Actor, dramaturgo, docente.
¿Cómo te definís profesionalmente?
No es simple definirse a uno mismo. Diría que soy un actor al que le
gusta escribir sus textos. Entonces también soy un poco dramaturgo. Pero también me ocupo seguido de la fotografía y enseño italiano e historia en una escuela. Uno
no es nunca una cosa solamente.
¿Sabés por qué te dedicas
a esto?
No podría estar sin el
teatro. Es como un soplo vital, me permite expresar en libertad mis
pensamientos, ponerlos en duda y volver a plantearlos. Y además me hace feliz
a veces.
¿Qué disciplinas
resultaron fundamentales en tu formación?
El cine, antes que
nada. Mi familia tenía un cine en mi pueblo y cuando era chico me pasaba
tardes enteras viendo cualquier película. Era un poco como en Cinema Paradiso. Estar en la cabina de
proyección, tener la película en la mano… El sueño del pibe. También la
música, estudié piano de muy chico, mejor dicho, maltraté el piano unos años
cuando era chico y al final me quedó el amor por la música. La lectura y la
poesía llegaron, como para casi todos, en la adolescencia.
¿Qué es lo más útil
que te ha enseñado tu trabajo?
La constancia.
¿Y lo más hermoso?
El placer de la
búsqueda.
¿Cuáles considerás que
son tus principales fuentes e influencias creativas?
Muchas, no podría
decir una ni intentar armar un elenco. Prendo por donde venga. Una música, una
imagen, un cuadro, una frase en un libro o una frase escuchada. Un olor, un
recuerdo inesperado o algo que no logras recordar. Todo puede ayudar en el acto
creativo, solo hay que estar encendido.
¿En cuántos proyectos
laburaste el año pasado?
Tres. Una obra
dirigida por Román Podolsky Movimientos sin utilidad.
que estuvo en cartel en el CELCIT y mi unipersonal LAMERICA, que me da muchísimas
satisfacciones desde su estreno en 2011 y que sigue girando este año. También terminé de escribir y ensayar EL VIAJE,
una comedia poco divina, mi nuevo unipersonal que está ya con funciones en Timbre 4 los viernes 23 hs.
¿Cuál es el proyecto
al que dedicaste más tiempo hasta la fecha?
Mis unipersonales. Son
un trabajo de todos los días, el tiempo de estudio, la escritura, los ensayos,
y volver sobre los textos. El tiempo no alcanza nunca.
¿Vivís de lo que amás
o tenés otra actividad que ayuda a pagar las cuentas?
Los primeros años en
Argentina no fueron simples, tuve que empezar de vuelta con todo. En Roma, donde
viví diez años, trabajaba bastante seguido como actor y en los últimos años
mucho con mis espectáculos. En 2006 terminé la Facultad y en el 2007 dejé todo por
amor y me vine a este rincón del mundo. Llegar desde fuera, no conocer el
idioma, tener que comprender a los porteños y darse cuenta que son tanos que hablan castellano... El tiempo de adaptación duró 6 años. Pero este es un país muy generoso y
despacito fui sintiéndome como en casa. Con el tiempo se me
abrieron muchas oportunidades gracias a mi idioma y mi licenciatura. Como
profesor traduje teatro y un guión al italiano, dicté cursos sobre el cine de
mi país en el profesorado J. V. González y desde el 2014 soy profesor de teatro
en italiano en la Cristoforo Colombo, una hermosa escuela italiana de Capital.
Una experiencia muy placentera y enriquecedora con chicos de séptimo grado que
son un amor, los quiero mucho. Eso es una ayuda cuando llegan
las cuentas. Pude trabajar en publicidad y también la tele empezó a
necesitar de tanos verdaderos. Participé en Farsantes y en Esperanza mía, donde me tocó hacer de un Cardenal italiano. Fue muy divertido. Este año llega una gran oportunidad: un personaje de malo en una nueva tira co-producida por Disney y Pol-Ka.
¿Con qué otras artes
te relacionas habitualmente?
Con la fotografía, soy
fotógrafo casi con la misma pasión con la que hago teatro. Me dedico a la
fotografía de espectáculos principalmente.
¿Qué estás leyendo?
Unos libros de Umberto
Galimberti, un filósofo italiano: Los
mitos de nuestro tiempo; Vicios capitales y nuevos vicios; Cristianismo, la
religión con el cielo vacío. Y también un libro de dramaturgia. Cosas que no tienen relación entre sí, o eso creo.
¿Qué autores
recomendás siempre?
Italo Calvino y Dante
Alighieri. Pero también Gabriel García Márquez y Borges, que me hicieron
descubrir América Latina de dos maneras muy distintas.
¿Qué películas volvés
a ver una y otra vez?
No me gusta volver
a ver la misma película, es raro. Si me indigestó esa práctica de chico. La que
vi más veces es C’era una volta in
America de Sergio Leone, una clase magistral de cine.
¿Qué artistas – de
cualquier ámbito - te resultan imprescindibles?
Dario Fo es
imprescindible para mí.
¿Con quién hablás
sobre tu trabajo? ¿Pedís consejo o asesoramiento a alguien de confianza?
Pido consejos a unas pocas personas de confianza todas las veces que puedo. El proceso
creativo está plagado de dudas y compartirlas ayuda a disiparlas.
¿Hay algún viaje que
marcara un antes y un después en tu trabajo?
Mi primer viaje a la
Argentina en 1996. No tenía la menor idea que un día esta ciudad sería mi ciudad. Tenía veintiséis años y vine con la Academia de Arte Dramático en la que acababa
de recibirme. El espectáculo de fin de año se presentó en el Teatro Coliseo
para la comunidad italiana. Te dejo imaginar. Salir a escena y encontrarse con esa
sala llena de gente fue inolvidable. A lo largo de los años volví varias veces y, viste
como son estas cosas, volver, volver… Te cruzas con el amor de tu vida y al
final te quedas.
¿Cuándo te das cuenta
de que tenés un nuevo proyecto entre manos?
Cuando no me lo saco de
la cabeza por mucho lo intente. Entonces siento que hay que seguir con el camino que me
propone.
¿Sentís que tenés un
sistema personal de trabajo?
Imagino que sí. Se fuer armando con los años y por las circunstancias.
¿Qué hay en tu lista
de cosas pendientes?
Terminar mis días
frente al mar. Cuando me canse de todo esto lo haré.
¿Qué es lo que más te
preocupa en tu futuro?
No poder terminar mis
días frente al mar.
¿Si no te dedicaras a esto
qué estarías haciendo?
Me hubiese encantado
ser cocinero. Me gusta cocinar y compartir la mesa con amigos. Me parece el
mejor lugar para encontrarse, una mesa, unos amigos y un buen plato de comida
recién salido del fuego.