De ratones y hombres

"Salir a cosechar / cada mañana / disgustos / sobresaltos / por dinero. / Regresar en la noche / a una casa vacía / de antemano / a un sueño / abandonado. / Llamamos vida / a eso"

Escribí esos versos hace unos días y hoy, después de ver Auxiliar de María García de Oteyza y Rocío Literas, los recordé porque González, el personaje que interpreta Horacio Nin Uría, los encarna. Y también, por esos zappings caprichosos del sentido, recordé la novela de Steinbeck, De ratones y hombres, donde la supervivencia es una tragedia errante.

González no vagabundea por el mundo, es un hámster más atrapado en su ruleta de ocho horas, haciendo kilómetros como asistente de una fiscalía a la que alguna vez llegó impulsado por el héroe de su infancia, el Super Ratón. González se hizo abogado para luchar por las causas justas. Un objetivo que en pocos años se ha difuminado. Su trabajo es su condena, una perpetua donde ve encadenados a todos los que le rodean. Es un hámster que se sabe hámster y eso, obviamente, lo mantiene aún a salvo de mayores corrupciones pero aislado. Es un náufrago en su casa. Una casa convertida en extensión de la oficina donde fantasea con la posibilidad de resolver un caso cuya argumentación recuerda a demasiadas películas. 

González ya no llora ni queriendo. Practica el aburrimiento como defensa ante un mundo que no perdona la falta de entusiasmo, la pausa o el silencio. Es patético, cobarde y cuenta con un único interlocutor al que convierte en testigo y cómplice de sus justificaciones y con quien, din darse cuenta, vuelve a jugar como cuando era niño convirtiendo lo que le rodea en lo que más necesita: compañía y trinchera. 

González fantasea con la muerte deseando que sea algo muy distinto a lo que vive. 

La dramaturgia avanza coherente desvelándonos la intimidad de un hombre con el que, inevitablemente, tendremos algo en común. Nin Uría trabaja con sobriedad una expresividad lacónica donde el humor del texto acierta a vibrar en el momento justo. La puesta, despojada, se convierte en una extensión de la desolación del personaje y nos hace pensar en esos treinta metros cuadrados de alquiler que el mercado insiste en vendernos como tumba donde morir un poco cada día. 

En los tiempos que corren elegir la desesperación y la soledad como tema va más allá de una mera inquietud estética. Frente al desperdicio de tantísimas vidas malgastadas en trabajos que nos encadenan a un sistema fracasado, frente a una humanidad que elige poseer la memoria de los peces, nunca está de más que la ficción refleje aquello que en la vida hemos aprendido a obviar a cualquier precio. 


Auxiliar

Texto: María García De Oteyza, Rocío Literas.
Actúa: Horacio Nin Uría.
Escenografía: Esteban Siderakis.
Diseño de luces: Román Tanoni.
Fotografía: Pia Leavy.
Asistencia de dirección: Rocío Literas.
Dirección: María García De Oteyza.


La Vieja Guarida

Guardia Vieja 3777
Domingos 20h.