Flor Codagnone


¿Cómo te definís profesionalmente? 
Me estoy animando cada vez a decir “poeta”, si no, “escritora”. En los papeles soy “Licenciada en Periodismo”.
¿Sabés por qué te dedicás a esto? 
Sé porqué doy clínicas literarias: hay algo de mi escucha que se juega en la lectura y en la escritura. Una vez un escritor, después de que le hablara de su libro, me dijo en chiste: “Flor, dejá a tu novio y casate conmigo”. No era dejar a mi novio, pero supe que tenía que hacer algo con eso.
¿Qué disciplinas resultaron fundamentales en tu formación?
Puedo decirte que haberme cruzado en la secundaria con las clases de literatura de Javier Adúriz fue algo fundamental. Las clases de historia del arte en la universidad, también. Y, lo que ahora me está resultando sorpresivamente poetizante, son las clases de filosofía y los cruces con Darío Sztanjszrajber.
¿Qué es lo más útil que te ha enseñado tu trabajo?
A relacionarme con el otro.
¿Y lo más hermoso?
Relacionarme con el otro.
¿Qué es lo que más te duele a la hora de ejercer tu vocación?
Lo pauperizado que está todo. Cuando ejercía el periodismo era muy triste saber lo que pagaban mi trabajo. Lo desvalorizado que estaba. En la poesía pasa algo parecido, pero distinto. Muchos autores tienen que pagar las ediciones de sus libros. Y en este ámbito también no me duelen, pero me preocupan los “maestros” y los “discípulos” que los siguen ciegamente.
¿En cuántos proyectos laburaste el año pasado?
El año pasado estuvo dando vueltas un espectáculo poético y tres poemarios.
¿Todos llegaron a mostrarse o estrenarse?
Sí. El espectáculo tuvo su función con éxito. Si bien sólo uno de los poemarios se publicó, los otros dos se mostraron y trabajaron de otros modos: en escuelas y actos públicos.
¿Cuántos te esperan ahora?
No lo sé, pero hay uno, en particular, que parece estarme empujando a explorarlo aunque yo no quiera.
¿Vivís de lo que amás o tenés otra actividad que ayuda a pagar las cuentas?
En la actualidad no llego a fin de mes y estoy buscando otras actividades para poder hacerlo.
¿Con qué otras artes te relacionas habitualmente?
Filosofía, música, arte plástico, cine…
¿Qué es lo más absurdo que has hecho por amor al arte?
Lo que llamé “Gira Rodrigo Bueno de la poesía”. Sin transporte propio: dos lecturas la misma noche, una en La Plata, otra en Almagro.
¿Hay algo que no volverías a hacer?
Sí.
¿Qué películas volvés a ver una y otra vez?
Si están dando “La novicia rebelde” no puedo no verla.
¿A qué profesionales de tu ámbito seguís de cerca?
Sobre todo a los de mi generación.
¿Con quién hablás sobre tu trabajo? ¿Pedís consejo o asesoramiento a alguien de confianza?
De mis libros es raro que hable con alguien, pero de todo lo que los rodea y surge después, Salvador, mi pareja, es un buen interlocutor y mis amigas poetas, también.
¿Por qué vivís en Buenos Aires?
Por la inercia de mi nacimiento. Vivo incluso a 5 cuadras de donde nací.
¿Cuándo te das cuenta de que tenés un nuevo proyecto entre manos?
Cuando lo siento en el cuerpo.
¿Tenés un panorama claro de lo que vendría siendo tu trayectoria?
Creo que eso es algo sobre mí que tienen más claro los otros.
¿Si no te dedicaras a esto qué estarías haciendo? 
Cuando era periodista no me imaginaba haciendo otra cosa. Ahora que mi trabajo está relacionado con la poesía y la literatura no me imagino haciendo otra cosa.