Familia Tipo


Este documental se estrenó el año pasado y ahora está en algunas salas de cine de Buenos Aires. Si tienen oportunidad de verlo, no se lo pierdan. Se trata de uno de esos raros exquisitos trabajos en los que el artista es la persona que se enfrenta a los hechos que construyen la historia que se nos presenta y esta no es otra que la de su vida, una parte de ella. La identidad entendida como una suma de azares y silencios que debemos administrar como mejor podamos.

Los que vieron Los rubios, de Albertina Carri, enlazarán las búsquedas de sus creadoras inevitablemente, no obstante, tan interesantes son las intensas semejanzas como sus particularidades. Mucho material para reflexionar.

Acá quedan las palabras de Cecilia Priego, su directora, como carta de presentación.

Familia Tipo aborda el tema de la falta de memoria histórica a través de la reconstrucción de una historia familiar. Mi nombre es Cecilia Priego. Llevo años atorada en el pasado, desenterrando aquello que otras generaciones quisieron ocultar, tratando de recuperar aquello que mis padres intentaron silenciar. Durante 15 años me dediqué a desentrañar la intriga familiar y decidí registrar todas las etapas de esta investigación, que comenzó con una historia aparentemente simple y terminó enfrentando a una familia con los secretos que la sostienen. Familia Tipo es un documental que trabaja sobre la certeza de que uno se descubre a sí mismo a través del diálogo con su pasado y de que la identidad no es otra cosa que un conjunto de narraciones”.

DIRECCIÓN Cecilia Priego.
GUIÓN Cecilia Priego, Blas Eloy Martínez.

PRODUCCIÓN: Blas Eloy Martínez.
IMAGEN Ivan Gierasinchuck, German Drexler.
MONTAJE Miguel Colombo, Carolina Cappa, Cecilia Priego.
SONIDO Pablo Irrazabal, Fernando Ribero.
MÚSICA Daniel Drexler, Juan Orozco.

http://www.cineojo.com.ar/

A propósito de los caramelos y demás miserias.

"El público a veces piensa que el artista es un aparato de televisión: algo sale de él, nada vuelve. No se dan cuenta de que si ellos pueden oírme, yo puedo oírles a ellos: sus toses, los pitidos electrónicos de sus relojes de pulsera, el crujido de sus zapatos".

Alfred Brendel, pianista.

(...) La física cuántica nos enseña que la acción de observar altera el objeto observado. Observar es perturbar. "OBSERVAR" NO ES UN VERBO PASIVO.* (...)

Los actores pueden responder al poder de observación del público. Es el ciclo contacto-respuesta que reside en el núcleo de la representación en vivo lo que hace que estar allí sea tan extraordinario.

Anne Bogart, La preparación del director. Siete ensayos sobre teatro y arte. Ed. Alba, Barcelona, 2001.

Dos exquisiteces

Hay obras de teatro que nos hacen cómplices de la dedicación y el descarado y loco amor que se puso en el proyecto. Obras a las que llegamos con muchas recomendaciones o por accidente y que se convierten en un regalo porque, entre otras cosas, nos obligaron a detenernos y a olvidarnos por un tiempo de nuestras miserias y preocupaciones para arrastrarnos a otros tiempos y lugares, para recordarnos que hay mucho mundo ahí fuera que nos pertenece. Un pasado y un futuro del que somos parte.

Cuando esas obras tienen la gracia de ser unipersonales - fórmula que implica mucha gente dedicada tras ese actor que pone cuerpo y voz a las inquietudes de todos - se abandona la sala con la rara sensación de haber presenciado algo verdaderamente único. No hay función que se repita, pero el paso de una hora en compañía de ese único actor o actriz, inevitablemente nos subraya el desafío del oficio. No hay manera de esconderse, ni lugar para la mentira. Tenemos ficción, sí, pero no mentira.

La cartelera ofrece en estos días dos exquisiteces que reúnen estas y otras gratas condiciones. Por un lado, el regreso de Nada del amor me produce envidia, fenómeno recomendado incansablemente desde su estreno en 2008. Haciendo honor a su personaje, diremos que no se ha dado puntada sin hilo en esta pieza. Texto, dirección, música, escenografía y vestuario acompañan la excelente interpretación de María Merlino. Una composición de personaje donde brilla la técnica, sí, pero también, si se nos permite el esencialismo, un alma. Un personaje inolvidable que nos remite a la historia argentina, a la idiosincrasia de un modo de ser y entender este país que nunca ha dejado de estar presente. El humor inteligente y profundo del texto de Santiago Loza nos brinda una oportunidad única de reconciliarnos con los aspectos más oscuros de nosotros mismos.

Por otro lado, hace meses que zarpó Lamerica, el barco de Giampaolo Samá. Unipersonal escrito y actuado por él mismo, donde se nos recuerda el pasado y el presente de los inmigrantes del mundo, partiendo, eso sí, de algunas de las muchas historias posibles de todos aquellos italianos que soñaron "Lamerica" como el lugar donde sus sueños se harían realidad.

Son muchos los personajes convocados por Samá y, sin duda, ese es uno de los atractivos más interesantes de la propuesta, la agilidad y el humor con que se nos presenta a trabajadores, burócratas, capitanes de barco, mercachifles de poca monta, funcionarios corruptos... Un cocinero de barco es el encargado de hacer memoria y de guiarnos entre los sinsabores de esa cruda realidad donde las mentiras de unos y los azares tortuosos de otros escriben la historia.

Dos propuestas que nos hablan de un pasado no tan remoto para reflexionar sobre esas dudas eternas: de dónde venimos y quiénes somos.

Nada del amor me produce envidia
Dirección: Diego Lerman
Texto: Santiago Loza
Con: María Merlino

Escenografía: Silvana Lacarra
Iluminación: Fernanda Balcells
Vestidores: Guido Lapadula
Diseño gráfico: Florencia Bauza
Asistencia de escenario: Ezequiel Baquero
Prensa y producción: María Sureda
Colaboración musical: Jape Ntaca
Director musical: Sandra Baylac


La Carpintería. Jean Jaures, 858. Domingos, 18hs.
 
 
Lamerica
Texto: : Giampaolo Samá
Dirección: Lorena Barutta
Con: Giampaolo Samá
Diseño de luces: Dana Barber
Fotografía: Joan Tous
Asistencia de dirección: Elisenda Ibars
Prensa: Marisol Cambre
Producción ejecutiva: Eugènia Pascual Puig


TIMBRE 4. Boedo, 640. Domingos, 21.30hs.

SENCILLA

Cada tanto sucede. Cada tanto decidimos volver a confiar e ir a ver algo de lo que apenas sabemos nada. Alguien nos comenta que está bueno, que es la última función, que dicen que... Y cruzamos los dedos, nos encomendamos a San Judas y ahí vamos. Y, cada tanto, somos recompensados por ese acto de fe.

Agradecemos a todos los que azarosamente nos permitieron llegar y ser parte del público que disfrutó la última función (esperamos que regresen, que el boca a boca los reclame) de SENCILLA en Elefante Club Teatro el jueves pasado.

El programa quiere resumirnos algo que se intuye: "SENCILLA es parte de la intensa y breve historia de nuestra sala. Es parte de nuestra historia. SENCILLA es eso. Una obra pequeña y con humor. Un banco de plaza. Un farol. Dos actores. El humor necesario para continuar".

SENCILLA, de Lisandro Rodríguez y Santiago Loza, con dirección del primero, es uno de esos trabajos sustentados en el "menos es más". Un texto lúcido, íntimo y, sí, lleno de humor inteligente. Una puesta en escena contundente pero sintética que logra ser tan funcional como poética. Una dirección impecable y unas actuaciones vivísimas, cuidadas, precisas. Mariano Villamarín y José Escobar son Tilde y Prieto, esas dos mujeres a las que conocemos en su rato de descanso, su tiempo de cigarrillo, su media hora de soledad. La sala es pequeña, las distancias mínimas, y se nos permite ser espectadores privilegiados de una excelente composición de personajes donde somos testigos de ese prodigio que son los tiempos de pensamiento del personaje. Los gestos sutiles, las transiciones limpias, la respiración agitada, la mirada, los ritmos de la palabra. Nada es gratuito o borroso. Y todo, en conjunto, es un gran acierto.

Se intuyen muchas cosas sobre un montaje de estas características, valores que nutren el interés creativo de un grupo, la necesidad de encontrar un espacio propio al que invitar al mundo, la esperanza de que así sea pero, sobre todo, la importancia dada al trabajo, a las elecciones más personales que en tantos momentos del proceso se tornan absurdas, injustificadas. Poder reflexionar sobre algo más que el argumento o las actuaciones al salir de una sala es impagable.

Santiago Loza concluye en el programa: "SENCILLA es una obra muy querida por nosotros. Imperfecta y simple. Bonita como la muchacha que se arregla con cuidado para una esperada salida de franco turno. SENCILLA es un inicio, pero también una dirección, una puerta que se abre y que no sabemos a dónde nos lleva".

No dudamos de que esa puerta se abrirá de nuevo. No dejen de cruzarla.


Texto: Santiago Loza, Lisandro Rodriguez.
Dirección: Lisandro Rodríguez.

Actuan: José Escobar, Mariano Villamarin.
Vestuario: Mariana Tirantte.
Escenografía: Mariana Tirantte.
Diseño de luces: Magali Acha.
Fotografía: Nora Lezano.
Asistencia de dirección: Bettina Rodríguez Agesilao.
Prensa: María Sureda.
http://www.elefanteclubdeteatro.blogspot.com/