Buenos Aires se está poblando de ciclos de escenas u obras breves. Fenómeno que, por un lado, muchos extrañábamos y, por otro, responde a la coyuntura que estamos atravesando. No solo cuesta llenar la sala los días de función, también cuesta juntarse a ensayar porque el trabajo es más precario y volátil todavía, no alcanza la plata para pagar sala de ensayo ni podemos adelantarla hasta que llegue un subsidio que tardará o se perderá por el camino. La lógica de supervivencia, la economía de guerra, implica que hay que hacer, como siempre pero más que nunca, con lo que se tiene a mano. Por suerte, estamos bendecidos con muchos bienes que el capitalismo no capitaliza: talento pá exportar. Actores, dramaturgos, directores y técnicos que no saben vivir sin hacer lo suyo, y hasta amigos que disfrutan de la coordinación de eventos, de la organización que todo arte, por efímero que sea, necesita.
Anoche volvimos a Polonia Teatro, lugar que tiene todo de estado mental, de república independiente en los márgenes de la norma. Cuando regresas después de mucho tiempo los recuerdos te reciben. En cada rincón de sus metros cuadrados sucedió algo. Charlas, ensayos, cumpleaños, presentaciones, obras amigas y de amigos, obras propias que encontraron ahí su lugar en el mundo.
Polonia Teatro funciona atendido por sus fundadores - Ezequiel Gelbaum, Clarisa Hernández, Julián Smud y Jorge Torres -, cuarteto fiel a la causa teatrera que siempre disfrutó del difícil rol del anfitrión. Son muchísimas las obras que han dado, con y gracias a ellos, sus primeros pasos. Anoche se dijo "los polacos salen a la cancha" - en efecto, actuaron todos -, y quizá fue esa emoción lo que dotó a la velada de un impulso de éxito rotundo, con humor al mango y alarde de herramientas para el delirio. Imperó la sensación de apuesta redoblada en cada escena y, una vez más, sí, el trabajo de los actores y actrices convocados obliga a reflexionar sobre la singular y misteriosa sustancia que contamina el riachuelo o el aire de esta ciudad hostil convirtiéndola en una dimensión paralela donde imperan los hacedores de ficción.
Gillotina es un ciclo de escenas breves con músico en vivo y un intermedio entre bloques. Las escenas cambian cada semana y el ecosistema del formato admite desde monólogos a piezas de dramaturgia fronteriza. Se impone el humor. Casi nos atrevemos a decir que como rebeldía, como necesidad, como acción política. Necesitamos reírnos como nunca para que la alegría no se convierta en otro lujo inalcanzable. El humor, ese mecanismo complejo, no posee una fórmula certera y fracasa seguido. Anoche la platea aplaudía espontáneamente, silababa entusiasta y regalaba carcajadas encadenadas. Anoche hacer reír pareció fácil.
La iniciativa polaca seguirá hasta fin de año, cada sábado a las 22h. Las escenas son rotativas, así que pueden repetir sin miedo a equivocarse. Les tiro una pista: no se pierdan a Virgina Garófalo en "Open 24hs amortiguaciones Cacho".
Ciclo Gillotina
Sábados 22h. Polonia Teatro.
Fitz Roy 1477.
Otros ciclos de escenas u obras breves.
Fandango a la brevedad.
Jueves, 21h. Fandango Teatro. Luis Viale 108.
Bombón Bravard. Festival Permanente de Obras Cortas.
Sábados 21h. Defensores de Bravard. Bravard 1178.
Divinas Glorias.
Lunes a las 21h. La Gloria Espacio Teatral. Yatay 890.