La compañía
Buenos Aires Escénica está presentando en estos días la primera de una serie de investigaciones sobre el hecho teatral y su relación con el espectador. Decidieron que cada presentación recibiera el nombre de "prueba". Su calendario ya cuenta con un cronograma que cifra el desarrollo del proyecto en diciembre de este año y marzo del que viene.
Su programa de mano explica que el
Proyecto Pruebas se basa en "una serie de pruebas en relación a lo escénico que se irán investigando, montando y probando con el espectador. Éstas no se presentarán como obras que permanecen en cartel (...) sino que se irán mostrando en diferentes fechas, en diversos espacios y con tiempos acotados de exhibición".
"El espectador" se está presentando en la sala
Defensores de Bravard y la elección del lugar no es menor. No debe serlo cuando desde ya se intuye como un lugar de trabajo y confianza, donde se les permite no sólo explorar a conciencia los posibles usos de todo el espacio, si no programar estas sesiones de encuentro con el público con entrada gratuita. Por otro lado, los espacios convertidos en escénicos son los más incómodos, los menos "teatrales" a primera vista, pero los que mejor habilitan el factor del hiperrealismo que la propuesta indaga. Los espectadores comparten con los personajes la intimidad de la cocina, el baño y espacios transitorios que no están pensados para la contemplación. Mucho menos para albergar la expectativa teatral de un público.
Hasta aquí la propuesta resulta tan interesante como conocida para cualquiera que disfrute a conciencia de estas fórmulas intimistas que cada tanto la cartelera porteña nos regala. Pero Buenos Aires Escénica quiere ir un poco más allá. La intimidad espacial se comparte con los otros espectadores, teniendo que resignar en ocasiones el punto de vista o eligiendo uno de los muchos elementos que el azar nos ofrece como nutriente de esa ficción momentánea (juguetes abandonados en el piso, el reflejo de los otros en el espejo, un tarro de café sobre la mesada...), pero son los personajes los que nos habilitan en esa intimidad. No nos ignoran. Nos descubren. Sin sorpresa excesiva. Asumiendo quizá que todos contamos con múltiples observadores anónimos a los que ni percibimos.
Y una vez que nos descubren, nos cuestionan. Nos convierten en cómplices de sus inseguridades y certezas. La propuesta textual de Matías Feldman construye un hilo de pensamiento casi cinematográfico. La fragmentación, la libre asociación de ideas e imágenes termina por definir algo que bien podría ser una voz en
off. Esa voz censora y problemática que cada quien escucha dentro de sí. Únicamente cuando los personajes se encuentran entre sí reaparece un hablar más cotidiano, menos depurado. Un hablar improvisado donde se olvidan de sus observadores para tratar de comunicarse entre ellos sin mucho éxito. Los personajes elegidos para esta primera prueba son los miembros de una familia, ese núcleo cotidiano donde siempre se corre el riesgo de cierta invisibilidad. Quien no me escucha, no me entiende. Y tarde o temprano deja de verme. Entonces yo dejo de ser alguien, pierdo mi papel, mi rol. Con humor y pequeños gestos que exploran el absurdo cotidiano se nos introduce en esta serie de inquietudes.
La ficción se articula sobre principios tan frágiles como la realidad. Pero estamos acostumbrados a exigirle "resultados". La ficción debe "funcionar". Y paradójicamente una ficción funciona cuando su verosímil resulta creíble. Buenos Aires Escénica investiga sobre estos principios persiguiendo que el espectador abandone su pasividad para ser una parte vital de lo observado.
El espectador activo de esta Prueba no se define únicamente por su desplazamiento en esos espacios íntimos, por dónde se para, qué mira, o cuánto opina. Su participación activa está en la misma instancia que la del lector ideal. Ese lector que la teoría literaria define como activo, avisado, incluso "macho". Ese lector que (re)escribe lo que lee. Acá, el espectador activo elabora no sólo gracias a lo que ve, también gracias a lo que no ve, a lo que logra escuchar, a lo que imagina tras las paredes y al valor simbólico que esos personajes poseen como parte de un estereotipo siempre renovado: la misteriosa e inagotable "familia tipo".
El pacto que se firma entre actores y espectadores es tan flexible como complejo. Vos, actor, vas a mentirme, y yo, voy a creerte porque vos lograrás que me olvide de todo, de mí, por supuesto, pero también de vos. Veré en vos lo que quieras que vea. Serás un anciano o un niño de ocho años. No me molestará. Te dejaré jugar. Ser. Creeré en vos más que vos mismo. Y los dos nos demostraremos que este invento del teatro sigue siendo posible y aún tiene muchas lecciones y sorpresas para darnos.
Prueba I: "El espectador"
Con: Javier Drolas, Juliana Muras, Guido Losantos, Braian Kobla.
Ambientación: Soledad Ruiz Calderón.
Fotografía: Mariana Roveda.
Investigación: Jimena Trombetta.
Asistencia de producción: Poppy Murray.
Colaboración artística: Luciano Suardi, Maitina De Marco, Lorena Vega.
Dramaturgia y dirección: Matías Feldman.
Buenos Aires Escénica
http://baescenica.wordpress.com/