quebrarse por casi cualquier cosa. En definitiva, El zoo de cristal.

Texto y dirección: Romina Paula

Actúan: Esteban Bigliardi, Pilar Gamboa, Esteban Lamothe, Susana Pampín
Iluminación: Matías Sendón
Diseño de espacio: Alicia Leloutre, Matías Sendón
Asistencia general: Leandro Orellano
Prensa: Pintos Gamboa

Espacio Callejón. www.espaciocallejón.blogspot.com
Lunes y miércoles, 21hs.

Tarkovski

Rescatamos y recomendamos encarecidamente la lectura de Esculpir en el tiempo, ensayos de Andrei Tarkovski sobre el quehacer cinematográfico y el compromiso del artista con su destino. Sus reflexiones están tan llenas de exigencia hacia la creación que hace que todas nuestras quejas sean poco menos que balbuceos de niños malcriados de un occidente mal digerido.

Algunas citas:

El arte moderno ha entrado por un camino errado, porque en nombre de la mera autoafirmación ha abjurado de la búsqueda del sentido de la vida. Así, la llamada tarea creadora se convierte en una rara actividad de excéntricos, que buscan tan sólo la justificación del valor singular de su egocéntrica actividad. Pero en el arte no se confirma la individualidad, si no que ésta sirve a otra idea, a una idea más general y más elevada. El artista es un vasallo que tiene que pagar los diezmos por el don que le ha sido concedido casi como un milagro.

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Al seleccionar a sus estudiantes, los centros de formación de carreras artísticas no deberían proceder sólo por criterios pragmáticos, pues a menudo pueden surgir también problemas morales. Se ve esto en el hecho de que aproximadamente un ochenta por ciento de los que terminan su formación como directores de cine o como actores van a engrosar las filas de unos profesionales incapaces que durante toda su vida vagarán inútilmente por los ambientes cinematográficos. La inmensa mayoría de ellos nunca tendrá fuerzas para abandonar el cine y dedicarse a otra profesión. Pues para alguien que ha superado nada menos que cinco años de estudios de cine resulta tremendamente difícil despedirse de las ilusiones que tuvo.

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No hay nada más carente de sentido que relacionar términos como "búsqueda" o "experimento" con una obra de arte. Tras ellos se esconden falta de fuerzas, vacío interior, falta de conciencia realmente creativa y miserable vanidad. "Un artista que busca": qué pobreza pequeñoburguesa y anémica se esconde tras estas palabras. (...)
Pero, ¿y si los que comenzaron a hablar de vanguardia y experimento son los incapaces de separar el grano de la paja? Los que ante las nuevas estructuras estéticas simplemente perdieron la cabeza, no consiguieron orientarse en lo que realmente era nuevo, no pudieron elaborar criterios propios para ello y en cualquier caso englobaron - al menos de momento - todo bajo esos conceptos para estar seguros de no equivocarse. ¡Qué ridículo cuando en cierta ocasión preguntaron a Pablo Picasso por su búsqueda artística! Indignado por esta pregunta, Picasso respondió breve y sabiamente: "Yo no busco, yo sólo encuentro".

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Hasta acá por hoy. Ya es mucho que digerir, ¿no?

Lean: Esculpir en el tiempo, Andrei Tarkovski, ed. Rialp, Madrid, 1999.

Entrevista a Dalmiro Zantleifer

Os recomendamos la lectura de esta entrevista al ilustrador Dalmiro Zantleifer en La luna y el Arte, donde presenta algunas de sus pautas de trabajo, intereses e inquietudes. No dejen de contactarlo si necesitan de algunas de sus especialidades.


http://lalunayelarte.blogspot.com/2010/08/entrevista-dalmiro-zantleifer-ojeda.html
http://www.dalmiro.com/
http://www.lalunayelarte.blogspot.com/

Cinco años de Coleman

Lo que comenzó como una obra más de las muchas que se estrenan en el off, cumple este fin de semana nada menos que cinco años. Cinco años de funciones, premios y giras. Ya comentamos el regreso de La omisión de la familia Coleman a Buenos Aires después de dos años viajando. Siguen siendo un éxito rotundo en la nueva sala de Timbre 4 en Boedo y, desde el 19 de agosto, sumarán una función más los jueves. Seis funciones por fin de semana. Casi nada.

Nuestra más sincera felicitación.

Nota al respecto: http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1292116

http://www.timbre4.com/
http://www.baryfonda.blogspot.com/

Francisca Ure y sus Martas

“Esta es una obra que pasa en la cabeza de la protagonista. Es pura fantasía. Sabía que corría un riesgo enorme. Fue por eso que confié en un equipo y así comprobé que es genial hacer uso de la libertad creativa”, concluye. Quienes acompañaron el proceso de creación fueron Sol Soto, en escenografía y vestuario; Martín Berra, en el diseño audiovisual; Dalmiro Zantleifer, en animaciones y diseño gráfico, y Omar Possemato, en iluminación. Ure cree que este montaje suyo tiene lo mejor de sus maestros: “Tiene la intensidad de los entrenamientos con Guillermo Angelelli, la profundidad de Tolcachir, el juego que proponían en la escuela”, enumera.



–Su obra es una rara avis. ¿Cómo la definiría?


–Marta es un delirio. Quería retratar a alguien, pero no quería hacerlo objetivamente porque quería producir un registro artístico. Me pregunté acerca de las cosas que a mí misma me deslumbrarían. Me gusta trabajar mucho con el cine y la pintura, porque las imágenes me conmueven especialmente.


–¿Es por esto que reunió diversas técnicas expresivas?

Quería hacer algo diferente porque el teatro me estaba aburriendo. Creo que en esta ciudad se estrenan demasiadas obras y esto es dañino para todos. Porque no se piensa que una obra de teatro es una obra de arte y se hacen espectáculos como se hacen chorizos.

–¿Y qué piensa de la dramaturgia?


También es muy limitada. Se habla de tríos amorosos y de la familia. No hay contenido en las obras que se hacen. Tampoco veo a los actores como artistas, porque no se comprometen con lo que hacen.

–¿Qué clase de actor le interesa?
 –Me gusta el actor descentrado, el que sabe transformarse, el que arriesga. Creo que voy hacia el teatro del absurdo. Estoy releyendo Beckett. La fantasía se aniquila cuando siempre se actúa de uno mismo.


–¿Cómo siente el panorama del teatro alternativo?


Hay una moda de no criticar lo que hacen otros. O de no ver lo que hacen los otros, porque los actores de un estudio suelen no ir a ver lo que se hace en otros. No se genera diálogo y lo que falta es reflexión.

Nota completa en: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/2-18802-2010-08-02.html
 
Quién sabe Marta.
Sábados 21hs. Huella Teatro. Avda. Medrano 535.
reservas: http://www.alternativateatral.com/

Las hojas más tiernas de los árboles

Esta gráfica tan original es obra de uno de nuestros recomendados favoritos: Dalmiro Zantleifer. http://www.dalmiro.com/

La obra que la inspira es Las hojas más tiernas de los árboles, texto de Paula Ransenberg y Mario Petrosini que ellos mismos llevaron a escena hace unos años bajo la dirección de M. Nacci. Ahora podemos disfrutar de nuevo esta historia entrañable con el trabajo de Luciana Sanz y Mauro Antón dirigidos por Lorena Barutta.

Una historia de amor que arranca en la más tierna infancia. Un amor tan imposible como necesario, inevitable. Tan temido como deseado. Verdadero.

Las elecciones tomadas desde la puesta miman el detalle apostando por una sencillez de recursos que subraya el interesante trabajo actoral de esta joven y talentosa dupla. Dos actores buscando desesperadamente la verdad en el otro, su propia versión de las cosas, del paso de los años y la vida. El texto avanza y retrocede en el tiempo y los actores salvan esa dificultad con mucha solidez y confianza dejando que las cosas sucedan, que la emoción vaya llegando.

Por si fuera poco, la obra se da en uno de esos reductos de la resistencial teatral que desde acá defendemos y apoyamos: Espacio Polonia. Busquen, pregunten, lleguen hasta ahí.

Apuntes para volverse a ver

Es la obra con la que se estrena el actor Gonzalo Ruiz como dramaturgo y director. ¿Y qué hay tras ese título poético? En primer lugar, uno de esos trabajos independientes del off que nos recuerdan como pueden ser las cosas cuando el entusiasmo, el oficio, la honestidad y el compromiso están presentes. No es fácil encontrar todos esos ingredientes juntos y, como público, se agradece infinitamente el interés puesto en algo personal tratado con mimo para hacerlo universal.

La historia: Tres niños crecieron juntos. Una mujer, Babila, los unió y los separó con la llegada de un cuarto niño. O quizá no, no fue eso, no fue sólo eso, nada está muy claro, nada fue tan sencillo. Años después se reencuentran en la casa de provincia que un día fue suya para enterrar a la mujer que entrelazó sus destinos. Allí sigue el último de ellos, el cuarto en discordia.

¿Cómo se vuelve a los rincones de la infancia? ¿Qué sucede en esa primera adolescencia que nos cambia para siempre? ¿Cuándo nos convertimos en adultos asustados y llenos de dudas? ¿Sabemos algo de los otros realmente? Apuntes para volverse a ver, nos lleva a reflexionar entre risas y situaciones un tanto bizarras traídas por la noche y unos muy peculiares vecinos del campo, sobre esa rara y reiterada posición en la que todos estamos cuando se trata de entender un pasado compartido. Y nos deja intuir que, aunque nunca se tengan todas las piezas de una historia ni podamos conocer verdaderamente al otro, esos misterios que nos nutren, por más que nos pesen, acaso nos fortalezcan.

Destaca brillantemente la dirección de actores en su conjunto y la cálida y rotunda presencia de Isidoro Tolcachir aportando un muy equilibrado contraste con el joven elenco.

Sin duda, una buena cita para la noche del viernes.

Con: Lorena Barutta, Nadia Marchione, Alejandro Lifschitz, Agustin Scalise e Isidoro Tolcachir.
Escenografía: Sol Soto.
Iluminación: Omar Possemato.
Fotografía y diseño: Guadalupe Ruiz.
Asistente de dirección: Maria Florencia Savtchouk.
Dramaturgia y dirección: Gonzalo Ruiz.

Viernes, 23.30 en Timbre 4. Boedo 640.
Reservas en: www.alternativateatral.com y www.timbre4.com.

A favor del matrimonio entre católicos

El Radar de esta semana trajo esta perla:

Estoy completamente a favor de permitir el matrimonio entre católicos. Me parece una injusticia y un error tratar de impedírselo.

El catolicismo no es una enfermedad. Los católicos, pese a que a muchos no les gusten o les parezcan extraños, son personas normales y deben poseer los mismos derechos que los demás, como si fueran, por ejemplo, informáticos u homosexuales.

Soy consciente de que muchos comportamientos y rasgos de carácter de las personas católicas, como su actitud casi enfermiza hacia el sexo, pueden parecernos extraños a los demás. Sé que incluso, a veces, podrían esgrimirse argumentos de salubridad pública, como su peligroso y deliberado rechazo a los preservativos. Sé también que muchas de sus costumbres, como la exhibición pública de imágenes de torturados, pueden incomodar a algunos. Pero esto, además de ser más una imagen mediática que una realidad, no es razón para impedirles el ejercicio del matrimonio.

Algunos podrían argumentar que un matrimonio entre católicos no es un matrimonio real, porque para ellos es un ritual y un precepto religioso ante su dios, en lugar de una unión entre dos personas. También, dado que los hijos fuera del matrimonio están gravemente condenados por la Iglesia, algunos podrían considerar que permitir que los católicos se casen incrementará el número de matrimonios por “el qué dirán” o por la simple búsqueda de sexo (prohibido por su religión fuera del matrimonio), incrementando con ello la violencia en el hogar y las familias desestructuradas. Pero hay que recordar que esto no es algo que ocurra sólo en las familias católicas y que, dado que no podemos meternos en la cabeza de los demás, no debemos juzgar sus motivaciones.

Por otro lado, el decir que eso no es matrimonio y que debería ser llamado de otra forma no es más que una manera un tanto ruin de desviar el debate a cuestiones semánticas que no vienen al caso: aunque sea entre católicos, un matrimonio es un matrimonio, y una familia es una familia.

Y con esta alusión a la familia paso a otro tema candente sobre el que mi opinión, espero, no resulte demasiado radical: también estoy a favor de permitir que los católicos adopten hijos.

Algunos se escandalizarán ante una afirmación de este tipo. Es probable que alguno responda con exclamaciones del tipo “¿Católicos adoptando hijos? ¡Esos niños podrían hacerse católicos!”.

Veo ese tipo de críticas y respondo: si bien es cierto que los hijos de católicos tienen mucha mayor probabilidad de convertirse a su vez en católicos (al contrario que, por ejemplo, ocurre en la informática o la homosexualidad), ya he argumentado antes que los católicos son personas como los demás.

Pese a las opiniones de algunos y a los indicios, no hay pruebas evidentes de que unos padres católicos estén peor preparados para educar a un hijo, ni de que el ambiente religiosamente sesgado de un hogar católico sea una influencia negativa para el niño. Además, los tribunales de adopción juzgan cada caso individualmente, y es precisamente su labor determinar la idoneidad de los padres.

En definitiva, y pese a las opiniones de algunos sectores, creo que debería permitírseles también a los católicos tanto el matrimonio como la adopción.

Exactamente igual que a los informáticos y a los homosexuales.

Este apoyo al matrimonio entre católicos circula por Internet y gana adhesiones que se cuentan de a cientos.

http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/radar/9-6234-2010-06-15.html

El Pont flotant en Buenos Aires

La compañía valenciana El pont flotant dará cuatro únicas funciones de Como piedras en Timbre 4.
Fechas: 27/06 16hs. 30/06 20 y 22hs. y 04/07 16hs.
Acá queda este clip como presentación de la obra. Nos vemos allí.
Informes y entradas en: http://www.timbre4.com/


A propósito de clásicos



Tropezamos con esto: Pauls entrevistando a Llinás acerca de Historias extraordinarias. ¿Todavía no la vieron? Busquen, busquen por ahí. Es una de esas experiencias que no va a dejarte indeferente. Y toda una lección sobre la construcción de trama y personajes y el uso de la palabra.

Alabanza a la papa



Fragmento de Alabanza a la papa, un clásico entre los documentales apócrifos argentos.
Responsables: I. Masllorens y A. Mendilaharzu.

Fallos en el motor

Allá lejos y hace tiempo una excelente profesora de teatro nos preguntaba cuál era nuestro motor vital, qué cosa nos hacía levantarnos cada día como si algo de todo este entuerto mereciera la pena. Durante mucho tiempo creí tener mi respuesta a salvo. Eran tiempos mejores. Tiempos de blanco y negro, de pocas dudas, de mucha tontería relevante y más vino que rosas. Éramos trágicos, desmedidos e infelices y nos gustaba serlo.

No sé cuánto ha cambiado desde entonces. Es difícil medirlo. Ahora todo es más gris, escaso, plano, y acaso nos agotan nuestras dudas antes de la batalla. Cada vez más seguido nos tienta el abandono, el desaliento... Se persigue una idea de ARTE que acaso ya no exista, una exigencia antigua que nos hace estar fuera de lugar, pedir peras al olmo, quedarnos con la bronca, querer prenderle fuego.

Por supuesto, "la culpa es de uno cuando no enamora" pero "el infierno son los otros".

Hoy sí, hoy también es un día de esos en los que cerraría el kiosko para abrir una mercería. Por ejemplo. Pero supongo que mañana se cerrará esta puerta para abrir otra puñetera ventana.

Lo que sé. Dennis Hopper (1936 - 2010)

Debería haber muerto diez veces. He pensado mucho en eso. Es un absoluto milagro que yo siga por acá.
A pesar de todas las drogas que consumí, yo fui en realidad un alcohólico. En serio: sólo tomaba cocaína para poder ponerme sobrio y seguir tomando. Mis últimos cinco años de bebida fueron una pesadilla. Me tomaba dos litros de ron, 28 cervezas por día, y tres gramos de coca para poder seguir andando. Y creía que me estaba yendo bien sólo porque no estaba arrastrándome borracho por el suelo.

(...) Yo crecí en el Dust Bowl (la pradera americana llamada así en los años ’30 por las tormentas de polvo) y la primera luz que vi fue la de una sala de cine. Mi abuela llenaba su delantal de huevos y caminábamos unos cuantos kilómetros hasta Dodge City. Una vez ahí, ella vendía los huevos y comprábamos entradas para el cine.

Cuando filmé Rebelde sin causa, venía de interpretar Shakespeare en el viejo Globe Theater de San Diego. Tenía 18 años y creía que era el mejor actor del mundo. Y entonces lo vi a James Dean. Fue el mejor actor que vi jamás. Estaba tan avanzado... Yo estaba haciendo lecturas de líneas y gestos, y él vivía en el momento. Yo quería saber qué era eso que él hacía. Y me dijo: “Simplemente empezá a hacer las cosas, no las muestres. Fumá el cigarrillo, no actúes como si fumaras un cigarrillo. Tomate el trago, no hagas como que tomás el trago”. De alguna manera todo empezó ahí. (...)

Sam Peckinpah era un tirano. Pero cuando uno está en un set, como solía decir Henry Hathaway, “eso era charla de sobremesa, muchacho, charla de sobremesa. ¡Ahora estamos haciendo películas!”. Cuando estabas en el set, se convertía en algo diferente. Hathaway era un gran tipo para ir a cenar con él. Peckinpah también era maravilloso para pasar el rato. Pero a la hora de filmar, eran tiranos. Y ésa era la manera en que funcionaba y ésa es la manera, muy honestamente, en que debe ser. Si no les tenías respeto, eran capaces de asustarte hasta que lo tuvieras. (...)

Cuando hice Terciopelo azul acababa de salir de rehabilitación, llevaba sobrio menos de un mes. Entonces hice ese papel, y de ahí pasé a interpretar un papel de alcohólico en Hoosiers, y luego hice de dealer en River’s Edge. Esas fueron mis tres primeras películas estando sobrio. Lo llamé a David Lynch y le dije: “Hiciste lo correcto al elegirme, porque yo soy Frank Booth”.

Hacer Super Mario Bros fue una verdadera pesadilla. Cuando la vio mi hijo, que tenía 6 o 7 años, me dijo: “Papá, creo que probablemente sos un muy buen actor, pero ¿por qué interpretaste a King Koopa? Es un tipo muy malo, ¿por qué quisiste interpretarlo?” Le dije: “Bueno, para que puedas tener zapatos”. Y él me dijo: “No necesito zapatos”. (...)

Soy tan sólo un chico de clase media que creció en una granja en Dodge City, y mis abuelos sembraban trigo. Para mí la pintura, la actuación, la dirección y la fotografía eran todo parte de la experiencia de ser un artista. E hice mi dinero de esa manera. Y me divertí un poco. No ha sido una mala vida.

Nota completa en: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/radar/9-6216-2010-06-08.html


"loveisallayouneed"
Beatles & Liniers

Homenaje a Pavlovsky


Del 24 al 27 de junio en el Centro Cultural de la Cooperación se celebrarán varios eventos relacionados con la figura de Pavlovsky.

Información completa sobre las actividades en:


Nuevos espacios para la creación en Boedo y Almagro

Pese a las infinitas dificultades que la burocracia impone y la gran responsabilidad que conlleva el tener un espacio abierto al público, contra viento y marea, cada vez son más los creadores teatrales decididos a tener su sitio. Si ya Virginia Woolf reivindicaba la necesidad de tener un cuarto propio a la hora de escribir, no cabe duda de que el hecho teatral que implica un trabajo en grupo, el descubrimiento y la transformación de lo que nos rodea y una gran generosidad en el uso de todos los recursos al alcance, se desarrollará con mayor libertad, compromiso y continuidad cuando tiene lugar entre cuatro paredes que considerar propias.
El Clarín de hoy publica la siguiente nota al respecto, donde se habla de las experiencias de Inés Saavedra, Daniel Veronese, Lisandro Rodríguez y Claudio Tolcachir entre otros. Todos ellos directores que convirtieron su casa en sala de teatro.


El caso de Tolcachir es uno de los más interesantes. Los que vieron nacer Timbre 4, la sala ubicada al fondo de un PH en Boedo donde se estrenaron éxitos del off como Jamón del Diablo o La omisión de la familia Coleman, han visto como su casa crecía imparable en estos años, no sólo por la continuidad de producciones apoyadas por una afluencia de público donde el boca a boca funciona como moneda de cambio, si no también por el fructífero desarrollo de una escuela de actores que hoy se encuentra entre las más importantes de la ciudad. Por si fuera poco, como adelántabamos hace un tiempo, Timbre 4 se ha expandido sin cambiar de barrio, en la misma cuadra, ahora sobre la calle México. Los fundadores de teatro descubrieron allí una antigua fábrica de muebles que dos años después está abriendo sus puertas como nuevo espacio: una sala para ciento ochenta espectores, nuevas aulas e incluso un bar restaurante en el que, entre otras cosas, están aún presentes varios de los bancos de carpintero de la fábrica, restaurados como mesas. Todo está listo para recibirnos, de hecho, los primeros espectadores ya pudieron ver el pasado fin de semana La omisión... con una puesta sutil y eficazmente modificada para esta nueva sala, su segunda casa en Buenos Aires después de año y medio de gira internacional.

La web http://www.timbre4.com/ ofrece información sobre la escuela, el teatro y próximos estrenos.


Otro barrio próximo que está de enhorabuena es Almagro. En breve abrirá sus puertas La Carpintería Teatro, sí, otra carpintería convertida en teatro. Las jóvenes emprendedoras de esta hazaña son las actrices Gabriela Irueta, Alejandra Carpineti y Sol Tester. Las tres, casualidad o no, antiguas alumnas de Timbre 4.

La inauguración está prevista para el 8 de junio y el lugar funcionará también como centro docente y generador de creaciones propias. Cuenta con una sala para ciento diez espectadores y las obras programadas son la mejor tarjeta de presentación y habla muy bien de la juventud de su equipo directivo. Estarán en cartel: Nada del amor me produce envidia de Diego Lerman, Mi vida después de Lola Arias, Todo de Rafael Spregelburd y, dando lugar a nuevas dramaturgas, estrenarán Vanina Montes con Voces en la bruma y Verónica López Olivera y Corazones Salvajes.

Su web: http://www.lacarpinteriateatro.com.ar/

No dejen de conocer ambos lugares. Seguro que encontrarán más de una razón para volver.

Timbre 4, con sede en Boedo 640 y México 3554.
La Carpintería Teatro, Jean Jaures 858.

La forma de la literatura

Michael Ondaatje no duda en definir la novela como "un espejo camino abajo".
La definición del cuento de V. S. Prichett tiene que ver con "aquello que intuimos por los bordes de la mirada, como al pasar".

Raymond Carver aseguró que, para escribir una novela, el escritor debería vivir en un mundo que tuviera algún sentido, un mundo "en el que pudiera creer". Raymond Carver, claro, escribía cuentos.

Philip k. Dick - quien supo habitar un mundo propio e increíble y sin el menor sentido - escribió novelas que parecían cuentos y cuentos que parecían novelas, porque "el cuento habla sobre un asesinato y la novela habla sobre el asesino"- Philip K. Dick murió asegurando a sus íntimos que había alcanzado la habilidad de comunicarse con el apóstol Pablo y que había conseguido matar a un gato con la sola fuerza de su mente.

Pero, ah, nada de esto es del todo cierto.

Nada es tan fácil a la hora de las definiciones, porque siempre van a aparecer posibilidades alternativas, distintas facetas de una misma historia a la hora de intentar percibir la forma de la literatura.

Novela y Cuento - por ejemplo - son la hija y el hijo de un muy buen amigo de Forma.

Novela - la mayor - es larga como La Guerra y la Paz, tiene trece años de edad y ya alberga en su cuerpo la posibilidad de una trama inolvidable, que a Forma le gustaría leer algún día si no estuviera penado por la ley y las buenas costumbres.

Cada vez que Forma va a visitarlos, Novela se sienta al lado, no lo deja solo ni un segundo y no para de contarle un capítulo tras otro acerca del perfecto desprecio que siente por Cuento, su hermanito de ocho años.

- Yo soy mejor que vos - le dice Novela a Cuento - Yo soy más grande, enano inmundo.

Entonces Cuento la mira con su mejor cara de enigmático pez banana y le contesta hablando muy despacio y sin perder ni un centímetro de su sonrisita sin-zen-tido.

- Sí, pero yo soy mucho más completo y contundente. Yo soy práctico y funcional. Yo empiezo, transcurro y termino y no dejo lugar a dudas. Es más, yo soy mucho más fácil de contar y mucho más difícil de escribir.

- El gran Gatsby, El cazador oculto, A sangre fría, El sueño de los héroes, Fiesta, Falconer... - sonríe Novela.

- "Babilonia revisitada", "Para Esmé con Amor y Sordidez", "Miriam", "Los milagros no se Recueperan", "El Gran Río de los Dos Corazones", "El marido rural"... - sonríe Cuento.

Hasta ahí llega el tenso intercambio de palabras. Novela se arroja entonces sobre Cuento con todas sus uñas. Cuento lanza patadas como si fueran adjetivos esdrújulos y Forma tiene que meterse entre los dos, simulando que le preocupa el daño que puedan hacerse y sabiendo perfectamente que son mucho más resistentes que él, que son casi irrompibles y tan viejos como el tiempo.

La madre de ambos, mientras tanto, viene corriendo desde la cocina para imponerles las leyes de un orden que conoce mucho mejor que el visitante, la eficiente clave de la tregua a toda hostilidad.

Un par de miradas fijas de la madre, como inapelables agujas de reloj, como puñales suspendidos en el aire de la tarde, dicen más que varias páginas de amenazas explícitas y alcanzan para que Cuento y Novela vuelvan a sus respectivos rincones después de haber sido reprimidos y editados.

La madre de Cuento y Novela, la mujer del amigo de Forma, se llama Palabra y está embarazada.

Esa misma tarde, Novela le confía a Forma que el bebé será una nena y se va a llamar Nouvelle, sin saber que - pocos minutos antes - Cuento se acercó con movimientos de cortesano conjurador para susurrarle a Forma: "Te juro que va a ser un nene y se va a llamar Relato". Tanto Cuento como Novela no pueden sino estallar en carcajadas despectivas cuando Forma les sugiere que el futuro nuevo miembro de la familia pueda llamarse Poesía o Verso.

Cuento y Novela siguen riéndose a carcajadas al caer la noche. El amigo de Forma aún no ha vuelto de quién sabe dónde y Palabra ya comienza a poner los ojos en blanco y a pedirles maldiciones prestadas a todos los demonios del infierno, a todos los libros de la biblioteca.

- Siempre el mismo cuento... la misma novela de siempre... - murmura Palabra después del tercer whisky con todas las luces apagadas.

- Sale temprano de casa porque dice que acá no puede escribir, que no se le ocurre nada. Y, claro, yo me tengo que encargar de todo... de los dos monstruos y de toda la casa, porque el señor ha perdido la inspiración - solloza Palabra casi sin ganas.

Después cierra los ojos, se toca la panza de casi siete meses y repite lo mismo una y otra vez, como si fuera un salvavidas, como si fuera un mantra.

- Te vas a llamar Daniela y vas a ser maestra jardinera... Te vas a llamar Sebastián y vas a ser físico nuclear... Te vas a llamar Daniela y... - recita Palabra.

Forma hace que no escucha, pero no puede evitar oír la estampida de Cuento y Novela en los altos de la casa.

Cuento y Novela pateando espejos y degollando muñecas al grito de ¡Había una vez...!, al grito de ¡A ver quién grita más fuerte!
Rodrigo Fresán, Trabajos Manuales, Buenos Aires, Planeta, 1994, pp. 89-92.

Kafka por Bolaño

"Cuenta Canetti en su libro sobre Kafka que el más grande escritor del s. XX comprendió que los dados estaban tirados y que nada le separaba de la escritura el día en que por primera vez escupió sangre. ¿Qué quiero decir cuando digo que ya nada le separaba de la escritura? No lo sé muy bien. Supongo que quiero decir que Kafka comprendía que los viajes, el sexo y los libros son caminos por los que hay que internarse y perderse para volverse a encontrar o para encontrar algo, lo que sea, un libro, un gesto, un objeto perdido, para encontrar cualquier cosa, tal vez un método, con suerte: lo nuevo, lo que siempre ha estado ahí".


R. Bolaño, El gaucho insufrible, Anagrama, Barcelona, 2003, p. 158.

Ser o no ser un creador

Fragmentos de un artículo así titulado de Eduardo Stupía publicado en Adn Cultura hace ya dos años.

Hoy, en plena época de revisión y trastocamiento absoluto de todos los estatutos del arte, la categoría de “artista” (...) permanece allí, incolumne, disimulada o indisimuladamente solemne en un contexto de la mayor secularizad, con su carga de trascendencia. Todavía, quienes creen saberse no artistas contemplan a los que presuntamente lo son con explícita o tímida reverencia, e incluso habrá quién (…) crea detectar en el artista una esencia singular, una plusvalía que exceda la mera definición técnica o sociológica.

(…) Lo que parece haber crecido en el Producto Bruto Mundial no son tantos las obras de arte, sino los artistas, probablemente debido a las extraordinarias facilidades tecnológicas al alcance de cualquiera y, consecuentemente, a la multiplicación exponencial de instancias críticas y fenómenos que legitiman todo tipo de experimentos con nuevas normas de institucionalidad y legibilidad estética. Y, además, porque los artistas, verdaderos o falsos, han asumido con notable ductilidad mediática, la necesidad de disimular el oropel. NO BASTA CON SER ARTISTA, también hay que no parecerlo. (…)

Hoy por hoy, el mundo y el arte se parecen cada vez más, y en consecuencia, ya casi no habría porqué insistir en linear la diferencia entre artistas y “civiles”. Sin embargo, (…) la noción de jerarquía artística persiste, y ser artista también es actuar como artista. Y no meramente ante las exigencias de la escena pública, donde muchas veces la construcción del artista-personaje, es más importante que la obra, cuando no la obra misma, sino en el ámbito del estudio; allí el espejo puede eventualmente devolvernos nuestra propia imagen de artista simulacro. Pero un buen día se cae y, en forma fugaz, vemos el rostro desnudo de nuestra expresión “artística”. (…) Una repentina crisis de conciencia entre la pretensión y las limitaciones, entre la aptitud constructiva y la importancia y la mudez. (…) Ser artista es cualquier cosa menos eso que creíamos que era.

La Nación, 20 septiembre de 2008.

Artículo completo en:


Danza en espacios

Acá va otra iniciativa de la que nos hacemos eco, un ciclo de danza coordinado por mujeres y con unos conceptos de trabajo muy interesantes. Recomendamos entrar en http://www.danzaenespacios.blogspot.com/ donde se detalla el proyecto y se presenta a las integrantes. Este es el texto que usan como carta de presentación:

"Danza en Espacios es un proyecto impulsado por bailarinas y coreógrafas de Buenos Aires y otras ciudades de Argentina que apuesta a la diversidad de sus componentes. Danza en Espacios es un proyecto impulsado por bailarinas y coreógrafas de Buenos Aires y otras ciudades de Argentina que apuesta a la diversidad de sus componentes.


Nuclea a diferentes artistas independientes a través de la producción de un ciclo de danza itinerante.

Elegimos para el ciclo espacios convencionales o no convencionales, dando a la producción escénica un marco y un sentido particular. Las obras que se presentan se entienden como piezas inacabadas, posibles de ser modificadas, atravesadas, transgredidas y adaptadas en cada espacio que habiten.

Nuclea a diferentes artistas independientes a través de la producción de un ciclo de danza itinerante.

Elegimos para el ciclo espacios convencionales o no convencionales, dando a la producción escénica un marco y un sentido particular. Las obras que se presentan se entienden como piezas inacabadas, posibles de ser modificadas, atravesadas, transgredidas y adaptadas en cada espacio que habiten".



7°Festival de Títeres para adultos en Buenos Aires.

Aún falta un poco pero conviene ir agendando para que no sea una de esas cosas de las que nos enteramos cuando ya pasaron. Del 16 al 27 de junio se celebrará un nuevo Festival de Títeres para adultos. Las sedes son varias, la programación pinta interesante y toda la información al respecto la podéis encontrar en la web del evento: http://www.elbavastel.com.ar/




La historia de la pintura de Madame Zilensky (I)



Van Gogh.



Hopper.



Pollock.



Rothko.



Barceló.

La puta que pone la cama

Sigue pasando. Parece que cada vez más. No hay estadísticas al respecto pero la cosa sigue: hay muchas cooperativas de teatro que se ven en la absurda situación de estar pagando para poder trabajar. Qué cosa fea, ¿no? Pues sí, muchas salas o espacios que funcionan como tales, insisten en cobrar un seguro de sala a los elencos. Y no se trata de una cosa simbólica, no, la cifra va de los $150 para arriba por función.

Estamos hablando del circuito off (y del off del off, claro) que, para bien o para mal, es lo que más conocemos y sufrimos. Las cooperativas teatrales que muestran sus obras en estos espacios pensados para capacidades limitadas a duras penas consiguen prolongar su presencia en cartel más allá de los cuatro meses. - Hay muchísimo que matizar en torno a las razones de esa brevedad, empezando por si realmente es tan corto ese tiempo, pero no es el tema que nos ocupa hoy -.

Generalmente son pequeñas producciones que, con suerte, consiguen un subsidio de Proteatro. Muchas ni eso. La ganancia en efectivo de la función suele ser una cifra ridícula que, una vez restado el porcentaje de Argentores y el de la sala, debe repartirse entre las cinco, siete, diez... personas que conforman el grupo de trabajo. Quizá saquen para cenar ese día o para pagar alguna factura puntual. Poco y nada, vamos. Nadie en su sano juicio se pone a hacer teatro por la plata. Igual, nadie llora, se disfruta de algún modo perverso, se justifica el esfuerzo, se resignifica casi todo con algo tan sencillo como un aplauso.

No obstante, no vemos el motivo por el que haya que sumarle a tanto despropósito ese menosprecio por el laburo ajeno. Señores en sus salas, muy queridos, ¿acaso no les gusta programar obras que les interesen? ¿Obras que les gusten, en las que crean por un motivo u otro? ¿No les gusta que la gente conozca su espacio? ¿Que allí dentro suceda algo? Suponemos que sí. Entonces, ¿no sería coherente que esa gente que labura para llenar su espacio no tuviera que pagarles a ustedes para usarlo?

Aclaremos las cosas, eso se llama alquiler de sala. Es otro concepto, legal pero distinto. Sobre todo, tan muy señores míos, recuerden que si su espacio, ustedes, reciben un subsidio (Proteatro, INT...) NO PUEDEN COBRAR SEGURO DE SALA PORQUE ATENTAN DESCARADAMENTE CONTRA LOS PRINCIPIOS DEL SISTEMA.

Sí, ya imaginamos la infinita morralla que reciben. Mi más sentido pésame, pero de eso se trata. Hay que seleccionar. Comprometerse. Y si nada les gusta, no programen. Den fiestas, cualquier cosa, pero no jodan a nadie.

Por otro lado, actores, directores, gremio amado y tan raro, ¡no sean idiotas! ¿Tan desesperados están por mostrar sus obras que van a pagar por ello? ¿No les sale mejor hacerlo en otro sitio y a la gorra o gratis? ¿No están hartos de ser la puta que pone la cama? No sean tan ingenuos. Denuncien. Perseveren. Digan que no. Van a ver que no cuesta tanto. En serio, reflexionen, porque entre lo que les pagan a los de la prensa y a esta gente, van a tener que ahorrar mucho para poder trabajar.

Entrevista a M. Kartun

Fragmentos interesantes de la entrevista de C. Martyniuk a M. Kartun, en... aunque cueste creerlo, sí, en el Clarín del domingo pasado. A veces pasa, ¿no?
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¿Cómo se sostiene la repetición de la obra, diez, cien veces?

Es un misterio que sólo los actores pueden entender en su propio cuerpo. La mayoría de ellos ni siquiera puede explicarlo. Creo que pasa por el goce del acto mimético. Yo mismo, frente a la repetición de la obra, empiezo a pensar en fórmulas para renovarla. Para renovar el entusiasmo, intercalo observaciones, recupero cosas que se hicieron en viejos ensayos. Y hay veces que siento que los actores me miran como diciendo "no hace falta avivar el fuego, el fuego está presente". Hay que ver cómo se enciende el actor minutos antes de comenzar la función. En segundos, queda atrás un día de mucho trabajo o de mucho dormir y deja entrar al personaje, se convierte, acepta el desafío de lo mimético y lo vive en un estado de gracia. Las buenas obras hechas por buenos actores generan momentos sagrados.

¿Cómo se dispone el tiempo?

El teatro es una forma curiosa de condensación del tiempo. El teatro es tiempo condensado. Jarabe de tiempo. Las obras de teatro nunca duran lo que duraría la realidad de ese fenómeno, aun las que están escritas en tiempo real. El texto teatral se queda con lo necesario.

¿Cómo relata el teatro?

El espectador, cuando se sienta, ve algo, un relato que sucede frente a sus ojos, pero además hay alusiones. De manera que se ha visto una obra pero ha imaginado al menos diez veces más que lo visto. Hay un relato encubierto, en el cual el espectador, creyendo disfrutar de lo que está frente a sus ojos, se carga de aquello que no ve. El manejo solvente de la técnica teatral es aquel que logra la mejor ecuación entre lo que se ve y lo que se alude. Cuanto mayor sea el volumen de lo aludido sin apabullar al espectador en el marco de lo que debe ver, pues mejor es la obra en términos de esa dialéctica. Hay un conocimiento condensado en el cual en dos horas, en realidad, un espectador quizá vio cincuenta. Con esta virtud, al teatro entonces no le cuesta traer una época a la vista del espectador a través de pequeños rasgos que desarrolla a partir de un enorme sistema de alusión. También crea un sistema ritual muy curioso: en el teatro conviven presente, pasado y futuro. El teatro es un presente que continuamente está aludiendo al futuro en la expectativa que crea sobre la resolución del conflicto. Es un presente que alude a un futuro que está vivo en las expectativas, mientras cuenta un pasado. Simultáneamente, el espectador hace su tarea de incorporar conocimiento de los tres planos.

La entrevista completa en: http://www.clarin.com/suplementos/zona/2010/05/23/z-02199081.htm

Más sobre el otro Colón

Aclaramos que nos limitamos a difundir la información que como tantos otros miles estamos recibiendo por email y, aunque carecemos de recursos, ilusión e iniciativa para constatar la veracidad de unos y otros, nos consta que la ausencia de polémica en el el discurso público nunca implica nada nuevo y, por otro lado, conociéndonos como nos conocemos, este lado de las cosas suena infinitamente más creíble que ese fastuoso país del Bicentenario que nos están queriendo vender. Todo suena tan pátetico como indiganante. Y triste. Infinitamente triste. Lean y saquen sus propias conclusiones.

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El desguace del Teatro Colón
Olga Cristóbal


La inigualable acústica del Colón, inexplicable hasta para los ingenieros especializados, es lo que convirtió al teatro en la primera sala lírica del mundo. A posteriori de la función de prueba, días antes de la reapertura oficial, el 24 de mayo, fue estruendoso el coro de los que juraron que “la acústica está intacta”. No comparten la opinión ni el compositor Roberto Blanco Villalba, presente en la función, ni buena parte de los músicos y coreutas, que registraron reverberación, estridencias, problemas para escucharse entre los integrantes del coro, que los distintos sectores de la orquesta no amalgaman y que el retorno al escenario es distinto con la sala llena que con la sala vacía. El gobierno macrista se ufana de que las mediciones son iguales que antes de las obras. Pero no publicó ni las mediciones previas ni las actuales, ni permitió ningún tipo de estudio o medición por parte de expertos independientes, que no hubieran intervenido en la restauración.

Que en bambalinas nada funciona lo dejó en claro Ricardo Bartís, que canceló su estreno en el Centro de Experimentación del Teatro Colón (CETC), previsto para la reapertura. Bartís dijo que “el sistema de producción no existía, es una entelequia, se decía que iban a estar los objetos, el vestuario, la sala para ensayar, la plata para comprar elementos y para los viáticos. Nada de eso ocurrió” (La Nación, 9/5). Otro indignado es el hijo de Raúl Soldi porque, contra lo prometido, la cúpula de 300 metros cuadrados pintada por su padre no fue restaurada. “Sólo restauraron la pequeña parte dañada por la humedad. Reparar el resto de la bóveda, que está cubierta de hollín, costaba entre 30 y 40 mil dólares... ¡Una suma insignificante para los 25 millones de dólares que cuesta la refacción!”, dijo.

La “restauración” del Colón desarmó los famosos talleres que elaboraban integralmente los espectáculos. En la página oficial aún se los propagandiza: “Sus talleres, a cargo de personal de alta calidad artística, técnica y profesional afectado a la producción y confección de decoraciones y elementos complementarios (vestuarios, zapatería, utilería, peluquería y tocados, montaje, luminotecnia, etc.) son únicos en el mundo”. Infames:, verdaderos creadores de una  el macrismo, que puso a 450 trabajadores en disponibilidad o los dispersó en otras áreas de gobierno, aún no acata la orden judicial que lo intimó a reinstalar en sus puestos a cientos de técnicos y artesanosescuela de oficios que se transmitía de generación en generación, responsable de la prestigiosa producción propia que distinguía al teatro. El Colón sólo compartía esa peculiaridad con el Bolshoi y la Opera de París.

El director Pedro Pablo García Caffi acaba de reconocer a Noticias que la tercerización es el corazón del plan: “Lo que hicimos fue una reestructuración orgánica funcional. Eliminamos estructuras obsoletas e improductivas; los teatros de ópera actuales funcionan de una manera muy dinámica: tercerizan todo, desde la escenografía hasta la limpieza. Antes se producía la escenotecnia de un modo, ahora con un sistema más moderno se obtiene el resultado con menos gente”, dijo García Caffi. La “eliminación” incluye cantantes líricos, figurantes, diseños de producción, arquitectura teatral, grabación y video, fotofilmación, mecánica escénica, efectos especiales electromecánicos y mayordomía. Dicen que la tercerización ahorra recursos al erario público. Es un verso: deja a cargo del Estado las áreas que ningún empresario querría – la orquesta, por ejemplo– y privatiza lo que después se verá obligado a alquilar o comprar.

La restauración reasignó, además, las salas de ensayo para crear confiterías, dos tiendas de souvenirs y cuatro salas VIP. Los vestuarios de los bailarines fueron reubicados en el tercer subsuelo, donde antes funcionaban la peluquería, el taller de mecánica escénica y el depósito de fotofilmación. Los camarines de los músicos –con muebles de cedro, estantes de mármol y espejos, que nadie sabe dónde fueron a parar– se redujeron a pasillos en donde sólo entran parados. En su lugar funcionará una de las confiterías.

Con la excusa de avanzar en la obra, el gobierno retiró mobiliario, vestuarios, instrumentos y gran parte del patrimonio. Están expuestos a la humedad y en condiciones deplorables en el Centro Municipal de Exposiciones, según constató, el 25 de febrero, el juez Guillermo Scheibler. La Biblioteca, que tenía más de 100.000 documentos entre programas, partituras, bibliografía, recortes periodísticos, publicaciones nacionales y extranjeras, y más de 25.000 fotografías de artistas siguen arrumbados en containers al aire libre, en los depósitos Lavardén.

El macrismo, pero antes Telerman y antes Ibarra, pretende convertir al Colón en un centro turístico. El desguace de sus plantas estables y de la producción intenta convertirlo en un teatro llave en mano, de alquiler. De hecho, con el teatro ya cerrado, en octubre de 2008, el gobierno lo abrió para alquilarlo a la firma Converse All Star, que hizo un desfile. Les salió realmente barato: como pago, All Star entregó 120 joggings para el Cuerpo Estable del Ballet (Perfil, 3/11/08).

La otra cara de la reapertura del Colón.

Ahora que están anunciando a bombo y platillo la apertura de puertas del Colón, no viene mal ver este documental colgado en youtube que muestra más de un descalabro al respecto de los que no nos van a hablar. Otro negocio más de mister M.

Recomendamos visitar todos los links.

http://www.youtube.com/watch?v=3F6LWYMpLz0&feature=related





http://www.youtube.com/watch?v=snq8gQnJyPU&feature=related

Rilke (II)

Volvemos una y otra vez a visitar libros y películas, como quien entra a casa de un amigo. Y siempre, siempre, pareciera que llegamos por vez primera. Por suerte, nos esperaban y somos bienvenidos.
Hoy, nuevamente Rilke.

"Y aquí mismo le expresaré un ruego: lea usted lo menos posible de cosas de crítica y estética: o son puntos de vista partidistas, petrificados y que han perdido el sentido en su endurecimiento falto de vida, o son hábiles juegos de palabras, en los que hoy triunfa esta opinión y mañana la contraria. Las obras de arte son de una infintia soledad y con nada resultan menos accesibles que con la crítica. Sólo el amor las puede captar y hacer suyas y puede ser justo hacia ellas. (...) Deje usted que sus juicios sigan su propio desarrollo silencioso y sin estorbos que, como todo progreso, debe brotar de lo más profundo de usted y no puede ser ni apremiado ni favorecido por nada. Hay que dejarse llenar de cada impresión y de cada germen de un sentimiento por completo en sí mismo, en la oscuridad, en lo indecible, en lo inconsciente, en lo inalcanzable al propio entendimiento y esperar con profunda humildad y paciencia la hora del alumbramiento de una nueva claridad: ésta es la única manera de vivir que puede decirse propia de un artista, tanto en la comprensión como en la creación".

R. M. Rilke, Cartas a un joven poeta, traducción de J. Munárriz, Hiperión, Madrid, 3°ed., 2007.

Cada dos poetas portugueses hay un gato negro.

Es el título de un cuadro de Felipe Giménez. (No éste de acá, otro del que no hemos encontrado reproducción). Ya hablamos de este artista plástico en alguna ocasión, ya lo recomendamos. Insistimos. Parece que en junio estará por el Recoleta. Atentos.

Hoy rescatamos un breve texto que nació del cuadro, de ése título, de la perfecta unión de ambos.

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Cada dos poetas portugueses hay un gato negro que se pierde en una callejuela de Lisboa a esa hora de la siesta en que las ancianas se sueñan hermosas y los niños no duermen porque temen despertarse ya crecidos.

Cada gato perdido es un hallazgo de suerte o maldición para el que pasa. Algunos los esquivan y persignan su rostro de domingo sin besar; otros, casi valientes, los saludan, como viejos amigos que, con prisa, no aciertan a pararse y saludar. Y están también los otros, los que dudan y esperan quietecitos en la sombra, a que su gato negro se deshaga, a que se vuelva noche o luz de gas.

Tan sólo los poetas les sonríen sin darles de comer, que quede claro. Son duros estos días para el verso, no sobra ya el pescado ni la leche con la que antaño tanto se alegrara la vida de mininos callejeros. Igual, los gatos negros, es sabido, no precisaron nunca de limosnas. No se sienten mendigos, son felices. Se saben casi el eco de algún verso que alguien recordará dentro de nada, un verso que descansa entre las flores de algún perverso amor que ahora comienza.

Cuando el amor no entra



Gabo Ferro, del disco Mañana no debe seguir siendo esto.

vidas pequeñas

A la espera de que el nuevo libro de Pilar Rubio Montaner cruce el charco, acá abrimos una ventanita hacia sus páginas.



Verás, es una pequeña parte del mundo
donde también suceden cosas, como en cualquier sitio.
..................................................
Es una crónica de mi rincón.
P. Auster.


Calles


Esos rostros que se encuentran una sola vez en la vida.
No se conocen, pero comparten refugio con una copa caliente en la barra del bar.

Mientras el granizo repentino golpea los coches, ellos hablan de este tiempo tan raro ayer calor y hoy fíjese, hablan del frío en las casas de aquellos duros inviernos, intercambian las opiniones a favor o en contra de la última propuesta del gobierno, los hijos que tienen y los nietos, de dónde son, sus respectivos trabajos cómo fueron.

La tormenta cesa. Pagan la consumición y cada uno retoma su camino.

Dos rostros que coinciden en la vida durante media hora. Algunas confidencias, nada íntimo, sólo la necesidad de una conversación entre los humanos.

Vidas pequeñas, Pilar Rubio Montaner, Difácil, 2010.

"Mantener los perros en el sótano".

Hace unos días tropezamos con este artículo de J. Gomá Lanzón sobre la vocación literaria en El País, acá os dejamos unos recortes sobre el mismo que seguro que cada uno sabrá extrapolar a su propio viacrucis vocacional.

¿Qué es la vocación literaria?

Por de pronto, una anomalía vital. (...) Tener vocación literaria significa comprobar que de las mil posibilidades humanas, sólo una, una nada más, de una forma espontánea y sorprendente para uno mismo, absorbe por entero las anfractuosidades de una personalidad en origen plural y compleja, y activa en esa muy específica dirección todas las facultades intelectivas, volitivas, sentimentales y hasta corporales del sujeto rehén de la musa, ejerciendo sobre él una tiranía de sátrapa oriental. (...)
La vocación es una manía numinosa que se moviliza imantada por una fascinación magnética -mysterium fascinans-, pero que exige a cambio una devoción exclusiva, no compartida, que excluye fáusticamente -mysterium tremens- el amor por cualquier otra cosa en el mundo. Pues en efecto si hay algo claro sobre la vocación es su tendencia al totalitarismo, que practica rapiñando en el interior de su presa para instrumentalizar todos los campos de la subjetividad afectada, pensamientos, experiencias y afectos, devorándolos con voracidad insaciable. La vocación suministra una inigualable intensidad a la existencia, crear la apariencia de trocar el azar por la necesidad en la propia biografía derramando sobre ella una lluvia de "sentido", pero a precio de que todo lo demás no lo tenga o lo tenga como ocasión para una confirmación de esa emoción primera, omniabarcante y omnipresente. Y como el hombre de vocación sabe que ese especialismo vital suyo es comparativamente exagerado y aun monstruoso, finge ante el mundo una afectada normalidad de buenos sentimientos y buena ciudadanía que en el fondo no conoce ni comprende. Y como, por añadidura, lo habitual es que entre el nacimiento adolescente de la violencia de la emoción y el momento de darle serenamente forma, la madurez capaz de convertirla en obras literarias bien acabadas, se abra un considerable lapso de tiempo, ahí tenemos a ese hombre preñado de vocación soportándose malamente a sí mismo y sobrellevando su extraña gravidez en el lento rotar de las estaciones, un año tras otro, abandonado a la más perentoria y solitaria ansiedad.

En esto se observa hasta qué punto constituye un error y un monumental malentendido de la verdadera esencia de la vocación literaria esa propensión romántica a enaltecer la originalidad y la excentricidad del artista, en suma, su vida como radical anomalía, porque siendo ya la vocación la más extremosa de las anomalías vitales, la tarea del artista genuino no consiste en alentar una pulsión que de suyo es bárbara e imparablemente expansiva sino, por el contrario, en arreglárselas de alguna manera para, en expresión de Thomas Mann, mantener los perros en el sótano y no permitir que se enseñoreen de la casa entera. El artista no necesita ayuda para inflamar todavía más el incendio íntimo que le consume sino para frenar su onda abrasiva, templarla y mantenerla en unas proporciones humanamente vivibles y civilizadas. (...)

Una precisión importante: vocación no arguye genio ni talento. Hay vidas extenuadas por una intensísima vocación pero artísticamente estériles, incapaces de producir nada de mérito. Con mucha probabilidad la devoción de Salieri por la composición musical no sería menor a la de Mozart, ni su ansia por producir algo inspirado, realmente grande. Su vocación era pareja, pero sus resultados no.

El artículo completo está en:
http://www.elpais.com/articulo/portada/vocacion/literaria/elpepuculbab/20100501elpbabpor_23/Tes

Marta

En poco más de una semana aparecerá en el off porteño un nuevo personaje femenino que dará mucho que hablar. Viene pisando fuerte y no precisamente con zapatos de taco, avanza abriéndose lugar a codazos, llega después de mucho perderse y rebuscarse, llega enamorada, cansada, sola, enfadada, energúmena, viene cantando, baila y se cae por el camino, llega dispuesta a cortar cabezas y devorar corazones, siempre llorando a carcajada limpia.

Marta, opera prima como dramaturga de la actriz Francisca Ure, nos presenta a una mujer que pareciera ser la destilación de lo mejor y lo peor de todas. La débil, la víctima, la asustada, la solitaria, la nena, la jodida, la fea, la enojada, pero también la enamorada, la puta, la soñadora, la vieja, la decidida. Marta de todos los colores y para todos los gustos.

¿Qué pasa con el amor cuando no hay música en francés? ¿No serán las ficciones consumidas en la tierna infancia responsables de nuestras desdichas? ¿Quién quiere ser Alicia cuando se puede ser la Reina de Corazones? ¿Cuántas Martas hay en una?

El amor nos vuelve idiotas.
El infierno son los otros.
Es mentira pero duele.
La vocación era esto.

Marta, nos revela a un elenco de actrices hetereogéneo y potente. Cada una de ellas encarna a una Marta única, acaso cada vez más dislocada, más desmedida, más imprevisible. Todas ellas divertidas.

Mención aparte merece la puesta en escena, donde se aúnan con gracia animaciones de Dalmiro Zantleifer, la iluminación de Omar Possemato y el audiovisual de Martín Berra.

Recomendada por su frescura, su desparpajo, su originalidad bien entendida - es decir, en atención al origen de uno y no de la populosa novedad -, su manera de recordarnos que hay otros modos posibles para casi todo y que reírse de uno mismo sigue siendo la mejor de las salvaciones posibles.

Prepárense para reír.
Tranquilos, también van a pensar, sentir...

Marta, estrena el 15 de mayo.
Texto y dirección: Francisca Ure.
Actúan: Laura Aneyva, Cinthia Guerra, Clarisa Hernández, Nadia Marchione, Luciana Sanz, Florencia Savtchouk y Sol Tester.
Ilustraciones y animaciones: Dalmiro Zantleifer.
Escenografía y vestuario: Sol Soto.
Iluminación: Omar Possemato.
Audiovisuales: Martín Berra.

Sábados 21hs.
Huella Teatro. Avda. Medrano 535.