Días como trenes

No aprenderemos nunca la lección. Volverán las oscuras golondrinas a llenarnos de mierda los balcones. Y volverá la lluvia y dejará tu rostro como santo sudario en todas mis ventanas. Habrá niños gritando en el parque de siempre. Y pensaré de nuevo es tan sencillo. Olvidaré el descuido y la feliz distancia que nos hizo posibles. Y otra vez esta vez.


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De la felicidad de los trapecios para verlas venir en movimiento, sólo nos advirtieron un aquella canción. Trepamos por la urgencia de los días como bombero a tiempo. Entrenamiento sobra. El miedo es el guisante aquel del cuento. Bajo cien mil colchones aún deja cicatrices.

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La insensata visión de tu cuerpo en mi puerta en tarde de domingo. ¿Metáfora u oxímoron?

Habrá que redactar la breve nota al pie que justifique tu existencia en mis días como un chiste privado. Vendrán historiadores, allá lejos y entonces, y observarán el tosco palimpsesto donde tu breve nombre fuera escrito y borrado como un mantra cualquiera durante mil y una noches.


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Amanece seguido. Cada vez más temprano. Y allá afuera despunta el raro privilegio de días capicúa. Constante déjà vu o sólo malos flashbacks. Quién sabe. Quizá el sueño se sume al estropicio. De niño te decían que aquel con quien soñabas te soñaba. Decían tantas cosas con forma de mentira sin dudarlo. Mentiras piadosas le llamaban al circo de inventar cobardías.

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Hay días como trenes marcha atrás.

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m.trigo