Anunciábamos allá por el mes de mayo la llegada de Quién sabe Marta al off del off de Almagro. Tuvimos el privilegio de conocer el desarrollo de esta obra de Francisca Ure casi desde el comienzo y ahora que su temporada en Huella Teatro está por finalizar, insistimos en recomendarla. Pocas veces puede disfrutarse de un trabajo tan contundente, original, divertido y profundo, donde la idea, la dirección, la puesta en escena en su conjunto y las actuaciones suponen una sorpresa tan grata como refrescante. La irreverencia, el desparpajo y, sobre todo, la necesidad de hacer lo que realmente se desea, alientan este proyecto sostenido a pulmón que se ha convertido en un pequeño fenómeno de crítica y público incondicional.
"Las Martas", como ellas se llaman, han comenzado ya lo que vaticinamos como un largo periplo de viajes. Estuvieron en el Tercer Encuentro Latinoamericano de Teatro Joven celebrado en octubre en Venado Tuerto, participaron en el reciente Festival de Teatro de Foz de Iguazú y en breve, ellas y sus sillitas, se encontrarán con el público de Santa Fe.
Su regreso a la cartelera para el año próximo está asegurado, pero aún quedan unas cuantas funciones antes de que se despidan, así que no dejen de agendar su cita con Marta.
La crítica más reciente sobre la obra, de Sonia Jaroslavsky, podéis leerla acá:
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/las12/13-6146-2010-11-26.html
Quién sabe Marta.
Texto y dirección: Francisca Ure.
Actúan: Laura Aneyva, Cinthia Guerra, Clarisa Hernández, Nadia Marchione, Luciana Sanz, Florencia Savtchouk y Sol Tester.
Ilustraciones y animaciones: Dalmiro Zantleifer.
Escenografía y vestuario: Sol Soto.
Iluminación: Omar Possemato.
Audiovisuales: Martín Berra.
Fotografía: Giampaolo Samá.
Sábados 21hs. y 23hs.
Huella Teatro.
Avda. Medrano 535.
Reservas sólo por www.alternativateatral.com
El viento en un violín se estrenó en París
Ayer, en la Maison des Arts de Creteil (MAC) en París, se presentó por primera vez la nueva obra de Claudio Tolcachir, El viento en un violín. Pese a estar tan lejos de Buenos Aires, los argentinos de Timbre 4 contaron con la calidez incondicional de parientes y amigos llegados desde lejos para acompañarles en ese momento tan significativo que supone el compartir el trabajo de un año con un público curioso y expectante. Esta tercera obra de Tolcachir como dramaturgo y director ve la luz compartiendo gira en Francia con La omisión de la familia Coleman, que durante cuatro semanas ha sido uno de los espectáculos teatrales más comentados en París.
El viento en un violín nos regala a gran parte del elenco Coleman enfrentándose al desafío que supone encarnar nuevos personajes después de cinco años dando vida a ese clan tan singular. Si pudiéramos diseccionar capa a capa el arduo proceso de creación de una obra, sería muy interesante conocer cuáles son los elementos fundamentales que hacen que un equipo de trabajo pueda generar tanta solidez en sus proyectos. Sin duda, hay tantos métodos de trabajo como actores en escena, pero hay algo difícil de clasificar que quizá tenga que ver con el modo en el que la suma de todas sus experiencias y trayectorias se aúnan con éxito bajo las afinadísimas intuiciones de un director del calibre de Tolcachir.
Una vez más, el universo creativo de este joven autor, nos habla a través de personajes que luchan desesperadamente por tratar de ser felices, amar y ser amados. Tanto en La omisión... como en Tercer Cuerpo, sus personajes tratan de encajar, anhelan una normalidad de la que se saben expulsados, sus pasiones, sus miedos, sus silencios o culpas, los aislan. El viento en un violín aborda de nuevo los inagotables temas de la familia y el amor interrogándonos sobre sus infinitas posibilidades, mostrándonos que la búsqueda de la felicidad tiene instancias tan patéticas y egoístas como el amor en sí, sin importar que ese amor sea el de los padres por sus hijos o el de amantes que aspiran a ser plenos por su reconocimiento en el otro, y lo hace a través de personajes tan intensos y extremos como limitados en sus capacidades de relación. Sus formas de dar y recibir son siempre brutales.
La apuesta dramatúrgica se sostiene en la excelencia de las actuaciones. Todos los que disfrutaron y recuerdan el trabajo de Miriam Odorico, Lautaro Perotti, Inda Lavalle, Tamara Kiper, Araceli Dvoskin y Gonzalo Ruiz, podrán verlos abordar ahora estas nuevas criaturas donde las formas se trascienden generando ese magia tan necesaria en la escena: la unión de una verdad creativa y una emoción. No nos detendremos en las claves del argumento o los vínculos entre los personajes. Aún faltan meses para que la obra se estrene en Buenos Aires y muchas serán las críticas que traten de resumirnos la historia. Sin duda, es una cita importante para el público de teatro porteño y serán muchos los comentarios y las comparaciones que se establezcan. Nos atrevemos a decir que El viento en un violín no dejará lugar a la indiferencia.
En cuanto a la puesta en escena, vuelve a estar presente el despojo y la economía de medios. Las obras de Tolcachir se resisten a las paredes acortonadas de una escenografía y logran sostenerse en amplios espacios vacíos delimitados por piezas de mobiliario. Gonzalo Córdoba es el responsable de la puesta que hoy puede verse en París y, como anécdota de los raros azares que el mundo teatral arma, muchos de los elementos utilizados fueron cedidos generosamente por el teatro du Soleil para este proyecto. La iluminación de Omar Possemato vuelve a generar los climax adecuados con ese sabio uso de la luz que nutre una escena sin grandilocuencia. Sin duda, toda una serie de buenas razones para no perderse esta obra donde quiera que uno la encuentre.
Próximas actuaciones:
* MAC de Creteil, París, hasta el 20 de noviembre. Funciones a las 20.30hs.
http://www.maccreteil.com/
* SALA PLANETA, Gerona, Festival de Temporada Alta.
30 de noviembre y 1 de diciembre.
* THEATRE GARONNE, Toulouse.
3 y 4 de diciembre.
Sacate la careta
Hay libros que nos llegan cuando más los necesitamos, sin que nosotros supiéramos que nos hacían tanta falta. En estos días nos acompaña la voz de un inagotable Alberto Ure desde Sacate la careta, una joya imposible de encontrar que exige una reedición urgente ya. De lectura obligatoria para todos los que tengan alguna inquietud hacia el mundo teatral es el ensayo titulado "Manual de autodefensa para estudiantes de teatro", pero hoy nos quedamos con estas líneas de "Promoción o muerte":
"Una vez, hace años, yo estaba sumergido en las últimas peleas de una separación matrimonial: todas las tarjetas marcaban empate, en el round 12 nos dábamos con todo, ensangrentando el ring. Más acusaciones, traiciones y ofensas no entraban en el mundo. De pronto ella me gritó: "¡Y ahora qué hacemos con todo esto! ¿Cómo seguimos viviendo?". Yo, agotado, mirando el reloj en el clinch, fui sincero: "Hagamos algo por el bien de los dos. Tengamos un ataque de amnesia". Creo que fue una de las pocas cosas cuerdas que dije en mi vida y no fue comprendida. (...) Yo, por mi oficio, debería haber sabido antes que el pasado sólo puede llamarse tal cuando estalla, irremediable, en las situaciones más urgentes del presente, cuando deshace el futuro que se proyectaba ingenuamente. Pero eso no lo puede planear ni el vengador más ensañado. (...)
La única verdad es el presente, como sabe el que sufre una pasión o la ha sufrido alguna vez; los demás, las almas serenas y bien pensantes, le hablan del futuro y del pasado para distraerlo, para calmarlo, para aplacarlo con tácticas reformistas".
Alberto Ure, Sacate la careta. Ensayos sobre teatro, política y cultura, ed. Norma, Bs. As. 2003.
"Una vez, hace años, yo estaba sumergido en las últimas peleas de una separación matrimonial: todas las tarjetas marcaban empate, en el round 12 nos dábamos con todo, ensangrentando el ring. Más acusaciones, traiciones y ofensas no entraban en el mundo. De pronto ella me gritó: "¡Y ahora qué hacemos con todo esto! ¿Cómo seguimos viviendo?". Yo, agotado, mirando el reloj en el clinch, fui sincero: "Hagamos algo por el bien de los dos. Tengamos un ataque de amnesia". Creo que fue una de las pocas cosas cuerdas que dije en mi vida y no fue comprendida. (...) Yo, por mi oficio, debería haber sabido antes que el pasado sólo puede llamarse tal cuando estalla, irremediable, en las situaciones más urgentes del presente, cuando deshace el futuro que se proyectaba ingenuamente. Pero eso no lo puede planear ni el vengador más ensañado. (...)
La única verdad es el presente, como sabe el que sufre una pasión o la ha sufrido alguna vez; los demás, las almas serenas y bien pensantes, le hablan del futuro y del pasado para distraerlo, para calmarlo, para aplacarlo con tácticas reformistas".
Alberto Ure, Sacate la careta. Ensayos sobre teatro, política y cultura, ed. Norma, Bs. As. 2003.