El humor de Alemania no es negro. Es ácido. Como corresponde a un universo donde todos "son rubios e indecisos". Alemania está llena de posibles improbables y pequeños delirios que arañan demasiado la puerta de cualquiera como para que sea sólo un muy buen chiste. Alemania es aguda. Y nos deja reír en la platea alimentando una inquietud que que late en cada escena y en esas transiciones que apuestan por la deformidad pesadillesca, ese espacio donde todo se dice sin palabras iluminando miedos ancestrales que nunca recordamos la mañana después.
Alemania habla del padre ausente. Del abandono egoísta en el que muchos encuentran su único camino para continuar. La figura paterna se nos tiñe de excesos. Un abuso constante de autoridad ridícula. El padre se fue hace veinte años. "Hizo su vida". Ahora está de regreso y su inserción en el cotidiano de esa familia a la que abandonó no puede ser más violenta. Por inesperada e insólita pero también por obviada. Está, de pronto, como si nunca se hubiera ido, como si el tiempo no hubiera pasado, en el dormitorio. Ese espacio íntimo donde tanto se comparte y transgrede. Ciatti alude apenas algunas de las muchas oscuridades que pueden esconderse bajo cualquier alfombra: la violencia, el abuso, una sexualidad incómoda y oscura...
El hombre es el rey de su casa. En Alemania el padre es un fantoche repulsivo que sólo ahí dentro, en ese dormitorio que siempre lo esperó, puede tener poder ilimitado, confianza, opinión. Y en el mundo, ese afuera lejano que se nombra (el club, Agronomía, es decir, Buenos Aires y Argentina, pero también Europa y una Alemania de postal alpina) el padre es alguien porque posee una gran fortuna. Quizá.
Ciatti no confirma ni niega demasiado y ninguno de los personajes inspira tanta confianza como para creer en su versión de los hechos. Sin embargo, la suma de todos ellos nos regala un cuadro de absurdo humanizado por su profundo patetismo.
La dirección apuesta por subrayar con acierto los rasgos más excesivos de los personajes y los actores ofrecen intensos momentos de precisión esperpéntica. Ivan Moschner, el padre, concibe una criatura inolvidable en una escala ascendente de manierismos y arrogancias con las que logra hacernos reír y ser profundamente insoportable al mismo tiempo. Ciatti añade música en vivo sumando un curioso refuerzo estético y unos guiños de humor muy interesantes para el espectador con los momentos de entrada y salida de su singular cuarteto de cuerdas.
Alemania ofrece muchos y distintos niveles de análisis, es una obra que puede verse muchas veces para prestarle atención cada vez a un factor distinto. Y eso, sin duda, es algo que el público agradece.
Alemania
Teatro Anfitrión
Venezuela 3340
Viernes 23.30hs.
Texto y dirección: Nacho Ciatti.
Actúan: Eugenia Alonso, Guido Botto Fiora, Ivan Moschner, Michel Noher, Florencia Zothner Ciatti.
Músicos: María Eugenia Amarilla, Estefanía Araoz de La Madrid, Olga Ileana Kneeteman, Natalia Macera.
Vestuario: Gabriela A. Fernández.
Escenografía: Mariana Tirantte.
Diseño de luces: Matías Sendón.
Realización de vestuario: Patricio Delgado.
Música original: Nacho Ciatti, Alan Haksten.
Fotografía: Francisco Iurcovich.
Diseño gráfico: Leandro Ibarra.
Asistencia de escenografía: Gonzalo Córdoba Estévez.
Asistencia de vestuario: Belén González Chiappe.
Asistencia técnica: Nacho Bozzolo.
Asistencia de dirección: Gabriela Pastor
Prensa: Claudia Mac Auliffe.
Arreglos musicales: Alan Haksten.
Producción ejecutiva: Gabriel Noacco.