Lectura inagotable: El tamaño de una bolsa, del siempre genial John Berger.
Acá un recordatorio, un sacudirse el polvo para seguir caminando:
(...) Todos los días, a lo largo y ancho del mundo, los medios de comunicación sustituyen la realidad por mentiras. No se trata en principio de mentiras políticas o idelológicas (esas vienen más tarde), sino de mentiras visuales, materiales, sobre aquello que compone en realidad la vida humana y la vida natural. Todas las mentiras convergen en una colosal falsedad: la suposición de que la vida misma es un artículo de consumo y que aquellos que pueden comprarla, son, por definición, los que la merecen. La mayoría de nosotros sabemos que es falso, pero muy poco de lo que se nos muestra confirma nuestra resistencia.
**
Lo que nos recuerda la pintura de El Bosco - si se puede decir que las profecías recuerdan - es que el primer paso en la construcción de un mundo alternativo ha de ser rechazar la imagen del mundo que nos han impuesto y todas las falsas promesas empleadas por doquier para justificar e idealizar la necesidad, criminal e insaciable, de vender. Es vital que encontremos otro espacio.
En primer lugar, tenemos que encontrar un horizonte. Y para eso hemos de volver a tener esperanza, en contra de lo que el nuevo orden pretende y perpetra.
La esperanza, sin embargo, es un acto de fe, y la fe para sostenerse precisa de acciones concretas. Por ejemplo, la acción de aproximarse, de calcular la distancia y caminar hacia el otro. Esto conduciría a una colaboración que se opone a la discontinuidad. Resistir no significa sólo negarse a aceptar la absurda imagen del mundo que se nos ofrece, sino también denunciarla. Y cuando el infierno es denunciado desde dentro, deja de ser el infierno.
Acá un recordatorio, un sacudirse el polvo para seguir caminando:
(...) Todos los días, a lo largo y ancho del mundo, los medios de comunicación sustituyen la realidad por mentiras. No se trata en principio de mentiras políticas o idelológicas (esas vienen más tarde), sino de mentiras visuales, materiales, sobre aquello que compone en realidad la vida humana y la vida natural. Todas las mentiras convergen en una colosal falsedad: la suposición de que la vida misma es un artículo de consumo y que aquellos que pueden comprarla, son, por definición, los que la merecen. La mayoría de nosotros sabemos que es falso, pero muy poco de lo que se nos muestra confirma nuestra resistencia.
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Lo que nos recuerda la pintura de El Bosco - si se puede decir que las profecías recuerdan - es que el primer paso en la construcción de un mundo alternativo ha de ser rechazar la imagen del mundo que nos han impuesto y todas las falsas promesas empleadas por doquier para justificar e idealizar la necesidad, criminal e insaciable, de vender. Es vital que encontremos otro espacio.
En primer lugar, tenemos que encontrar un horizonte. Y para eso hemos de volver a tener esperanza, en contra de lo que el nuevo orden pretende y perpetra.
La esperanza, sin embargo, es un acto de fe, y la fe para sostenerse precisa de acciones concretas. Por ejemplo, la acción de aproximarse, de calcular la distancia y caminar hacia el otro. Esto conduciría a una colaboración que se opone a la discontinuidad. Resistir no significa sólo negarse a aceptar la absurda imagen del mundo que se nos ofrece, sino también denunciarla. Y cuando el infierno es denunciado desde dentro, deja de ser el infierno.