Periodista
Escribe para Revista Vanidades y Revista Club del Diario La Nación.
Asesora editorial y de contenidos del Festival BAIFFF.
¿Cómo te definís profesionalmente?
Periodista. Ahí
comienza mi profesión, pero no es donde termina.
¿Sabés por qué te
dedicás a esto?
Por curiosidad, ganas
de contar y conocer otras vidas.
¿Qué es lo más útil
que te ha enseñado tu trabajo?
El poder que tiene la
palabra usada para fines estimulantes. También aprendí a ser perseverante, que
no es lo mismo que ser insistente.
¿Qué es lo que más te
duele a la hora de ejercer tu vocación?
Es doloroso cuando lo
que te pagan no es el fiel reflejo del esfuerzo y la dedicación que ponés en tu
trabajo.
¿Crees haber
sacrificado algo importante para dedicarte a esto?
No creo haber usado nunca
la palabra sacrificio en mi vocabulario.
¿En cuántos proyectos
laburaste el año pasado?
Empecé trabajando para
tres revistas. Una cerró, la otra quebró y la última sigue en pié.
¿Cuántos te esperan
ahora?
Sigo escribiendo para Revista Vanidades, donde
hago reportajes y notas a personajes vinculados al teatro, la televisión y el
cine. También empecé a escribir en un nuevo suplemento que lanza el diario La
Nación, vinculado a las tendencias en espectáculos, viajes y gastronomía. Y,
por último, soy parte del equipo creativo y comunicacional del BAIFFF, el
primero Festival Internacional de Fashion Films de Buenos Aires que se realizará
el 13 y 14 de abril en el Museo de Bellas Artes.
¿Cuál es el proyecto
al que dedicaste más tiempo hasta la fecha?
Mi trabajo en la
productora Rosstoc fue bastante intenso. Viajaba varias veces al año,
entrevistaba a mucha gente con historias muy fuertes y, además de tiempo,
gastaba suficiente energía como para quedar exhausta al final de la
jornada.
¿Cómo lo recordás?
¿Qué hubo de bueno y de malo?
Lo recuerdo con mucho
cariño y aprendí un montón. Además de tener compañeros bárbaros. Los programas
sociales que hicimos para Canal Encuentro me acercaron a otros universos que no
son los que frecuento día a día. Eso me nutrió y ayudó a poder armarme como
profesional. La práctica cotidiana de hablar con personas de otros entornos y
edades, desarrolló mi empatía. También aprendí a escuchar y entendí que se
puede hablar de temas profundos si uno conecta de verdad con lo que le está
pasando al que habla. Igual, no todo fue tan intenso, hubo programas que me acercaron
a conocer personajes públicos muy interesantes. Fue en el contexto de una serie
que hicimos para NATGEO sobre el Bicentenario nacional. La parte mala de todo
esto fue que la productora quebró muy rápido y dejó muchas deudas. Entre ellas,
tres sueldos míos.
¿Con qué otras artes
te relacionas habitualmente?
El cine, el teatro y
la pintura.
¿Qué estás leyendo?
Free Play, La
improvisación en la vida y en el arte. El autor es Stephen Nachmanovich.
También estoy leyendo bastantes cuentos. El último fue Wakefield de Nathaniel
Hawthorne.
¿Qué autores
recomendás siempre?
Julio Cortázar y Bioy
Casares. Tan hermosos como singulares. Además de tener un manejo del lenguaje
exquisito, fueron grandes creadores de universos.
¿Qué películas volvés
a ver una y otra vez?
No tengo ese fetiche
de volver a ver las películas que me encantaron. Sólo si aparecen de modo
espontáneo la vuelvo a mirar. Me volví a enganchar varias veces con Eternal
Sunshine of the Spotless Mind y The Bridges of Madison County.
¿Qué artistas – de
cualquier ámbito - te resultan imprescindibles?
Me encantan los
artistas surrealistas del siglo XX. Sobre todo los pintores. Esa ruptura que
hicieron en el modo de mirar y expresar las cosas. La imaginación infinita que
tenían para interpretar lo real y para crear lo inexistente.
¿Qué buscás en la
gente con la que elegís laburar?
Buen trato, buena
síntesis, confianza y responsabilidad. Si tienen buen humor, generosidad y
encima saben escuchar, son casi perfectos.
¿A qué profesionales
de tu ámbito seguís de cerca?
A ninguno.
¿Con quién hablás sobre
tu trabajo? ¿Pedís consejo o asesoramiento a alguien de confianza?
Hablo mucho con mi
marido Fernado Sala. Es actor y Comunicador Social, entonces nuestras
actividades se mezclan. A veces nos enriquecemos y otras basta con
comprendernos. También nos estimulamos mutuamente para crecer y superarnos en
lo que hacemos. Cuando necesito una opinión femenina hablo con mis amigas.
Algunas son buenas para aconsejar en el plano vincular, otras en el enfoque
económico y con otras solo me río de las cosas propias de mi laburo.
¿Por qué vivís en
Buenos Aires?
Nací acá y, aunque he
fantaseado con vivir en otro lado, Buenos Aires me atrapa. Es muy loco, pero a
medida que voy conociendo más lugares el mundo, siento mayor adoración por mi
país. Hay días que voy caminando por una calle y, aunque pasé mil veces por
ahí, la vuelvo a descubrir y me encanta. Tiene un atractivo oculto, y también
inexplicable, que hace que me vuelva enamorar de mi ciudad.
¿Hay algún viaje que
marcara un antes y un después en tu trabajo?
Conocer a las
comunidades Wichis y Pilagá de La Rioja y Catamarca. Fue impactante ver como
ellos viven en un ritmo detenido en otro tiempo distinto al mío, pero que a
pesar de esa distancia, nos pudimos acercar desde otro plano. Recuerdo haberle
hecho una nota a un anciano wichi que me hablaba en su lengua y yo en español.
Parece ridículo pero logramos un diálogo.
¿Sentís que tenés un
sistema personal de trabajo?
Sí. Evitar creer que
tengo un sistema personal de trabajo.
¿Qué hacés cuando no
estás trabajando?
Juego, crío, alimento
y amo a mi hija. Además voy a yoga, hago un taller de escritura con Natalia
Moret, salgo con mis amigas y comparto muchas cosas con mi marido. Hablo a
diario con mi mamá y mi papá, además de verlos una o dos veces por semana. Cocino,
miro series y películas, voy al teatro, escucho mucha música y leo menos de lo
que debería.
¿Si no te dedicaras a
esto qué estarías haciendo?
Algo vinculado a lo creativo o a lo artístico. No podría soportar un trabajo rígido, rutinario y predecible. Para mi la profesión es anecdótica porque la vida es movimiento. El verdadero motor de todo es por qué hacemos lo que hacemos.
Algo vinculado a lo creativo o a lo artístico. No podría soportar un trabajo rígido, rutinario y predecible. Para mi la profesión es anecdótica porque la vida es movimiento. El verdadero motor de todo es por qué hacemos lo que hacemos.