Muy rara la elección de este circuito cuando ya desde el nombre contradice. Uno va y hace "OFF" (no linda VOZ EN OFF by Llinás, por ejemplo, que ojalá y ojalá), si no teatro OFF. Esto que es un circuito al margen de un recorte al borde de algún mapa incandescente. En el centro las luces del comercial con brillos y las muy grandes cruces del tesoro oficial.
El OFF es otra cosa. No aparece en las guías pero existe. Pese a que se presente como cosa "apagada". ¿Nunca nos dimos cuenta? ¿Por qué no hacemos "ON"? ¿O incluso "IN"? Ya puestos...
Ya sé, se ve venir. Que un teatro del ON sería diferente. Algo medio alemán que funcionase bien y a la primera. Y un teatro del IN sería un "all inclusive" de corrección política aplicada. Mejor ni lo pensemos.
Uno va y hace OFF (y se recuerda ahora la peli extraordinaria, Amanece que no es poco, donde el pueblito entero hacía FLASHBACK muy competentemente), y tratamos de estar a las alturas de "LA MAGIA DEL OFF".
¿Qué carajo sería el OFF DEL OFF? Mirá que es conocido y no se acota. Lo transitamos todos. La carne le responde de otra forma. Hay menos luz, seguro. Menos de casi todo. Pero crecen ideas como el verde en los parques escoceses. Por todos lados, oye.
En el OFF "nos mojamos". Nos llueve más seguido. Será eso. Se estrena con más lluvia. Dicen que nos trae suerte. Aunque implique que no venga ni dios por cosas de los autos que no reman aún, o suponga que hay que subir, bajar, la incierta utilería y esos poquitos muebles de algún lugar extraño que unos llaman depósito y otros apenas "cuarto".
Un galpón, una puerta. Donde como en las cámaras de las maravillas del s.XVII, uno encuentra de todo lo visto y lo por ver. Cachivaches absurdos que sólo ahí metidos, "arrejuntados" todos, poseen un sentido en este mundo. Teléfonos cortados para siempre, paneles de colores, gomaespuma, kilómetros de alambre y cables sueltos, zapatillas, botellas, sombreros imposibles, la rueda de una bici, un maniquí pintado de morado, zapatos sin pareja, toneladas de polvo, cajas llenas de restos de un naufragio, una valija hermosa que llegó de quién sabe, cabezas de muñeca, un inodoro, ese marco de cuadro, algo que en otro tiempo quizá fue una peluca, la mitad de una silla, un estante que nadie recuerda haber traído, un embudo, caballos de madera, un extintor vacío, un espejo que siempre sobrevive, la caja de herramientas donde nunca se encuentra un buen martillo y así, y así, y así.
En cualquier otra parte, un montón de basura. Acá, sostienen mundos y nos hacen posibles y felices.
El OFF no es sistemático. Suponemos. Se improvisa y se falla casi constantemente. Se aprende. O eso dicen. Nadie lo tiene claro. Y está bien que así sea. Nunca nada es por siempre. Y acá menos que nunca. Las obras son brevísimas y duran lo que duran los amigos de los amigos de tus amigos. Esa exacta medida. Y se arman lindos brindis celebrando que no falló la música y que vinieron quince. Felices con muy poco de este lado del OFF.
Algo nos parecemos. Pero no recordamos demasiado. Cuesta reconocerse cada vez que te cruzas en esa misma sala con esa misma gente. Que serán como vos. Material OFF, infectados del virus del contar las historias sólo a través de actores, como si sólo así nos entendieran, como si sólo así.
El OFF no es clandestino. Tampoco la pavada. Hace rato que estamos adentro del adentro. Por mucho que en el mapa no nos pinten. Igual de vez en cuando reaparece la idea de ser un "antitodo" y que importe una goma. Pero es sólo una idea que la noche de insomnio te regala, mientras pensás en cómo pagar el alquiler.
El OFF es pluriempleo y polirubro. Y no factura nadie, nadie cobra. Está fatal la cosa. Pero nunca se sufre el desempleo. Es un mundo al revés que ni la Walsh soñó.
El OFF no es una empresa. Ni una suerte o castigo. A veces lo elegís, otras te toca, otras tantas volvés, como el que se regresa después de mucho tiempo en otras tentaciones. Tiene su camiseta. Ya la vieron. Diseños diferentes, nacional, importada. De todos los colores. Y la cosa es lucirla. Suele favorecer, hay que decirlo.
¿El OFF independiente? Es una redundancia.
El OFF conoce límites pero se los olvida. Es bastante mandado y a veces imprudente. Un poco cara rota y un algo exagerado. Pero logra entendernos y explicarnos mejor que muchos años de terapia.
Y habrá cien mil motivos para cansarse un día.
Y otros cien mil motivos para no hacerlo hoy.
El OFF es otra cosa. No aparece en las guías pero existe. Pese a que se presente como cosa "apagada". ¿Nunca nos dimos cuenta? ¿Por qué no hacemos "ON"? ¿O incluso "IN"? Ya puestos...
Ya sé, se ve venir. Que un teatro del ON sería diferente. Algo medio alemán que funcionase bien y a la primera. Y un teatro del IN sería un "all inclusive" de corrección política aplicada. Mejor ni lo pensemos.
Uno va y hace OFF (y se recuerda ahora la peli extraordinaria, Amanece que no es poco, donde el pueblito entero hacía FLASHBACK muy competentemente), y tratamos de estar a las alturas de "LA MAGIA DEL OFF".
¿Qué carajo sería el OFF DEL OFF? Mirá que es conocido y no se acota. Lo transitamos todos. La carne le responde de otra forma. Hay menos luz, seguro. Menos de casi todo. Pero crecen ideas como el verde en los parques escoceses. Por todos lados, oye.
En el OFF "nos mojamos". Nos llueve más seguido. Será eso. Se estrena con más lluvia. Dicen que nos trae suerte. Aunque implique que no venga ni dios por cosas de los autos que no reman aún, o suponga que hay que subir, bajar, la incierta utilería y esos poquitos muebles de algún lugar extraño que unos llaman depósito y otros apenas "cuarto".
Un galpón, una puerta. Donde como en las cámaras de las maravillas del s.XVII, uno encuentra de todo lo visto y lo por ver. Cachivaches absurdos que sólo ahí metidos, "arrejuntados" todos, poseen un sentido en este mundo. Teléfonos cortados para siempre, paneles de colores, gomaespuma, kilómetros de alambre y cables sueltos, zapatillas, botellas, sombreros imposibles, la rueda de una bici, un maniquí pintado de morado, zapatos sin pareja, toneladas de polvo, cajas llenas de restos de un naufragio, una valija hermosa que llegó de quién sabe, cabezas de muñeca, un inodoro, ese marco de cuadro, algo que en otro tiempo quizá fue una peluca, la mitad de una silla, un estante que nadie recuerda haber traído, un embudo, caballos de madera, un extintor vacío, un espejo que siempre sobrevive, la caja de herramientas donde nunca se encuentra un buen martillo y así, y así, y así.
En cualquier otra parte, un montón de basura. Acá, sostienen mundos y nos hacen posibles y felices.
El OFF no es sistemático. Suponemos. Se improvisa y se falla casi constantemente. Se aprende. O eso dicen. Nadie lo tiene claro. Y está bien que así sea. Nunca nada es por siempre. Y acá menos que nunca. Las obras son brevísimas y duran lo que duran los amigos de los amigos de tus amigos. Esa exacta medida. Y se arman lindos brindis celebrando que no falló la música y que vinieron quince. Felices con muy poco de este lado del OFF.
Algo nos parecemos. Pero no recordamos demasiado. Cuesta reconocerse cada vez que te cruzas en esa misma sala con esa misma gente. Que serán como vos. Material OFF, infectados del virus del contar las historias sólo a través de actores, como si sólo así nos entendieran, como si sólo así.
El OFF no es clandestino. Tampoco la pavada. Hace rato que estamos adentro del adentro. Por mucho que en el mapa no nos pinten. Igual de vez en cuando reaparece la idea de ser un "antitodo" y que importe una goma. Pero es sólo una idea que la noche de insomnio te regala, mientras pensás en cómo pagar el alquiler.
El OFF es pluriempleo y polirubro. Y no factura nadie, nadie cobra. Está fatal la cosa. Pero nunca se sufre el desempleo. Es un mundo al revés que ni la Walsh soñó.
El OFF no es una empresa. Ni una suerte o castigo. A veces lo elegís, otras te toca, otras tantas volvés, como el que se regresa después de mucho tiempo en otras tentaciones. Tiene su camiseta. Ya la vieron. Diseños diferentes, nacional, importada. De todos los colores. Y la cosa es lucirla. Suele favorecer, hay que decirlo.
¿El OFF independiente? Es una redundancia.
El OFF conoce límites pero se los olvida. Es bastante mandado y a veces imprudente. Un poco cara rota y un algo exagerado. Pero logra entendernos y explicarnos mejor que muchos años de terapia.
Y habrá cien mil motivos para cansarse un día.
Y otros cien mil motivos para no hacerlo hoy.