Valeria Iglesias






Escritora. Editora. Docente. 



¿Cómo te definís profesionalmente?
Ecléctica, heterogénea y ciclotímica. Mi curiosidad nunca me deja tranquila y siempre creo que hay algo más interesante para hacer. Nunca puedo estar haciendo lo mismo por mucho tiempo. Algo que en el pasado viví con angustia. Sentía que nunca echaba raíces, que el entusiasmo de lo que emprendía pensando en que "esa era mi vocación" llegaba a agotarse pronto. Pronto había otra cosa que me interesaba más hacer. Años de terapia me ayudaron primero a aceptar mi forma: mi vocación es multitareas y se parece a las galletitas surtidas. Diferentes intereses conviven y los trabajo como si se complementaran el uno al otro. Y, segundo, aprendí a sacarle ventaja a esta forma de ser. Aprendí, en realidad, que nada de lo que emprendo queda abandonado en el camino cuando cambio de rumbo. Aprendí a integrar, a encontrar puntos de conexión con todas mis vocaciones.
¿Sabés por qué te dedicás a esto?
Hay un momento en que una, sin darse mucho cuenta de lo que está haciendo, al tomar un rumbo, deja inaccesibles otras puertas. Hay hasta una edad para dedicarse a una carrera académica o dentro del mercado laboral formal. Yo ya no podría trabajar para una empresa. Primero porque no sé bien en qué rubro podría aprovechar al máximo mi potencial. Segundo porque para hacer carrera todos buscan empleados o pasantes de menos de 25 años (por ser generosa con el límite de edad). Entonces, por más que quisiera, ya no podría elegir el mundo seguro de un sueldo holgado por mes a cambio de mi rutina diaria de 8 horas dedicadas a un interés corporativo. En cambio, vivo con lo justo (a veces muy justo), pero manejo mis tiempos, siempre tengo un hueco para investigar algo nuevo, siempre tengo margen para, dentro del freelanceo y el trabajo independiente, cambiar el rumbo.
El momento en que elegí este rumbo fue durante la crisis de 2001. Mi hijo era pequeño y tenía la opción de capear el temporal trabajando más horas por menos plata, asegurándome un empleo, pero dejando de ver a mi hijo todos los días 8 horas y trabajando esas 8 horas para pagarle a una señora que lo cuidara y así llegar a fin de mes sin un mango de más. La otra opción era arriesgarme a llegar a fin de mes también con los mangos justísimos, pero compartiendo más tiempo con mi hijo.
¿Qué disciplinas resultaron fundamentales en tu formación?
No lo sé. Lo que sí sé es que lo que resultó fundamental fue darme cuenta de que todas las disciplinas, todo lo que estudié y estudio, todo lo que incorporé y sigo incorporando no son conocimientos estancos que no se relacionan entre sí. Todo se conecta. Un taller de clown sirve para pensar la escritura. La escritura sirve para pensar un ejercicio de inglés para niños. Un ejercicio de inglés para niños, sirve para pensar cómo enseñar español a extranjeros. Enseñar español a extranjeros sirve para reflexionar acerca de la gramática. Reflexionar acerca de la gramática sirve para pensar en la inclusión social, y así... También podría relacionar la gramática con el clown, la escritura con la inclusión social, el extranjero con el niño, y así.
¿Qué es lo más útil que te ha enseñado tu trabajo?
La paciencia. Primero a descubrir que es accesible a todos. Segundo que, contrario a lo que al principio parece, te permite avanzar más rápido. También la importancia de la generosidad. Enseñar (lo que sea que uno enseñe) requiere de una entrega enorme. Darlo todo es la consigna. Desde mi punto de vista es mejor maestro el que tiene 2 y te da 2 que el que tiene 10 y te da 8. Eso lo aprendí de mis mejores maestros y así me moví siempre en todo lo que transmití.
¿Y lo más hermoso?
Ver que lo que diste, le sirvió a alguien. Comprobar que, a pesar de que a veces en el día a día pensás que da lo mismo hacer que no hacer lo que estás haciendo, un día levantás la cabeza y ves un montón de gente que aprecia y agradece lo que estás haciendo. Sobre todo me refiero a los proyectos que hago y que no me generan ingresos económicos y que a veces me canso de sostener. Entonces, cuando estoy muy agobiada pienso, ¿por qué seguir? ¿si da lo mismo? Pero no, no da lo mismo. Eso te da aliento.
¿Cuáles considerás que son tus principales fuentes e influencias creativas?
Romper con prejuicios, envidias (propias y ajenas) y autocensura... o mejor dicho (porque lograr estas rupturas es un fin muy exigente) trabajar día a día para detectar prejuicios, envidias y autocensura hace que cualquier material se vuelva fuente de creatividad. Eso en un plano muy general. En un plano muy particular, de un tiempo a esta parte, Amanda Palmer me inspira para todo: para crear, para promocionar y para pensar cómo estructurar mis planes a futuro.
¿Qué es lo que más te duele a la hora de ejercer tu vocación?
No tener un pasar económico que me permita un poco más de libertad y algunos viajes que sigo postergando año a año.
¿Crees haber sacrificado algo importante para dedicarte a esto?
No.
¿En cuántos proyectos laburaste el año pasado?
En dos. Uno fue terminar de escribir una novela que me llevó como cinco años. El otro, la editorial. Que es un proyecto que requiere de mucha energía y del que espero que al menos se autosustente.
¿Todos llegaron a mostrarse?
Sí. Pero la novela se convirtió en un nuevo proyecto: corregirla.
¿Cuántos te esperan ahora?
Bueno, si pienso la editorial como un gran proyecto con subproyectos (cada libro, cada evento, cada nueva estrategia) este año esperan unos 10 libros más, un evento importante por los 5 años de la editorial  y alguna que otra cosita más.
Aparte, me queda pendiente corregir la novela, que no sé si podré aunque sea arrancar este año.
¿Cuál es el proyecto al que dedicaste más tiempo hasta la fecha?
Ediciones Outsider, sin dudas.
¿Cómo lo recordás? ¿Qué hubo de bueno y de malo?
Ayer hablaba con Francisco Cascallares, uno de los socios, sobre esto: los proyectos de largo aliento son como una relación. Al principio es todo bueno, como el enamoramiento. No ves la hora de estar trabajando en ese proyecto y odiás todas las otras ocupaciones que te roban tiempo. Pero a medida que la novedad se pasa, el trabajo cuesta más. Y ya no todo es tan romántico. Igualmente, hay que seguir, porque todo lo que se construyó requiere de más esfuerzo para que, en algún momento, veas los frutos.
¿Vivís de lo que amás o tenés otra actividad que ayuda a pagar las cuentas?
Todo lo que hago, me gusta. Y me ayuda a pagar las cuentas también. Esto es posible porque con muy poco me las arreglo y porque nunca doy por sentado el trabajo. Cada día me levanto y pienso cómo voy a hacer hoy para dar lo mejor de mí en el trabajo. Cuando una piensa que el trabajo es un valor para los otros antes que un modo de ganar dinero, o algo que tiene que hacerme feliz a mí, el trabajo te da lo que necesitás para subsistir, y te da felicidad también.
Para dar un ejemplo, hace dos años volví a la docencia con niños. Doy literatura en inglés en una escuela primaria. Tengo muchos grados (de 4to a 7mo) y cada año siempre hay un grupo que es un poco más problemático o difícil que el resto. En vez de pensarlo como el grupo que no quisiera tener, lo pienso como el grupo que más me va a hacer crecer. El desafío es lograr que el grupo "guste de mí", como le digo a la directora cuando nos reunimos. Si el grupo se siente cómodo conmigo, todo es posible. A eso me refiero cuando digo "dar lo mejor de mí en el trabajo". Lo mismo sucede en otras áreas: los talleres, las clases de yoga, los proyectos que todavía no dan rédito económico. Lo que pasa es que no es tan visible el desafío, pero en todo lo que uno emprende tiene el desafío de realmente dar lo mejor de una misma.
¿Con qué otras artes te relacionas habitualmente?
Con la música, con el teatro, pero por sobre todas las cosas, me gusta el arte de hacer de la carrera de una un arte. Dar clases de literatura en inglés, por ejemplo, también como un arte. No te digo que me sale siempre, pero lo intento.
¿Qué es lo más absurdo que has hecho por amor al arte?
Poner plata pensando en que iba a volver con creces.
¿Hay algo que no volverías a hacer?
No sé. ¿Volvería, por ejemplo, a poner plata en proyectos delirantes? Sí, volvería. Lo que no haría es esperar retorno o ganancia.
¿Qué estás leyendo?
Estoy leyendo Lagunas, de Milton Läufer. Una novela digital que cada mes tiene una versión nueva. Voy por mi primera versión. También estoy leyendo a Kazuo Ishiguro, The Buried Giant.
¿Qué autores recomendás siempre?
Lorrie Moore, Neil Gaiman, Mavis Gallant, Kazuo Ishiguro, Antonio Di Benedetto, Fernanda García Lao, Gabriela Cabezón Cámara, Jhumpa Lahiri. No sé, seguro después me voy a acordar de mil más.
¿Qué películas volvés a ver una y otra vez?
La fiesta inolvidable, Pulp Fiction y en mi época de madre de un niño: Toy Story.
¿Qué artistas – de cualquier ámbito - te resultan imprescindibles?
Amanda Palmer, Charly García, Andrea Álvarez.
¿Qué buscás en la gente con la que elegís laburar?
Entusiasmo. Liviandad. Respeto.
¿A qué profesionales de tu ámbito seguís de cerca?
En el ámbito de la escritura, a muchos, amigos y no tanto. Estamos bastante conectados en Facebook. No los voy a nombrar porque somos tantos y seguro me olvido de alguno.
¿Con quién hablás sobre tu trabajo? ¿Pedís consejo o asesoramiento a alguien de confianza?
Depende qué área. Del área de inglés, con Mariana Goldman y Maru Dorrego. Dos amigas y artistas, además, con las que nos nutrimos de ideas para explorar y hacer explorar a los estudiantes.
Del área de la literatura, con mis socios Francisco Cascallares y Jorge Churio, con Leticia Martín, Ana Ojeda, a veces le he dado de leer mis textos a Valeria Tentoni también. Hice un taller con José María Brindisi para terminar mi novela.
Del área del yoga, con mi hermana Natacha Iglesias, que sabe mucho de trabajo corporal
Del área de la maternidad, a amigas con hijos de la misma edad del mío.
¿Pedís subsidios para tus proyectos? ¿A qué instituciones?
Con Enzo Maqueira pedimos y conseguimos el Mecenazgo de la Ciudad de Buenos Aires en 2010.
¿Por qué?
Era necesario para arrancar con la editorial y fue un muy buen empujón.
¿Por qué vivís en Buenos Aires?
Por los afectos. Porque solo en una ciudad grande y heterogénea como esta puedo ganarme la vida picando un poquito de acá y otro poquito de allá. Porque soy bastante sedentaria. Porque extrañaría horrores. Porque nunca me hice la pregunta de por qué vivo acá.
¿Hay algún viaje que marcara un antes y un después en tu trabajo?
Hay un viaje que marca un antes y un después de mi vida: Londres.
¿Cuándo te das cuenta de que tenés un nuevo proyecto entre manos?
Cuando ya estoy casi embarcada o por embarcarme en él.
¿Sentís que tenés un sistema personal de trabajo?
Seguramente, pero no podría describirlo o identificarlo.
¿Qué hay en tu lista de cosas pendientes?
Viajar.
Actuar y cantar.
Aprender a tocar el piano.
Volver a enamorarme.
Poner un centro cultural.
¿Tenés un panorama claro de lo que vendría siendo tu trayectoria?
No.
¿Qué es lo que más te preocupa en tu futuro?
Terminar medio vieja chota  y que mi hijo se tenga que hacer cargo de mí, como una responsabilidad pesada. Esto implica llegar bien con el cuerpo y tener un plan de supervivencia económica. Lo primero me estaría saliendo más fácil.
¿Qué hacés cuando no estás trabajando?  
Redes sociales, mate con familia o amigos, tele, lectura. Pero excepto por el mate, todo se me termina mezclando con el trabajo.
¿Si no te dedicaras a esto qué estarías haciendo?
A algún otro tipo de mezcolanza inclasificable.