Carne y Hueso




Buenos Aires (también) es un puñado de lugares a los que siempre volvemos, lugares que recomendamos y de los que nos sentimos parte porque algo de lo que ahí sucede nos (con)mueve y convoca, porque su apuesta siempre es alta y porque mantienen la difícil de promesa de seguir trabajando por y para todos. Roseti es uno de esos lugares y para quienes lo vimos fundarse, abrir sus puertas, llegar para quedarse, renovar contrato, para los que lo vimos conquistar amigos, juventud, y llenarse no sólo de teatro sino también de música, su permanencia en un momento como este donde tantos espacios sucumben, es más que un motivo de alegría. Encontramos ahí una constatación feliz de las causas que elegimos defender y un modo posible de seguir haciéndolo y, sobre todo por eso, encontramos en ese territorio que la casa valida como República de Chacarita, no sólo un faro, sino un hogar, uno de esos donde siempre te reciben con la pava lista. No se puede hablar de un proyecto de Roseti sin mencionar la sinergia de fuerzas que lo alientan y mantienen, no se puede porque esas fuerzas se renuevan cada vez y es imposible no apreciarlo, aunque no haya palabras que acierten a valorar esa confluencia en su justa medida. Algo aclararemos: no hay marketing, no hay fenómeno, no hay moda, no hay milagro. Hay trabajo. Mucho. Hay interrogantes abiertos. Siempre. Hay comunidad. Y boca en boca.
El año pasado estrenaron El mundo es más fuerte que yo, obra de largo e intenso proceso creativo que no dejó función sin agotar localidades. Toda una poética práctica sobre el quehacer escénico, un punto de encuentro que invitaba a reflexionar sobre las convenciones que creemos lo constituyen. Un banquete de incertidumbre donde palpitaban algunas cuestiones presentes en Carne y Hueso, su nuevo trabajo. Juan Coulasso, coordinador general del numeroso equipo, define con rotunda frescura sus propuestas y en esta ocasión afirma que “es una materialización espectacular derivada del proceso de investigación llevado a cabo en el Laboratorio de Creación Bilateral entre Escritura y Performance Escénica producido en Roseti durante el año 2017.”
En efecto, los intérpretes figuran como autores de los textos y sus voces dan luz a lo que pareciera un mecanismo lúdico de composición literaria. Hay una búsqueda específica sobre la sonoridad de la palabra y el ritmo que la articula. Lejos de elaborar un texto caprichoso, sobre la dificultad constructiva aparece un hilo de pensamiento que alumbra breves pero contundentes historias sobre el (des)amor, la soledad, el sexo y la violencia implícita y explícita que nuestros cuerpos toleran, advierten o, en ocasiones, desean. Hay humor, sí, pero también oscuridad y una filtración constante de la realidad que nos (des)hace.
Hay voces, personajes. Sin embargo, por deformación e interés de quien escribe, el ojo se detiene en los actores y actrices, en sus elecciones para materializar el deseo que los trajo hasta acá. Carne y Hueso no es una propuesta intimista donde prime eso que tantas veces describimos como “actuación orgánica” queriendo ver ahí, donde nunca está, una actuación verosímil, mimética, más o menos realista, pretensión que sabemos imposible pero que tanta fascinación ejerce en el teatro porteño. Sobre el andamiaje de un dispositivo literario se levanta una puesta donde la actuación se evidencia y significa, se deja registrar y crea desde ahí: el maquillaje, el vestuario, los cuerpos, la forma de decir, de pararse, etc. Hay una tensión insalvable en esa fórmula que dota de fragilidad cada escena. Sin pretensión narrativa, cada pieza se suma explorando las posibilidades del texto, la actuación y, por último pero en este caso para nada menor, el espacio concebido.
Roseti se transforma en un lugar indeterminado donde somos guiados por personajes que aparecen y desparecen. ¿Qué teatraliza un espacio? ¿Hay algo verdaderamente imprescindible para prender el clic de la ficción? No. Es imposible que un lugar no cuente por sí mismo, toda intervención (des)ordena su posible relato y la actuación lo modifica radicalmente. Asumida esa instancia todo territorio es potencialmente escénico. Sobre esta última premisa Carne y Hueso se permite una hermosa licencia poética y constructiva que nos negamos a desvelar pero que tiene todo que ver con la intencionalidad de los valores rosetianos. En esta ocasión su forma de ir un poco más lejos, de recordarnos dónde estamos, acá y ahora, y qué podemos o deseamos hacer mientras, es también una invitación a poner el cuerpo, a convertirnos en protagonistas de una acción colectiva, acompañarnos en la complicidad de quien desea ser parte de cualquier cosa que pueda suceder. 

Son muchas las imágenes que quedarán para el recuerdo en cada pequeño grupo de espectadores, pero elegimos el largo plano final, un travelling con música en vivo, sobre el que contenemos el aliento dudando sobre el siguiente paso de nuestro camino. ¿Dónde debemos  ir después? ¿Hay algo allá afuera que nos necesite verdaderamente? 

“Todo lo que se dice es porque pasó o porque todxs quisimos que pasara" afirma la gráfica de este desafío.
No lo dudamos.

Carne y hueso
Textos e interprétes: Rosario AndiaLeticia CoronelJosé FogwillYael LazzariNadia LozanoGuadalupe MorenoFederico PereyraJuan Manuel RodríguezLuciana Schmit

Diseño de escenografía: Adriana Baldani
Diseño de luces: José BinettiValeria Junquera
Fotografía: Cecilia Almeida SaquieresCatu Hardoy
Diseño gráfico: Nadia LozanoJuan Manuel Rodríguez
Entrenamiento vocal: Victoria Roland
Asesoramiento de vestuario: Uriel Cistaro
Asistencia de dirección y de escenas: Rafael EscalanteMalena GuinzburgRomina Trigo
Coordinación general: Juan Coulasso

Carne y hueso
Roseti
Roseti, 722
Sábados 15h.