Alacrán o la ceremonia

Cuando el unipersonal construye un mundo nuevo al que se nos invita, nuestra experiencia como público recupera algo del antiguo rito, no nos limitamos a ser espectadores educados sino que nos convertimos en cómplices y testigos de un personaje que nos necesita. 

Alacrán o la ceremonia, del español José Antonio Lucia, apuesta, desde el título, por esa ritualidad. Alacrán, un gitano nómada, enamorado, vividor, entra en escena por la puerta grande, cantándole al dolor pasado y al futuro, presentándose con lo puesto, que no es poco, sobre todo cuando se luce como estampa, cuando se sabe que lo que acierta a mostrarse es apenas un reflejo posible, la punta del iceberg de su historia.

José Antonio Lucia figura como padre de la criatura. El personaje es una creación propia, tanto el texto como la poética afilada con la que lo encarna. Es él quien le da vida, dirigido en Buenos Aires por Román Podolsky, cuya sensibilidad para propuestas de esta índole nos resulta conocida y admirada. 

Alacrán tiene la consistencia de un personaje tan atávico como poético. Se nutre de un imaginario español y oscuro donde se dan la mano Lorca, el esperpento, el maravilloso folclore gitano, el cante y hasta la semana santa. La composición del texto es impecable, abunda en metáforas y expresiones en desuso que se rescatan con desparpajo y organicidad y que acá, además, resuenan con un exotismo que embelesa y seduce a la platea desde el primer instante. Quien escribe siente fascinación por los personajes que, ya desde el texto, iluminan el escenario con una voz personal y poderosa. Un punto de vista único que se traduce en la naturaleza de sus expresiones. Alacrán es un regalo al oído y al entendimiento. Hay en la obra una arqueología de la palabra, pero también de una realidad que se permite rescatar las huellas de un poderoso imaginario español que, por desgracia, el tiempo ha ido borrando y silenciando. La narración nace y se presenta como fábula pero, sobre todo, como ceremonia. Alacrán tiene que volver a contar una y otra vez su historia para entenderla y para que nos entendamos, para hacer presente a los que ya no están y recordar que el amor, alguna vez, fue el comienzo, no solo el fin de todo. 

No llegan muchas obras españolas a Buenos Aires donde puedan disfrutarse tantos elementos: texto, dramaturgia, actuación y dirección. Una puesta en escena mínima, bien porteña, que otorga al intérprete la responsabilidad de conquistarnos.Y lo logra. 



Alacrán o la ceremonia

Idea, texto y dramaturgia:  José Antonio Lucia. 
Actúa: José Antonio Lucia.
Prensa: Marisol Cambre.
Producción: Murática Teatro, Sandra Commisso.
Dirección: Román Podolsky.

Domingos, 21.30 
Timbre 4
Boedo 640