"No es una muestra"



No solo nos acompañamos en ensayos generales, estrenos y funciones. También le ponemos el cuerpo a diciembre y su inevitable temporada de muestras. ¿Qué es una muestra? Cada docente lo entiende a su manera, le da el valor que quiere y la articula sobre los principios que considera relevantes. 

Comparto acá el texto de Juan Coulasso para presentar su trabajo de cierre del año con sus grupos de entrenamiento. 

"no es una muestra, no es tampoco una clase abierta, es sencillamente el modo más honesto que encontré de concluir los procesos de los setenta alumnxs que pasaron este año por las clases: integrando al espectador como testigo y volviéndolo cómplice necesario de nuestra entrega.

cuando la práctica se corre de la obligación de producir eficacia, es posible entonces detenerse a reflexionar sobre los típicos mecanismos que organizan la teatralidad. ¿cómo hacer para devenir más impredecibles?

en tiempos donde la supervivencia se vuelve primera necesidad y urgencia, las fuerzas de la ficción parecen sentirse un poco ingenuas al lado de las fuerzas de la realidad, y la aristocracia del espectáculo, una vía triste de escape en el que este año no me interesó desplegarme.
el espectáculo como una forma de tristeza y la supervivencia como una forma de la realidad.

el entrenamiento físico colectivo, sensible y transversal fue un salvataje, un reencuentro con la potencia de nuestro cuerpo y una vía de acceso al cuerpo del otrx, que todo el tiempo parecía volverse más ajeno y más peligroso.

el cuerpo colectivo como una forma imprescindible de existencia.
ese real fue para mi más importante que cualquier ficción.
estas prácticas públicas no están pensadas para entretener a nadie, no quieren ser eficaces, tampoco presentan un límite inmaculado entre espectadores e intérpretes. 
son la síntesis de una serie de tareas que fuimos ejecutando adentro de nuestro espacio, adentro de nuestro cuerpo y adentro de nuestra realidad. 
el espectador como testigo de nuestra supervivencia.
el entrenamiento como la búsqueda de ese devenir impredecible.
no más ficción. no más espectáculo.
la forma del mundo cambia, la forma del teatro caduca y es responsabilidad nuestra reinventarla.

muchas gracias a los alumnxs que tejieron esta trama con sus almas a lo largo de todo el año, y a lxs queridxs colegas que me ayudan con sus obras y sus prácticas a repensar, transformar y refundar los propios vicios y las propias prácticas: Marina Otero, Silvio Lang, Victoria Roland, Juan Onofri Barbato, Amparo Gonzalez, Carmen Pereiro Numer, Javier Swedzky, Juan Pablo Gomez, Celia Argüello Rena, Ayelén Clavin, Rakhal Herrero, Jazmin Titiunik, Lisandro Rodriguez, Lucas Pablo Condro, Hernán Franco, Juan Sklar, Claudio Mattos, Barbara Togander, Carmen Baliero, Alina Ruiz Folini, Paula Herrera Nóbile, Sergio Blanco, Matias Conejo Coulasso, Matías Feldman, Manuel Ignacio Moyano, y muchos más".

El texto, compartido en facebook y entregado en mano a todo el que quiera acercarse a Roseti estos días, resulta muy estimulante. Nos invita, no solo a reflexionar sobre esa instancia ficticia de la muestra - su extraña naturaleza de obra amortiguada donde todo está a prueba y nada es repudiable porque se trata de un paso más en la formación colectiva -, sino que nos sitúa en el acá y el ahora con urgencia renovada. 

"El espectador como testigo de nuestra supervivencia", afirma Coulasso. ¿Qué hemos sido este año sino testigos atónitos de un desmoronamiento constante? La realidad nos supera, se endemonia, y el arte vuelve a ocuparnos y a demandar una vitalidad y exigencia para la que quizá no estamos listos. Habrá que estarlo. Al menos, intentarlo. Necesitamos entender que la resistencia no es un nicho de verborragia o un panfleto partidario de nadie. Resistir, y el teatro sabe todo sobre eso, es permanecer. La permanencia implica adaptación, escucha, flexibilidad. Implica convivencia y, a menudo, pérdida de garantías y certezas. 

¿Qué hay en estos encuentros de Roseti? Nada más y nada menos que actores y actrices aprendiendo a trabajar y a confiar. En ellos, sus cuerpos, sus voces, su vocación. Pero también en los otros y, por supuesto en Juan Coulasso, quien se anima a modificar el formato de una clase abriendo sus puertas de forma gratuita para que podamos ver que no hay misterio, ni fórmula secreta. Hay búsqueda, azar, encuentro y mucho trabajo. 

Cuando la responsabilidad, la transparencia, la generosidad y la creatividad del docente se evidencian, esos ingredientes están presentes en cualquier clase. Eso tiene de peculiar el trabajo escénico. No importa cuántos talleres, maestros, escuelas, métodos o escenarios se visiten en pos de quién sabe qué revelación, una buena clase es un territorio donde nos sentimos en casa, donde podemos abrir, exponer, mostrar y explorar ese lado nuestro que, en realidad, nunca podríamos describir solos. 

Pensaba, mientras observaba sus cuerpos en movimiento en busca de una plasticidad, un ritmo, una sensación nueva y consciente, en lo mucho, muchísimo que debemos agotarnos, física y mentalmente, para llegar a esa instancia en la que el verdadero trabajo comienza, ese momento en el que el cuerpo y la voz nos pertenecen verdaderamente porque cedieron parte de su educación y su civilizada compostura, para favorecer el juego. El teatro es un juego al que se llega agotado y sin cabeza, donde las estrategias y premeditaciones sirven de poco. Lo que se prevee y lo que sucede rara vez coinciden. ""El entrenamiento como la búsqueda de ese devenir impredecible", señala Coulasso. 

Y hoy, en este contexto que nos recuerda a tantos otros pero que no es como ninguno que hayamos conocido, más que nunca, otra vez, sí, estamos en la obligación de extenuarnos, de abandonar lo conocido, de compartir lo poco que tenemos para entender su valor infinito. Si la formación artística, escénica o de cualquier índole, sirve para algo, que sea para eso, para tenernos alertas y unidos en un constante quehacer donde el sinsentido acierte a sorprendernos ocupados y podamos hacer frente a la barbarie. 

No es menor que la lista de agradecimientos de la presentación de esta propuesta incluya a los alumnos y a un montón de admirados colegas. "El cuerpo colectivo como una forma imprescindible de existencia", afirma. 

El teatro lo sabe. Ojalá nosotros no lo olvidemos.