Carta/respuesta al espectáculo Cartas a mi querido espectador de Fabián Gandini presentado ayer dentro del 1° Festival M -Zero en el teatro El Extranjero.
**
Querido Fabián,
ayer recibí tus cartas. Gracias. Como bien decís, una carta es un intento de aproximación. Uno de mis intentos favoritos. Por eso recibir anoche todas esas cartas juntas fue uno de esos raros regalos para los que la palabra "gracias" queda chiquita, pobre.
La carta número siete tuvo un raro efecto en la noche. Vi como se alejaba. El tiempo se detuvo o se amplió. Era uno de tus objetivos. Conseguir que las palabras me obligaran no sólo a reflexionar sobre el imposible ahora, sino a focalizar sobre los múltiples planos azarosos y sutiles que construyen eso que a ratos llamamos realidad y, a veces, cuando estamos más inspirados, vida.
La vida en el escenario se oculta bajo infinitos artificios. Muchos de los cuales tenemos tan mecanizados que obviamos. De ambos lados. Intérpretes y espectadores. Tus cartas me obligaron a detenerme en la importancia de lo mínimo, del silencio, el sonido, la voz. Vos no lo sabés, pero a veces deseo convertirme en voz en off de la vida de alguien. No la mía. Algún otro. Tu carta desde la cocina me recordó esa idea. Cuando se escribe a solas y en la noche para ordenar el mundo y se desea que el otro, el destinatario final e ideal de esa carta, pudiera estar ahí compartiendo esa mesa de cocina y ese breve paréntesis silencioso. Sabemos que si estuviera con nosotros en ese momento no habría carta. Ahí también hay dos opciones posibles.
Quisiera conservar para siempre todas las versiones de tu carta número cuatro. Me hizo reír y me obligó a cruzar la puerta que me permitiría llegar a esa mesa de cocina desde la que me escribiste después. Hasta entonces, lo sabés, desconfiaba un poco de todo ese despliegue de papeles. Por inercia, obviamente. Demasiado silencio. Demasiada quietud. ¿Cuándo empieza a bailar todo este asunto?, me preguntaba. Impaciente, sí. Entonces sacaste el as de la carta número cuatro y me explicaste infinidad de cosas con muy pocas palabras. Me relajé. Acepté el juego. Me sentí una pieza necesaria. No imprescindible. Pero precisa.
Mi mundo no danza tanto como quisiera. Pero está lleno de palabras. A veces demasiadas. Palabras que forman frases con las que darle sentido a mi relato, a mi propia voz en off. En el fondo, todos buscamos eso: llenarnos de sentido. Con lo que se hace. O dice. O baila. O.
Y el sentido mayúsculo, la madre de todos los sentidos, se da cuando alguien ahí afuera nos entiende sin preguntas, se suma a nuestra idea, se sabe de repente menos solo, se reconoce en nosotros y nos quiere por un rato. Decís que mandaste tus cartas con cierta antelación, que quizá no era el momento porque la suma de todo esto dentro de unos meses ofrecerá un resultado "más cerrado, más armado y más seguro". Puede ser. Pero acá y ahora, en este mediodía de domingo con sol, desde esta mesa de madera en la que te escribo tratando de responder con una sola carta a tus cuatro meses de escritura, sabiendo de antemano que es imposible, pero amparándome en la confianza que depositaste en mí anoche, necesito que sepas que sí, que "algo de ellos se deja ver" y que "abordar lo precario para descubrir la potencia de la imagen" es un buen camino. La imagen como metáfora infinita.
Quiero que sepas que tu percepción del tiempo arranca más de una carcajada. Mirás al tiempo con la filosofía literal de la infancia. Ese modo de conocimiento intuitivo y espontáneo que luego perdemos, pero cuya lógica rotunda siempre es acertada. Por eso, puedo afirmar que vi cómo la carta siete se alejaba. Un poco triste incluso, sabiendo que su momento de gloria había terminado. Y puedo afirmar que los momentos en los que vos eras ella, y ella era yo, me hicieron sentir extrañamente querida y recordada. Posible en múltiples lugares de los que nada sé.
La voz que sugería un simulacro de aplauso en la posdata era ya la de un amigo que esperaba mi respuesta en algún lugar. Esta es mi respuesta.
De nuevo, gracias,
macarena trigo.
**
Cartas a mi querido espectador
Creación e interpretación: Lucia Disalvo y Fabián Gandini.
Idea y dirección: Fabían Gandini.
FESTIVAL MOVMIENTO ZERO
del 7 al 9 diciembre
Teatro El Extranjero, Valentín Gómez 3328