Ángel Cerviño

Largueza: el artista da lo que no sabe que tiene.

(FEED BACK). Los cuadros salen del taller y se van por el mundo a trabajar para el autor, que los esclaviza y se aprovecha de ellos como un codicioso padrastro. Las obras son receptáculos atrapa-conceptos, que una vez capturados serán utilizados para nuevos cuadros. Desconocidos nos levantan las liebres: el pintor actúa como un rastreador, él es el que pone las trampas y se oculta para que caigan en ellas las ideas; mientras espera mata el tiempo fumando en una pipa que no es una pipa.

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Insomnio: se balancea en la oscuridad la rama en la que nunca se posó un pájaro.

Rastrear hasta qué punto, lo que llamamos intimidad, se construye con retales puestos en circulación por las industrias de la conciencia. Cada uno de nosotros no es más que el resultado de un trabajo de patchwork confeccionado con desperdicios de la iconosfera; basura del ciberespacio donde, como en una recogida no selectiva, todos los restos se mezclan, se trituran, y se aplastan a gran presión para obtener bloques compactos y manejables.

Ángel Cerviño.

Kamasutra para Hansel y Greteled. Eventuales, Madrid, 2007.