Herzog

Leímos estos días Conquista de lo inútil. (Diario de filmación de Fitzcarraldo), de Werner Herzog. Una lectura que desafía casi en cada página el frágil criterio de lo verosímil. Las imágenes de un cotidiano tan violento como absurdo alimentando la gestación de una película cuya producción no puede ser más desmedida.

La certeza de que hay infinitos mundos en éste y todas las posibles dudas que una creación suscita elevadas a un grado sumo. El cine como hazaña, como forma de vida, como búsqueda de un sentido tan efímero como imprescindible.

Acá algunos fragmentos:


Saramirizia, 20/8/79

Nuestra lancha rápida está varada con los anillos de la junta rotos. El conductor se olvidó de traer los respuestos y las herramientas y espera ahora a que algún acontecimiento haga revivir al motor. Sudor, sopor de tormenta, perros durmiendo. Huele a pis enevejecido. En mi sopa nadaban hormigas y escarabajos como acompañamiento de los ojos de grasa. Todopoderoso, envíanos un terremoto.  


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Iquitos, 23/10/79

Ocho meses borrados, como si no quisiera que hubieran existido. Un año de catástrofes, desde el punto de vista privado y laboral. El campamento en el río Marañón, luego de que fuera abandonado hasta el puesto sanitario, fue incendiado por los aguarunas del del Consejo de Indígenas. Criminalización de mi persona en los medios, un tribunal grotesco contra mí en Alemania. Igual continuamos en con el trabajo, en la certeza, probablemente sólo la esperanza, de que el tiempo enderezará las cosas, de que a la larga los hechos perdurarán por sobre todo esto. Problemas de dinero. Estaba tan abajo que no tenía nada para comer. Vendí dos frascos de shamppo de Estados Unidos en el mercado de Iquitos y compré con eso cuatro kilos de arroz, con lo que me pude alimentar tres semanas. Nació mi hija; algo bello quedará.

Un papel suelto, sin fecha, entre las hojas:

La vida está mortalmente encendida o mortalmente apagada.  

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Nueva York, 6/3/81

Después volé a Munich. Encuentro de todos los asociados e inversionistas. Lucki había elaborado una presentación despiadada donde estaban calculadas todas las posibilidades, también lo impensable estaba expresado en números. Pero la pregunta que todos querían ver contestada era: ¿tendría yo el temple y la fuerza como para empezar todo de nuevo desde el principio? Yo dije que sí, de lo contrario sería alguien que ya no tiene sueños, y sin ellos no querría vivir.

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Iquitos, 2/4/81

Durante las pruebas de vestuario Franz se mostró visiblemente aliviado, habló de plegarias que fueron escuchadas, y yo le respondí, medio en broma, que nuestras plegarias semejaban una conversación fervorosa hacia una habitación oscura, de la que no llega ninguna respuesta y de la que también deberíamos asumir que está totalmente vacía, ni siquiera habitada por alguien grande y silencioso en su silla que podría acaso oírnos, pero que ni siquiera nos regala un eco desde el vacío, salvo la resonancia de las esperanzas tontas y del autoengaño. Luego de sacarme esto de encima, nos reímos y tomamos una cerveza.

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Camisea, 27/4/81

En el afinado concierto de este mundo, las nubes, los lechos minerales y los humanos hicieron hoy lo suyo por igual y sin diferencias para sacar a la luz la naturaleza de la creación.

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W. Herzog. Conquista de lo inútil. (Diario de filmación de Fitcarraldo), ed. entropía, Buenos Aires, 2004.