No importa que debamos improvisar,
que no haya director
y que la pieza que ensayamos no se estrene nunca.
También la flor es un ensayo,
la palabra es un ensayo,
el silencio es un ensayo,
el amor es un ensayo,
los dioses fueron un ensayo.
Aunque el anfiteatro esté vacío
y nos desnuden las ausencias,
como a la flor la desnuda
el hecho elemental de que todo no sea flor,
que el aire no sea flor,
que la luz no sea flor,
que el tiempo,el pensamiento no sean flor.
Aunque la voz del hombre
esté llena de huecos
o tal vez sea un hueco,
hay que proseguir el ensayo.
Es el único modo
de que al menos los otros ensayos
quizá se estrenen algún día.
Y entonces tal vez ellos nos arrastren.
Roberto Juarroz.
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