Adiós πατέρας (un ensayo sobre el recuerdo o la despedida)







¿Puede una propuesta escénica mantener el espíritu revolucionario de un manifiesto artístico? ¿Puede una obra cumplir con los dudosos determinantes del oficio creativo y, a su vez, estar viva? ¿Cuándo comienza la muerte del artista? ¿Y la del hombre? ¿Qué obtenemos al diseccionar esas dos naturalezas? ¿Por qué lo hacemos?

El trabajo de Tiziano Cruz, presentado hace unas semanas en la Bienal de Arte Joven, materializa estas y otras muchas inquietudes para las que, afortunadamente, nunca hay respuesta unívoca. Cruz articula parte del relato de su vida mediante un dispositivo escénico que remite a la asepsia de las galerías de arte. Él se convierte en objeto exhibido y se presenta bajo el artificio de la síntesis, la claridad lumínica y la economía estética. Fragmentos del pasado nunca escrito, el paraíso de una infancia de la que fue expulsado y la muerte como constante vital, como acontecimiento capaz de signar un destino múltiple: el del niño, el hermano, el hijo, el hombre y el artista. Todos ellos son uno y responden al nombre de Tiziano, poeta del lenguaje visual, performance. Cruz, de origen jujeño, se presenta como pieza única, eslabón indescifrable de su familia. Su cuerpo ya es un manifiesto y la estética de este trabajo refuerza esa presencia donde el origen se percibe lejano y atávico aunque su traducción, su ser y estar, abracen la contemporaneidad. La música, el vestuario y una máscara de cordero permiten que nos aproximemos a la herida abierta sobre la que el poeta trabaja: la muerte temprana de su hermana menor a los pocos días de dar a la luz. Una muerte por negligencia médica. Una muerte política nunca es una más ni una de tantas cuando nos pertenece. Cruz hizo de su vida una obra de largo aliento donde se interroga sobre el sinsentido de la existencia. Abre las puertas de la casa de su infancia, comparte recuerdos, sueños y decisiones. Ordena los acontecimientos en una progresión donde el paso del tiempo proporciona la imprescindible lógica de una narrativa personal donde la tragedia adquiere su singularísima razón al ser interpretada. Lo que vemos, lo que hay, es apenas lo que pudo rescatarse de un incendio. Es sobre las cenizas  - de una casa, un cuerpo, un pasado – que se sobrevive y con esas cenizas, se escribe. Para volar. Para seguir volando.

El público forma parte de un ritual que trasciende la función teatral. En este unipersonal Tiziano Cruz se inmola. Su lenguaje poético anuncia el fin de los tiempos y la continuidad de un dolor insoslayable. Podemos mirar a la muerte a los ojos y, sin entenderla, desearla. Identificar en ella no un final, sino un punto de encuentro, un territorio liminal donde se llega no solo para dejar estar, también para aprender a dejar de ser lo que alguna vez creímos.


Adiós πατέρας (un ensayo sobre el recuerdo o la despedida)

Dramaturgia: Tiziano Cruz
Corrección de textos: Hugo Miranda Campos
Intérpretes: Tiziano Cruz
Diseño de vestuario: Luciana Iovane
Diseño de escenografía: Aida Navajas
Diseño de luces: Valeria Junquera
Diseño sonoro y  video: Matías Gutiérrez
Asesoramiento coreográfico: Popi Cabrera
Asistencia de dirección: Rodrigo Herrera
Tutoría: Gonzalo Demaria, Valeria Kovadloff
Producción: Rodrigo Herrera
Producción general: Ulmus Gestión Cultural
Colaboración artística: Aida Navajas, Marina Quesada
Dirección general: Tiziano Cruz

El Extranjero
Valentín Gómez 3378
Viernes, 20.30h.