Katja Brunner escribió Demasiado cortas las piernas en un taller de dramaturgia con tan sólo dieciocho años. En el pasado Festival Internacional de Dramaturgia Europa + América, el docente que impartió aquel taller estaba presente en el debate posterior y comentó que la autora tenía la idea muy clara desde el principio y que sí, el texto suscitó cierta polémica e incluso cierta confusión en torno a si era autobiográfico o no. No lo es. Se entiende la suspicacia o inquietud del público, sin embargo, porque las certezas expresadas, tanto en fondo como en forma, gozan de una rotundidad un tanto insólita. Para cualquiera, pero si pensamos en semejante texto como primera obra a tan temprana edad... ¿Qué clase de chocolate merendaba esta niña?, nos preguntamos.
Demasiado cortas las piernas no es para cualquiera. No lo es la temática ni tampoco lo es el texto concebido para abordarla. Tuve la suerte de leer el texto antes de su estreno en el festival y la lectura resultó un interesante ejercicio. Brunner escribió uno de esos textos sin principio ni fin donde se acumulan imágenes pasmosas, voces distintas, narración de lo ya sucedido con fragmentos de... ¿sueños? ¿testimonios? El lector solitario avanza por la obra con un machete y va armando su particular interpretación de algo que cada vez se torna más literario y oscuro.
La propuesta de Brunner se aleja de la dramaturgia tradicional. Lanzó el texto al mundo para que cada director haga con él lo que buenamente pueda. Ciertamente, no es un desafío para cualquiera.
Diego Faturos, director de la versión que en estos días reestrena en Timbre 4, hizo un excelente trabajo en su adaptación para la puesta en escena. Creó un coro de personajes orgánico entre los que repartió gran parte del relato y las opiniones sobre lo acontecido. Como si fueran guionistas o narradores omniscientes, nos guían a través de unos hechos que no terminan de quedar claros. Las cosas pudieron suceder así, pero quizá no. Quizá fueron de otro modo. Sea como fuere, no parece haber un modo correcto, cuesta encontrar las palabras adecuadas para expresar las infinitas posibilidades y también es difícil ponerse de acuerdo. Ese coro, somos un poco nosotros.
Espectadores sumidos en un silencio cada vez más compacto. Uno de esos silencios que el teatro tanto extraña en las plateas infectadas de zumbidos, pitidos e insolentes papelitos de caramelos. El público de Demasiado cortas las piernas - en las dos funciones vistas hasta el momento - casi no se mueve. Le sobran los motivos.
Faturos contrapuso a su coro dos personajes femeninos: madre e hija. Dos universos paralelos que nunca volverán a estar juntos. Lala Mendía y Julieta Vallina logran interpretaciones necesariamente opuestas y artísticamente complementarias dotando no sólo de sentido al argumento, sino de vida y contradicción a sus personajes. Insistimos en subrayar la importancia del hallazgo de Faturos: la creación de todas esas voces a partir de un texto engañosamente uniforme donde lo literario se impone sobre la dramático. Es decir, la acción, brilla por su ausencia.
Cabe destacar también que la dirección logra mediante las elecciones de puesta en escena, el ritmo y la dirección de actores, que el humor se haga presente acá y allá, lo que permite que el público respire aliviado en medio de su angustia. Se agradece.
Demasiado cortas las piernas aborda el tema de la pedofilia incestuosa desde un punto de vista inesperado. Es todo lo que diremos sobre el argumento porque, realmente, esperamos que vayan a verla y saquen sus propias conclusiones.
Demasiado cortas las piernas
Dramaturgia: Katja Brunner.
Traducción: Carla Imbrogno.
Actúan: Cinthia Guerra, Julián Krakov, Matias Labadens, Francisco Lumerman, Lala Mendía, Javier Rodríguez Cano, Julieta Vallina.
Escenografía: Eliana Itovich.
Video: Felipe Garrido.
Animación: Javier Timossi.
Ilustrador: Augusto Consthanzo.
Diseño gráfico: Julieta García Zacarías.
Asistencia de dirección: Marcelo De León.
Prensa: Marisol Cambre.
Producción: Rocio Perez Silva.
Dirección: Diego Faturos.
Timbre 4
México 3554
Viernes de marzo, 20.30h.
Desde ABRIL, jueves a las 21h.
Demasiado cortas las piernas no es para cualquiera. No lo es la temática ni tampoco lo es el texto concebido para abordarla. Tuve la suerte de leer el texto antes de su estreno en el festival y la lectura resultó un interesante ejercicio. Brunner escribió uno de esos textos sin principio ni fin donde se acumulan imágenes pasmosas, voces distintas, narración de lo ya sucedido con fragmentos de... ¿sueños? ¿testimonios? El lector solitario avanza por la obra con un machete y va armando su particular interpretación de algo que cada vez se torna más literario y oscuro.
La propuesta de Brunner se aleja de la dramaturgia tradicional. Lanzó el texto al mundo para que cada director haga con él lo que buenamente pueda. Ciertamente, no es un desafío para cualquiera.
Diego Faturos, director de la versión que en estos días reestrena en Timbre 4, hizo un excelente trabajo en su adaptación para la puesta en escena. Creó un coro de personajes orgánico entre los que repartió gran parte del relato y las opiniones sobre lo acontecido. Como si fueran guionistas o narradores omniscientes, nos guían a través de unos hechos que no terminan de quedar claros. Las cosas pudieron suceder así, pero quizá no. Quizá fueron de otro modo. Sea como fuere, no parece haber un modo correcto, cuesta encontrar las palabras adecuadas para expresar las infinitas posibilidades y también es difícil ponerse de acuerdo. Ese coro, somos un poco nosotros.
Espectadores sumidos en un silencio cada vez más compacto. Uno de esos silencios que el teatro tanto extraña en las plateas infectadas de zumbidos, pitidos e insolentes papelitos de caramelos. El público de Demasiado cortas las piernas - en las dos funciones vistas hasta el momento - casi no se mueve. Le sobran los motivos.
Faturos contrapuso a su coro dos personajes femeninos: madre e hija. Dos universos paralelos que nunca volverán a estar juntos. Lala Mendía y Julieta Vallina logran interpretaciones necesariamente opuestas y artísticamente complementarias dotando no sólo de sentido al argumento, sino de vida y contradicción a sus personajes. Insistimos en subrayar la importancia del hallazgo de Faturos: la creación de todas esas voces a partir de un texto engañosamente uniforme donde lo literario se impone sobre la dramático. Es decir, la acción, brilla por su ausencia.
Cabe destacar también que la dirección logra mediante las elecciones de puesta en escena, el ritmo y la dirección de actores, que el humor se haga presente acá y allá, lo que permite que el público respire aliviado en medio de su angustia. Se agradece.
Demasiado cortas las piernas aborda el tema de la pedofilia incestuosa desde un punto de vista inesperado. Es todo lo que diremos sobre el argumento porque, realmente, esperamos que vayan a verla y saquen sus propias conclusiones.
Demasiado cortas las piernas
Dramaturgia: Katja Brunner.
Traducción: Carla Imbrogno.
Actúan: Cinthia Guerra, Julián Krakov, Matias Labadens, Francisco Lumerman, Lala Mendía, Javier Rodríguez Cano, Julieta Vallina.
Escenografía: Eliana Itovich.
Video: Felipe Garrido.
Animación: Javier Timossi.
Ilustrador: Augusto Consthanzo.
Diseño gráfico: Julieta García Zacarías.
Asistencia de dirección: Marcelo De León.
Prensa: Marisol Cambre.
Producción: Rocio Perez Silva.
Dirección: Diego Faturos.
Timbre 4
México 3554
Viernes de marzo, 20.30h.
Desde ABRIL, jueves a las 21h.