Notas a tus pies

"El amor es un sentimiento que no presupone ningún mérito en la persona que lo suscita. No compromete a ningún reconocimiento ni exige gratitud alguna en la medida en que se trata de una voluntad que no es la nuestra. Esto es el amor: deseo  inopinado sujeto al hastío, siervo del tiempo". Quignard.






Los caminos del amor son inescrutables. El amor en sí mismo lo es. Mi idea del amor jamás coincidirá con la tuya. No habrá dos personas que acierten a definirlo de la misma manera. Quizá coincidan en frases tópicas, las de los calendarios y sobrecitos de azúcar, pero no en lo medular. Mi amor es sólo mío, mi experiencia, mi aprendizaje y, quizá sobre todo, mi modo de expresarlo. Todo esto es cierto, sin embargo... ¿Cuánto de nuestra exquisita sensibilidad compartimos con los otros?

La lectura de Correo sentimental, novela de Valeria Iglesias editada en la colección Potlach de Pánico el Pánico, proporciona reflexiones tan genuinas que se sienten robadas a esa íntima voz en off que todos llevamos dentro. "Usar la palabra amor en ciertos contextos requiere la destreza de un neurocirujano para no provocar desastres", escribe la protagonista. Y todos sabemos de lo que habla. Todos hemos estado en esa estación viendo llover.

Correo sentimental es el diario minucioso de una experiencia amorosa. Una mujer escribe infinitos emails al objeto de su amor y su deseo. Emails que nunca envía. Y, no puede ser de otra forma, lo que comienza siendo un intento de clarificar sus emociones para el otro: me gustas por esto y por aquello, te quiero así pese a que... termina convirtiéndose en una disección de ella misma.

"Descubrir que hay cosas que no me digo, que todo esto son cosas que no quise decirme a mí misma durante años".

La protagonista de la novela es escritora, editora. Eso marca la diferencia. La escritura como forma de vida atraviesa cada cosa y logra que ese zumbido constante y agudo del delirio amoroso se transforme en un hilo de pensamiento sostenido que no precisa de grandes acontecimientos para avanzar. El amor crece en las pausas, en los silencios herméticos del otro, en la soledad. Se riega con cada hipótesis elaborada que jamás llega a probarse. "No me importan las hipótesis porque yo con vos tengo ganas de tener una relación y no un campo de investigación científica", afirma rotunda.

Correo sentimental no es una novela de amor. El amor es la excusa pero termina convirtiéndose en el motor de algo más: de la obra. La justificación de una escritura imparable donde autora y lector se unen en una absurda comunión. Los emails se acumulan como borradores. El amor crece a la par que la escritura pero en la obra adquiere una vitalidad y una eficacia que no posee en la realidad. "Te estás convirtiendo en un personaje de ficción que construyo día a día". Un personaje atento, mejorado, con infinita capacidad de escucha. Un personaje con el que todo es posible. De eso se nutre el pulso de su escritura vorágine. Y ella, la mujer que escribe esos borradores, lo sabe. Estar enamorada apenas es una forma. Qué hacer con ese estado se convierte en el fondo.

La lectura de Correo sentimental nos deja la extraña sensación de que ese peculiar narrador omnisciente que a ratos nos acosa, es una voz común compartida por muchos. Nos obliga a considerar la impunidad que proporciona lo virtual. Podemos mentir, sí, podemos jugar con desconocidos y mantenernos a salvo en una práctica estéril del reflejo de conquista, pero también podemos ser espantosamente sinceros. "En lo que escribo hay una intimidad de mi pensamiento que no sé si quieras visitar", afirma ella. Podemos confesarnos, pelear con nosotros mismos para entregarnos a un ejercicio de transparencia desmedida, podemos ser valientes, obscenos, divertidos, provocadores, cursis, idiotas.

Podemos ser nosotros mismos. A solas.
Hay que saber que nada de eso hará que alguien nos ame más, mejor, o un poco.
Nunca fue tan inútil ser romántico.

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Valeria Iglesias, Correo sentimental, ed. Pánico el Pánico, Bs. As, 2012.