Dalmiro Zantleifer


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¿Cómo te definís profesionalmente? 

NSNC

¿Sabés por qué te dedicás a esto?

Desde siempre he sido un lector muy haragán y solo me llegaban los libros que tenían al menos un dibujo. Me podía pasar horas mirando el dibujo sin leer ni una palabra. Más tarde comprendí que había una relación...cómo decirlo...mágica, amorosa,juguetona, entre los dibujos y las palabras de los libros. Ahí me enamoré de la idea romántica de inventar imágenes para lo que está dicho en palabras.

¿Qué disciplinas resultaron fundamentales en tu formación? 

El primer año en la Carrera de Diseño Gráfico (la cual abandoné al año siguiente) fue clave. Sobre todo la legendaria cátedra Longinotti de morfología (el que ha pasado por la carrera de diseño gráfico en la UBA sabe de lo que hablo), gracias a la cual entendí el valor en sí de las representaciones gráficas. El mundo gráfico como un lenguaje autónomo y complejo que, igual que los dibujos con las palabras, tiene un juego muy pícaro con el mundo a representar. Entendí que mis dibujos son manchas que a veces juegan a parecerse a algo pero no necesariamente. Un poco como la pipa de Magritte pero menos intelectualoide.

Cabe destacar que en ese gran año académico de mi vida me enfrenté a todas las materias casi sin usar computadora. Un poco porque me gustó el desafío, otro poco porque no tenía. Lo recomendaría como ejercicio para cualquier estudiante de diseño, ilustración y por qué no arquitectura, ingeniería y analista de sistemas. Tenemos toda la vida para usar la compu. Pero para el aprendizaje me parece vital poder prescindir de ella por lo menos el primer año. Así que muchachos: tinta china, papel, fotocopiadora... Criba de eratóstenes y ábaco.

¿Qué es lo más útil que te ha enseñado tu trabajo?

Creo que nada. Todo lo útil está fuera de mi trabajo. A veces pienso que en otra vida voy a estudiar algo útil y lo que ahora es mi trabajo lo voy a tener como hobby. Igual seguro me voy a olvidar en el camino y me voy a volver a equivocar.

¿Y lo más hermoso?

Lo más hermoso es cuando alguien ve un dibujo mío y me dice que está buenísimo. Hay muchos dibujantes que dicen que se sienten plenos mientras están dibujando. Que lo más hermoso de ser dibujante es dibujar, que el dibujo los libera. Yo no. Para mí el momento de dibujar es un torbellino, una lucha violenta contra mis represiones, mis miedos, mi inseguridad. Transpiro mucho mientras estoy dibujando. Es un momento liberador, pero no sé si podría decir placentero. Para mí el placer está en la obra terminada y en los megusta de facebook. Sinceramente.

¿Cuáles considerás que son tus principales fuentes e influencias creativas?

Hay dos tipos. Artistas cuya obra me parece genial pero que elijen métodos y herramientas que yo jamás elegiría. Liniers, Quino, Solano López, Isidro Ferrer, Diego Bianchi, Daniel Roldán, Clorindo Testa, Fellini, Frank Miller, Juan Pablo Zaramella, Miyasaki, Diego Parés, Ignacio Minaverry... En este momento se me viene esta sopa de gente. Te puedo llenar un terabyte de hombres y mujeres de todas las disciplinas.

Después están los que me desarman el cráneo y me llenan los intestinos de la envidia más insana: Cachimba, Rep, Osky, Los hermanos Feischer, El negro Crist, El viejo Breccia y toda su familia, Carlos Nine, Lucas Nine, Calvi... Tuve la suerte y el placer de ser su alumno.

¿Qué es lo que más te duele a la hora de ejercer tu vocación? 

Hay una disciplina muy necesaria para ejercer mi vocación que me resulta mucho más difícil que hacer un círculo a mano alzada y son las relaciones humanas. Una parte fundamental del trabajo del artista es venderse, conocer gente, entregar tarjetita, mostrar carpetas. Es algo que no me sale y no me sale. Conozco personas cuyo arte es el lobby. Yo no puedo. Me encantaría. Incluso - y ahí aparecen imperativos maternos indestructiblemente contraproducentes- muchas veces me encuentro pensando “el dibujo tiene que servir para acercarte a gente nueva, conocer gente interesante, compartir experiencias...” Sí, pero no.

¿Crees haber sacrificado algo importante para dedicarte a esto? 

Unos cuantos morlacos en papeles caros. Soy un fetichista del papel.

¿En cuántos proyectos laburaste el año pasado?



En la obra  Por eso las curitas. Hermoso proyecto. Ojalá vuelva pronto. Sería muy interesante traerla a Bolívar, acá, en provincia de Buenos Aires. 

¿Cuántos te esperan ahora?

Estoy trabajando con un poemario de Macarena Trigo.

¿Cuál es el proyecto al que dedicaste más tiempo hasta la fecha? 

No se me viene ninguno. Sí tengo muchos abandonos en mi haber. Por cansancio o creciente desinterés. (Este cuestionario me está llevando bastante). 

¿Vivís de lo que amás o tenés otra actividad que ayuda a pagar las cuentas? 

Hago diseño web. Por suerte no está en las antípodas de lo que amo. No cumplo un horario. No atiendo al público. No tengo un jefe al que odio. Pero no, no vivo de la ilustración. Supongo que, en parte, por lo que expliqué antes. 

¿Con qué otras artes te relacionas habitualmente?

El teatro, el cine, la música. Soy consumidor asiduo de arte. He hecho teatro. Disfruté mucho aprendiendo clown. Hace mucho tocaba la guitarra. Ahora estoy aprendiendo candombe.

¿Qué es lo más absurdo que has hecho por amor al arte? 

Ojalá recordara algo absurdo. He hecho muchas cosas que no me interesaban sólo porque me las ofrecieron. Qué se yo, por sentirme halagado, porque por ahí va estar bueno, quién te dice... No hay que hacer nada de lo que no estés totalmente convencido. Ni siquiera por plata. Salvo que sea mucha y te sirva para financiar cosas que sí te interesan.

Si de proyectos absurdos hablamos, ahora me estoy dedicando a la docencia. Un poco por insistencia de Nadia Soledad Marchione. Es un delirio, no sé cuán útiles son mis clases para mis alumnos, pero dar clase me ayuda a obligarme a ser más ordenado. Es muy gracioso cuando me descubro insistiendo en que hagan cosas que no hago. “Sean constantes”, “dibujen todo el tiempo”, “tengan siempre un cuaderno y un lápiz a mano”. Igual, de tanto insistir,  ya me terminé haciendo caso.

¿Hay algo que no volverías a hacer? 

No volvería a hacer nada gratis.

¿Qué estás leyendo? 

Moby Dick. Hay un capítulo de Two and a Half Men donde Alan Harper (personaje genial de un patetismo que hace que a uno le de vergüenza verse identificado) se pone a llorar delante de todos los libros que pudo haber leído y no leyó. Bueno, yo los estoy leyendo ahora. Además tengo intenciones de ilustrarlo para un concurso. También leí, la semana pasada, Varamo de César Aira. Me encantó. Lo sumo a mi lista de influencias. Y también a Hugo Pratt. Se me había olvidado.

¿Qué autores recomendás siempre?

Cortázar no puede faltar nunca. 

¿Qué artistas – de cualquier ámbito - te resultan imprescindibles? 

Nombré unos cuantos. Sigo: Orson Wells, Chaplin, Keaton, Jerry Lewis, Yupanki, el Tata Cedrón. Toda la vanguardia europea. Los Simpson, Kricfalusi, David Lynch (heredado de Nadia Marchione, mi mujer), Mario Levrero y Jorge Varlota, Copi... Siguen las influencias.


¡HERZOG! El ojo megalómano de Werner, su amor por lo sublime. Amo su visión del arte, sus películas, sus libros. Sus óperas no las vi pero deben ser gloriosas. Es equiparable a Dalí en su capacidad de transformar desde un actor, un cacho de piedra, un zapato, una hormiga, o lo que se le venga en gana, en monstruos alucinantes, casi rozando el sensacionalismo.

¡Ah! Hay unos músicos cubanos, Dúo  Karma. Los descubrimos buscando música para mi hija. Son increíbles. Hacen música para chicos pero los escucho mucho más que mi hija. Hacen sus propios videos en stop motion.  Es terrible que a uno le dicen música para chicos y en seguida piensa en canciones pedorras que son como droga para los chicos... A uno le dan ganas de arrancarse los tímpanos y tirarlos por la ventana. Nosotros crecimos con María Elena Walsh, que está bien y sí, ha sido una gran artista y su obra es imprescindible, pero es un poco melanco…

Ya que estamos, por si me lee algún padre, otros genios que hacen cosas para chicos que nos gustan a los grandes: Luis Pescetti, Magadalena Fleitas - tiene un jardín musical que se llama Risas de la tierra y suben videos a youtube -, Pim Pau, Vuelta de Canela, Canticuénticos. Me fui por las ramas pero esos, en este momento, para mí son artistas imprescindibles. 

¿Qué buscás en la gente con la que elegís laburar?

Buena onda. Confianza. Ganas.

¿A qué profesionales de tu ámbito seguís de cerca? 

Me compro todos los meses la Fierro. Eso.

¿Con quién hablás sobre tu trabajo? ¿Pedís consejo o asesoramiento a alguien de confianza? 

No hablo. Soy muy terco. 

¿Por qué vivís en Buenos Aires? 

Por qué ya no vivo en Buenos Aires. Se me volvió imposible. Me vine a 300km y no extraño para nada.

¿Hay algún viaje que marcara un antes y un después en tu trabajo? 

Supongo que haberme ido de Buenos Aires. Ojalá que para bien. Con mi familia somos bastante sedentarios, al menos hasta ahora. Antes pensaba que me encantaba viajar y que iba a ser un gran viajero. El tiempo me ha demostrado que no es así. Otro imperativo materno.

¿Cuándo te das cuenta de que tenés un nuevo proyecto entre manos?

Un día antes de la fecha límite.

¿Sentís que tenés un sistema personal de trabajo? 

Sí, el caos. La locura. Trato de tener el menor control posible para que el cerebro no me juegue malas pasadas. Imagino que Francis Bacon debía trabajar un poco así. Sumámelo a la lista de influencias.

¿Qué hay en tu lista de cosas pendientes? 

Publicar obra.

¿Tenés un panorama claro de lo que vendría siendo tu trayectoria?

No. Miro para adelante. Mi obra está tirada a mi alrededor dando vueltas. Es como si yo estuviera en un lavarropas gigante rodeado por mi obra.

¿Qué es lo que más te preocupa en tu futuro?

Aburrirme.

¿Qué hacés cuando no estás trabajando?  

Soy padre. Es uno de los proyectos más absurdos y placenteros en los que me he embarcado.

¿Si no te dedicaras a esto qué estarías haciendo?

Sería ingeniero nuclear y en mis ratos libres miraría mucha tele.