Frente al (melo)drama cotidiano de la existencia, según coordenadas de humor y valor anecdotario, se impone, cada tanto, la certeza posible de una tragedia. La tragedia opera brutal e inesperadamente sobre el destino de los implicados y no distingue entre protagonistas y testigos de paso. La tragedia se ceba, o nutre, en aquellas familias donde el pasado no termina nunca de (re)escribirse, donde lo que sucede hoy, lo que hemos logrado ser, pende de un hilo a la vista de todos. Estas son algunas de las ideas que sobrevuelan la propuesta dramatúrgica con la que Fernando Ferrer aborda esta singular visita a Rey Lear que es La fiesta del viejo. El clásico de Shakespeare es el telón de fondo sobre el que se estructura el relato, pero las coordenadas del acá y el ahora que se nos ofrecen son muy otras: el reinado es un decadente club de barrio en Almagro, el rey un padre exhausto dispuesto a repartir su herencia en vida, y las hijas, tres hermanas que nunca se dijeron lo que piensan.
Como bien sabía el gran Manolito de Quino, "una herencia no se reparte, se descuartiza." Haciendo honor a esa máxima y fiel a la obra a la que rinde homenaje, lo que se inicia como una celebración de cumpleaños termina convirtiéndose en una prueba de amor donde las palabras traicionan lo evidente. Los acontecimientos se precipitan en cada discusión encarnizada de la prole y, mientras el delirio paterno aumenta, son los personajes ajenos a todo vínculo de sucesión, los que nos permiten juzgar el desmedido absurdo que se teje. El bufón del rey, asimilado en un pibe de barrio, ilumina la oscuridad de los acontecimientos, cumpliendo así el rol clásico del loco que proclama la verdad.
La dirección apuesta por una dramaturgia que combina la actualización del clásico con la presencia de fragmentos originales y despliega una puesta en escena que se adueña de la arquitectura de la sala explorando la incorporación del espacio acústico. El diseño de luces de Sebastián Francia acompaña ese uso del espacio y facilita el extrañamiento que reaparece una y otra vez cuando el padre, Lear exiliado en Almagro, identifica en la platea las nieblas de su pasado y su futuro.
El elenco, nada menos que diez actores en escena, defiende la coralidad de una propuesta que evoluciona progresivamente hacia el clímax irreversible que define la tragedia.
Todo esto sucede en uno de esos horarios que vienen a despejar la saturada grilla de funciones de las noches del fin de semana: los domingos a las doce del mediodía. La puesta se hace cargo de ese horario y recibe al público incorporándolo desde su llegada a la celebración con un exquisito aperitivo de entrada. En suma, muchos ingredientes que permiten reconsiderar con interés uno de los clásicos del bardo inmortal.
La fiesta del viejo
Dramaturgia: Fernando Ferrer
Actúan: Moyra Agrelo, Agustina Benedettelli, Julieta Cayetina, Helkjær Engen, Demián Gallitelli, Ezequiel Gelbaum, Clarisa Hernández, Gonzalo Ruiz, Julian Smud, Ezequiel Tronconi, Abian Vainstein.
Vestuario: Marina Claypole, Peta Moreno.
Diseño de luces: Sebastián Francia
Efectos especiales: Guillermo Toledo.
Fotografía, arte y espacio escénico: Romina Giorno.
Diseño gráfico: Juan Francisco Reato.
Asistencia De Producción Ejecutiva: Male Devoto.
Asistencia de dirección: Marisol Scagni.
Producción: Fernando Ferrer, Ezequiel Gelbaum, Clarisa Hernández, Julian Smud.
Dirección: Fernando Ferrer.
Domingos, 12h.
ESPACIO CALLEJÓN
Humahuaca 3759