La acción perfomática a menudo gestiona como factor clave la proximidad o lejanía del público. El
punto de vista no suele determinarse y ese libre
albedrío, se sabe, es una responsabilidad difícil de manejar. Fernando Rubio
experimenta hace décadas en este ámbito y explora a conciencia las
ventajas e inconvenientes de esas premisas. Yo no muero, ya no más, es un gran ejemplo de esto. El proyecto, estrenado en Uruguay en 2017 como producción
de la Comedia de Montevideo, forma parte de la programación del FIBA y podrá verse en
marzo en el marco de las actividades en torno al 8M.
El espacio escénico se presenta con aparente sencillez - una caja con
paredes transparentes - pero se articula como una compleja red de sentidos. Por un lado, en la caja, una puerta permite la entrada y salida de los intérpretes que dan y ponen cuerpo al relato; por otro, en ella se proyectan observaciones y materiales que
generan un paratexto político que trasciende lo que ahí sucede al remitirnos a su referente: los femicidios ante los que el
Estado se revela inoperante.
En la caja hay tierra y dos sillas. La caja es blanca. Las sillas
negras. Todo podría formar parte de la práctica museística, sin embargo, la
acción violentará cada elemento. Sin que podamos evitarlo. O sin que sepamos
cómo hacerlo.
Alrededor de esa caja hay micrófonos, música, técnicos. Está el público
pero también gente que pasa, ajena al
intento desesperado de abrir un paréntesis para obligarnos a detenernos y.
Qué.
Visibilizar.
Incomodar.
Reflexionar.
Citar.
Recordar.
No dar lugar al
olvido.
Esos son los principales objetivos de este trabajo que hoy vemos en el
contexto del FIBA, pero que debiera contar con un respaldo institucional para
poder sostenerse a lo largo del tiempo, de modo indefinido, como una
intervención constante sobre el tejido urbano, una práctica de memoria
colectiva que le otorgue visibilidad a lo que tan a menudo es silenciado o tergiversado
por infinitos intereses que poco y nada tienen que ver
con la imperiosa necesidad de avanzar hacia nuevas y posibles medidas que
modifiquen la monstruosa naturalización de una cifra vergonzosa: la de mujeres
asesinadas a diario.
La propuesta de Rubio subraya la urgencia de reflexionar sobre lo insostenible de esta situación. En un momento dado la acción se detiene para compartir el silencio, ese silencio que se quiere guardar por los que ya no están, un
silencio consciente que se entrega. Más adelante, la proyección inicia un
recuento de víctimas. Nombres y apellidos desfilan ante nuestros ojos y sabemos
que eso es todo lo que hoy queda de esas mujeres a las que nunca conocimos y de
las que nunca sabremos nada. En algún momento los nombres cesan. Ni la acción ni la vida pueden detenerse, pero sabemos que esa lista no deja de
crecer. Esa proyección podría ser mundial, instalarse en los paseos
principales de todas las ciudades y cada hora veríamos, y olvidaríamos, un
nuevo nombre.
Yo no muero, ya no más es una
materialización poética de una realidad que debiera ser imposible y que, sin
embargo, apenas es otro tema maltratado de la agenda mediática.
Yo no muero, ya no más
Elenco: Silvina Sabater, Nayla Pose, Andrea
Nussembaum, Pablo Gasloli, Sofia Amaranta Palomino, Gabo Correa y Jorge Prado.
Música original y diseño sonoro de Sebastian Schachtel.
Fotos: Loló Bonfanti Mele.
Asistencia artística y
de producción Tatiana Sandoval.
Producción General Ceci Irene Kuska.
Autor,
director y diseño de espacio Fernando Rubio.
Una producción de El Cultural San Martín y El Jardín Sahel.