Otra puesta de sol que regalarte
y vos,
pelagatos marítimo,
imberbe insoportable
y discretísmo,
pecás de alevosía
y de distancia
y no te hacés presente.
Tenés la caradura
y la certeza
de estar en cualquier parte,
conquistando horizontes
o asestando mamporros
a algún pobre dragón
encabronado
con toda la razón,
quién te manda meterte
en tanta cueva infecta,
quién te reclama hazañas
imposibles
y del todo extranjeras.
Vos,
grandísimo zopenco,
reflejo avejentado
de Narciso,
perfecto para todas
y ninguna,
devorador de noches,
usurpador de sueños,
tenés la puntería
de andar ocupadísimo
en infiernos cualquiera
donde nunca rescatas
mi cuerpo entre tus brazos.
Vos,
musa de trovadores,
estribillo enfermizo
de estúpidas canciones
en tu nombre,
caminante del agua
y otras cien mil blasfemias
que traducen tu escudo
en apellido ingrato
para mis secos labios,
debieras hace tiempo
estar de vuelta,
debieras hace lunas
regresarte
y debieras llorarme
y extrañar este lecho
de sangre envenenada
que te espera sin fe,
sin ganas ni deseo,
pero te espera al fin,
porque lo dicta el cuento
y esa zorra del hada
atolondrada
que repite tu nombre
en mis oídos
cuando estoy por dormir
o despertarme,
"para que no te olvide",
vendría a ser la idea,
como si hicieran falta
las siete putas letras
que te nombran,
como si no estuvieras
cosido en mis entrañas
desde antes de saber
que existirías.
Vos,
legajo sonriente
que acampas donde quieres
tu sonrisa y tus manos,
sabiendo que esa parte
del cuento no interesa,
vos,
rata inmunda que roe
cada hueso astillado
que poseo,
sombra esquiva y constante
del turbio pensamiento
desquiciado
en el que a ratos sos
mi amor posible
y a ratos el infierno
prometido,
más te vale que vuelvas
sano y salvo
y me raptes de acá,
de esta torre de hielo
escandinavo
donde no hay ni un soldado
que llevarse a la cama
a la hora de la siesta.
Vos,
donde quiera que estés,
que el mar y el sol te guarden
o acallen tu mirada
sobre mí,
la estúpida princesa
enamorada
del cabrón más rapaz
de todo el barrio.
m.trigo
y vos,
pelagatos marítimo,
imberbe insoportable
y discretísmo,
pecás de alevosía
y de distancia
y no te hacés presente.
Tenés la caradura
y la certeza
de estar en cualquier parte,
conquistando horizontes
o asestando mamporros
a algún pobre dragón
encabronado
con toda la razón,
quién te manda meterte
en tanta cueva infecta,
quién te reclama hazañas
imposibles
y del todo extranjeras.
Vos,
grandísimo zopenco,
reflejo avejentado
de Narciso,
perfecto para todas
y ninguna,
devorador de noches,
usurpador de sueños,
tenés la puntería
de andar ocupadísimo
en infiernos cualquiera
donde nunca rescatas
mi cuerpo entre tus brazos.
Vos,
musa de trovadores,
estribillo enfermizo
de estúpidas canciones
en tu nombre,
caminante del agua
y otras cien mil blasfemias
que traducen tu escudo
en apellido ingrato
para mis secos labios,
debieras hace tiempo
estar de vuelta,
debieras hace lunas
regresarte
y debieras llorarme
y extrañar este lecho
de sangre envenenada
que te espera sin fe,
sin ganas ni deseo,
pero te espera al fin,
porque lo dicta el cuento
y esa zorra del hada
atolondrada
que repite tu nombre
en mis oídos
cuando estoy por dormir
o despertarme,
"para que no te olvide",
vendría a ser la idea,
como si hicieran falta
las siete putas letras
que te nombran,
como si no estuvieras
cosido en mis entrañas
desde antes de saber
que existirías.
Vos,
legajo sonriente
que acampas donde quieres
tu sonrisa y tus manos,
sabiendo que esa parte
del cuento no interesa,
vos,
rata inmunda que roe
cada hueso astillado
que poseo,
sombra esquiva y constante
del turbio pensamiento
desquiciado
en el que a ratos sos
mi amor posible
y a ratos el infierno
prometido,
más te vale que vuelvas
sano y salvo
y me raptes de acá,
de esta torre de hielo
escandinavo
donde no hay ni un soldado
que llevarse a la cama
a la hora de la siesta.
Vos,
donde quiera que estés,
que el mar y el sol te guarden
o acallen tu mirada
sobre mí,
la estúpida princesa
enamorada
del cabrón más rapaz
de todo el barrio.
m.trigo