Que la ira de los dioses antiguos de toda tradición, oriente y occidente, caiga sin miramientos sobre los pelotudos infrahumanos que siguen sin apagar los putos celulares. Que queden fulminados cuando suene su ringtone en medio de un teatro o un concierto. Y que a todos aquellos gilipollas que no pueden evitar mandar mensajes durante una hora y media se les caigan los dedos uno a uno.
Y a los de los caramelos otro tanto.
No vengan al teatro.
No vayan a conciertos.
Olvídense del cine.
Disfruten de sus casas.
Y no nos jodan más.
Y a los de los caramelos otro tanto.
No vengan al teatro.
No vayan a conciertos.
Olvídense del cine.
Disfruten de sus casas.
Y no nos jodan más.