Dramaturgo y director de teatro
¿Cómo te definís profesionalmente?
Supongo que como un
laburante del teatro. Creo que con el tiempo me fui permitiendo cada vez más
arriesgarme en lo que hago sin estar tan pendiente de un resultado determinado.
Estoy enamorado del ensayo. Me gusta cada detalle de ese espacio; los mates,
los intentos, las búsquedas, las devoluciones… Vivo para estar ahí, embarrado
en ese estado de prueba permanente. El teatro quieto y solemne me aburre un
poco.
¿Sabés por qué te dedicás a esto?
Por un montón de
cosas, pero sobre todo porque no puedo no hacerlo. No me sale no estar
ensayando algo.
¿Qué es lo más útil que te ha enseñado tu
trabajo?
A persistir. A seguir probando.
¿Y lo más hermoso?
A compartir. A
destronar al ego o al menos acomodarlo en un lugar más sano.
¿Cuáles considerás que son tus principales
fuentes e influencias creativas?
Saco muchas cosas de
todo lo que me queda atragantado. Lo no dicho. Lo que me hubiera gustado decir… De ahí nacen un montón de cosas que después mutan hacia otro lado.
¿Qué es lo que más te duele a la hora de
ejercer tu vocación?
Me duele la falta de
compromiso. El egocentrismo. Aquellos que no toman en cuenta el trabajo
colectivo y ponen la mirada exclusivamente en la propia necesidad. Me duele y
me enoja todo eso.
¿Crees haber sacrificado algo importante para
dedicarte a esto?
No. Marqué mis
prioridades y en eso hay cosas que quedan postergadas, pero no lo vivo como un
sacrificio.
¿En cuántos proyectos laburaste el año pasado?
Cinco.
¿Todos llegaron a mostrarse o estrenarse?
Sí.
¿Cuántos te esperan ahora?
Cuatro.
¿Cuál es el proyecto al que dedicaste más
tiempo hasta la fecha?
Esto es tan solo la
mitad de todo aquello que me contaste tuvo más de un año de ensayo en total y
estuvimos cuatro años en cartel.
¿Cómo lo recordás? ¿Qué hubo de bueno y de
malo?
Fue el comienzo del
Colectivo Lascia y fue la primera vez que encontré desde la dramaturgia una voz
propia. Una manera particular de contar una historia. Pude montarla en Timbre 4 durante dos temporadas y eso para mí fue un sueño cumplido. Se me hace difícil
encontrarle algo negativo.
¿Vivís de lo que amás o tenés otra actividad
que ayuda a pagar las cuentas?
Mitad y mitad. Llego a
la mitad de mis ingresos dirigiendo y dando clases que son dos cosas que amo.
Hoy por hoy llegar a la mitad de mis ingresos me parece un montón. La otra
mitad la cubro administrando una página web de noticias, Desde Boedo.
¿Con qué otras artes te relacionas
habitualmente?
Literatura y cine.
¿Qué es lo más absurdo que has hecho por amor
al arte?
Ensayar en el sótano
de un bar, con mozos que se metían en la mitad de las escenas para acomodar
cajones de Coca Cola.
¿Hay algo que no volverías a hacer?
Publicidad.
¿Qué estás leyendo?
Charlas con mi
hemisferio derecho de Hernán Casciari y Zen en el arte de tiro con arco de
Eugen Herrigel.
¿Qué autores recomendás siempre?
Kundera. Cortázar.
Fontanarrosa. Italo Calvino. Hesse.
¿Qué películas volvés a ver una y otra vez?
Todo aquello que
incluya a Batman. Amo El Padrino. Casi todas las de Tarantino o Scorsese.
¿Qué artistas – de cualquier ámbito - te
resultan imprescindibles?
Los simples y
honestos.
¿Qué buscás en la gente con la que elegís
laburar?
Compromiso. Entrega.
Juego. Disciplina. Ganas. Ego en su lugar.
¿A qué profesionales de tu ámbito seguís de
cerca?
A todos los que puedo.
¿Con quién hablás sobre tu trabajo? ¿Pedís
consejo o asesoramiento a alguien de confianza?
Charlo mucho con la
gente del Colectivo que integro. Discutimos un montón; tenemos charlas jugosas
de las que siempre salgo estallado de teatro. Somos un grupo de calentones de
las tablas y es hermoso lo que aprendemos mutuamente el uno del otro.
¿Pedís subsidios para tus proyectos?
No solía hacerlo, pero
con el tiempo comprendí que sí.
¿Por qué?
Ese subsidio está ahí
porque lo que hacemos es importante. Tiene valor. Entonces siento fundamental que
ese apoyo económico perdure. Debemos marcar esa presencia. Que se comprenda la
importancia de sostener nuestra actividad; que muchas veces se hace
económicamente inviable, más allá de que uno deba lograr que su proyecto se haga
independientemente de si uno cobra esa plata o no.
¿Por qué vivís en Buenos Aires?
Por los olores, por
los barrios, por la noche… Porque amo cada baldosa. Cada rincón mugriento. Cada
cafetín.
¿Cuándo te das cuenta de que tenés un nuevo
proyecto entre manos?
Cuando una imagen se
me hace recurrente, empiezo a escribir. Si no puedo parar de pensar en eso
durante algunos días, no hay más remedio… Me tengo que hacer cargo.
¿Sentís que tenés un sistema personal de trabajo?
Sí. Va mutando, pero
con el tiempo lo voy encontrando.
¿Qué hay en tu lista de cosas pendientes?
Un montón de arreglos
caseros. Canillas que gotean. Humedad en las paredes. Desorden acumulado.
¿Tenés un panorama claro de lo que vendría
siendo tu trayectoria?
Supongo que sí, pero
cuando me ocupa demasiado tiempo en la cabeza, trato de ponerme a pensar en
cosas más importantes.
¿Qué es lo que más te preocupa en tu futuro?
Macri.
¿Qué hacés cuando no estás trabajando?
Leo, escribo, juego
con la computadora, y últimamente disfruto mucho de comer. Lamentablemente lo
último se me va notando.