El ciclo Invocaciones curado por Mercedes Halfon nos regala otra pieza destacable. En esta ocasión, quinta ya, la figura elegida es Pasolini y Matías Feldman el director a cargo de la invocación teatral. "¿Cómo invocar a Pasolini?", interroga el texto del programa. Ciertamente. Cómo.
La respuesta de Feldman es un zapping de ilusiones. Un plano sobre plano, un recorte dentro del sueño eterno, un instante detenido, el del último aliento, donde el creador italiano se universaliza y se convierte en hombre, pero también en dios(es) y en un clásico: un narrador todopoderoso y omnisciente que contempla la barbarie del mundo asumiendo su sinrazón como molde, sus vacíos como huecos que habitar.
Pasolini muere y se contempla. El tiempo se detiene, se abre, se rebobina y se adelanta. Su viaje, su fugaz tránsito por el limbo, lo lleva al peor de los infiernos: el de nuestros días. Y acá todo es posible. La escoria pasa inadvertida, la estupidez se aplaude, el elogio y el trauma son la misma cosa. No hay maestros, ni padres ni tradiciones redentoras. Nuestro futuro ha cristalizado los peores vaticinios del genio italiano. Feldman crea personajes que encarnan varias de nuestras pandemias y los dota de una verborragia donde brillan la ironía y el sarcasmo. Se nos resume el estado anoréxico del arte, el pensamiento y la clase media. Los efectos colaterales del capitalismo salvaje y la globalización. Contemplamos un retrato múltiple, suerte de laberinto de espejos, donde nos reproducimos hasta el infinito. "Viven atrapados en campos de concentración donde se torturan con sus contradicciones", se afirma, se deja caer entre otras muchas sentencias dignas de subrayarse. Acá y allá escapan carcajadas en platea quizá porque sabemos que nos señalan con el dedo.
La puesta arroja sobre el público centenares de reflexiones e interrogantes jodidos a los que estamos dolorosamente acostumbrados y para los que no pareciera haber respuesta. Nos hace conscientes de cuán parte de los males del mundo somos pero también, por suerte, nos permite entrever que sigue estando en nuestras manos, demiurgos al fin de todo lo que el mundo termina reflejando, la posibilidad de señalar las fallas del sistema, sus heridas y abismos. Un gran elenco hace posible este despliegue de inquietudes. La dirección apuesta por la alternancia de registros y un expresionismos irrealista cuya rotundidad resulta coral y tan plástica como efectiva.
Pasolini es una figura de inspiración desmedida. Rescatarlo del olvido es una hazaña poética y necesaria. Esta invocación es un recordatorio, un agradecimiento y un regalo. Quién nos dice que desde la camarita del ciber Eternity, el gran tano no esté contemplando aún este enorme despelote tantas veces anunciado.
Pasolini, invocación V
Autoría y dirección: Matías Feldman.
Asistente de dirección: Juan Francisco Reato.
Producción: Gabriel Zayat.
Elenco: Luciano Suardi, Andrea Garrote, Marcelo Subiotto, Juliana Muras, Ariel Pérez De Maria, Maitina de Marco, Guido Losantos, Diego Echegoyen, Paco Gorriz, Martín Aletta, Eugenia Blanc, Julian Duffy, Manuel Guirao, Juan Manuel Trentini, Martina Bajour.
Escenografía: Matías Feldman y Matías Sendón.
Realización escenográfica: Leo Ruzzante.
Realizador/escultor: Walter Lamas.
Diseño de vestuario: Emiliana De Cristófaro.
Asistente de vestuario: Belén Rubio.
Iluminación: Matías Sendón.
Colaboración artística: Rakhal Herrero, Juan Francisco Dasso.
C. C. General San Martín
Sarmiento 1551
Viernes y sábados a las 22h.
Domingos 21h.