No sé si pasarlo bien o mal.
Quiero ser artista, entonces tengo que elegir porque un artista o lo pasa realmente mal o lo pasa de puta, puta madre.
Lo que sea, pero hay que pasarse.
Hay que pasarse pasándolo mal o pasándolo de puta madre.
Que te pasas pasándolo de puta madre. Pues muy bien. Que te pasas pasándolo mal, pues muy mal.
Lo que uno no puede, si quiere ser artista, es pasar desapercibido. Vivir a medio gas. No pasarse.
Si vives como todo el mundo, jamás te van a reconocer como artista.
Tienes que hacer cosas raras.
Tienes que vivir más intensamente, para bien o para mal. Pasarte tres pueblos. Y luego hablar de eso. De cómo te pasas. Hablarle a todo el mundo de algo que nadie conoce. Contarle a todo el mundo tus pasadas.
Tampoco digo que uno deba reflexionar sobre esto demasiado, porque el artista jamás debe pensar.
No señor. El artista debe pasarse.
Por eso yo me he decidido y me dije: ya que no soy bueno para la pintura ni para la literatura, voy a dedicarme al teatro, porque en el teatro es bueno cualquiera, porque no es una profesión ni un arte ni nada. Y para destacar en el teatro, con pasarse un poco, ya está bien.
Luego hay que definirla forma de pasarte:
¿Monto todos los días juergas, me meto todas las drogas, me follo a quien se me ponga delante...?
¿O me deprimo y me vuelvo loco, y sufro y me emborracho solo y me meto caballo y me tiro por un balcón?
Hay que elegir una de dos. Es el marketing.
Gauguin se pasó toda la vida de juerga.
Van Gogh se pasó toda la vida sufriendo.
Lautrec: toda la vida de juerga.
Cioran: toda la vida sufriendo.
Celan: toda la vida sufriendo.
Warhol: toda la vida de juerga.
No hace falta tener nada que decir, para ser artista lo que hay que tener es una vida pública que sea una pasada.
Mi regla es: no tengo nada que decir, pero si me paso, me hacen caso. Y rima.
Rodrigo García, Jardinería Humana, Cenizas escogidas. Obras 1986 -2009., ed. La Uña Rota, Segovia, 2009.
Quiero ser artista, entonces tengo que elegir porque un artista o lo pasa realmente mal o lo pasa de puta, puta madre.
Lo que sea, pero hay que pasarse.
Hay que pasarse pasándolo mal o pasándolo de puta madre.
Que te pasas pasándolo de puta madre. Pues muy bien. Que te pasas pasándolo mal, pues muy mal.
Lo que uno no puede, si quiere ser artista, es pasar desapercibido. Vivir a medio gas. No pasarse.
Si vives como todo el mundo, jamás te van a reconocer como artista.
Tienes que hacer cosas raras.
Tienes que vivir más intensamente, para bien o para mal. Pasarte tres pueblos. Y luego hablar de eso. De cómo te pasas. Hablarle a todo el mundo de algo que nadie conoce. Contarle a todo el mundo tus pasadas.
Tampoco digo que uno deba reflexionar sobre esto demasiado, porque el artista jamás debe pensar.
No señor. El artista debe pasarse.
Por eso yo me he decidido y me dije: ya que no soy bueno para la pintura ni para la literatura, voy a dedicarme al teatro, porque en el teatro es bueno cualquiera, porque no es una profesión ni un arte ni nada. Y para destacar en el teatro, con pasarse un poco, ya está bien.
Luego hay que definirla forma de pasarte:
¿Monto todos los días juergas, me meto todas las drogas, me follo a quien se me ponga delante...?
¿O me deprimo y me vuelvo loco, y sufro y me emborracho solo y me meto caballo y me tiro por un balcón?
Hay que elegir una de dos. Es el marketing.
Gauguin se pasó toda la vida de juerga.
Van Gogh se pasó toda la vida sufriendo.
Lautrec: toda la vida de juerga.
Cioran: toda la vida sufriendo.
Celan: toda la vida sufriendo.
Warhol: toda la vida de juerga.
No hace falta tener nada que decir, para ser artista lo que hay que tener es una vida pública que sea una pasada.
Mi regla es: no tengo nada que decir, pero si me paso, me hacen caso. Y rima.
Rodrigo García, Jardinería Humana, Cenizas escogidas. Obras 1986 -2009., ed. La Uña Rota, Segovia, 2009.