La visión de Tolcachir

Ya han pasado casi seis años desde que se estrenara La omisión de la familia Coleman en lo que entonces era una pequeña sala del off del off porteño, un espacio mínimo para cincuenta espectadores, sala a la que fueron llegando de a poco, público, críticos y programadores de todas partes. Lo que comenzó como un proyecto íntimo que concluía un largo proceso de investigación actoral, lo que se iniciaba con el deseo de que familiares y amigos vieran el fruto de meses de improvisaciones, pronto se convirtió en un raro fenómeno donde el boca a boca agotaba las entradas cada fin de semana. Después vinieron los festivales, las giras y el reconocimiento internacional del joven autor y director Claudio Tolcachir, y con él, la conformación de Timbre 4 como esa nomenclatura que hoy se identifica con una escuela, una de las más importantes salas del teatro independiente en Buenos Aires, y varios elencos que dan vida a los sucesivos proyectos de Tolcachir.

Tres obras de escritura y dirección propias: La omisión de la familia Coleman, Tercer Cuerpo y El viento en un violín. Todos ellos programados sucesivamente en las Naves del Español en el Matadero, desde el pasado 6 de abril hasta el 5 de junio.

La prensa ya habla de la "trilogía" de Tolcachir, pese a que cada obra aborda una historia diferente. Sin embargo, es cierto que hay importantes pulsiones compartidas en estos trabajos. Por un lado, la apuesta por un teatro de personajes donde los actores son los máximos responsables del devenir del texto. La puesta en escena es siempre premeditadamente sobria, con los elementos indispensables para generar distintos ambientes. La iluminación de Omar Possemato es un acierto repetido en cada uno de los montajes puesto que acompaña la acción y nos guía en esos saltos espacio temporales tan presentes en el desarrollo argumental del teatro de Tolcachir.

Por otro lado, un análisis pormenorizado de los textos y sus personajes, nos revelaría significativas conexiones temáticas en el universo creativo de este joven director, nos limitamos a señalar la importancia capital dada al humor como forma de trascender las pequeñas grandes tragedias de lo cotidiano y la decisión de dar voz a todo un desfile de personajes que parecieran estar al borde de sí mismos, pero que, al mismo tiempo, se niegan a rendirse y hacen de lo imposible una supervivencia.

En el programa del Matadero Tolcachir afirma: "El origen de estas historias siempre estuvo y estará en sus personajes, en esos seres descolocados y patéticos que por lo general no encuentran manera de insertarse a la vida. Poder consumar un matrimonio entre el dolor y el humor es también un desafío personal. Poder implicarnos en las historias hasta el punto de sentirnos reconocidos y poder reírnos piadosamente de nosotros mismos".

Cualquiera que haya visto alguna de estas tres obras sabe que la excelencia actoral es uno de los factores más determinantes y atractivos para no perderselas o para volver a verlas. Madrid está de enhorabuena.

Más información: http://www.mataderomadrid.com/