Cómo hablar poesía.
(…) Jamás actúes las palabras. Nunca intentes despegarte del suelo cuando hables acerca de volar. Jamás cierres los ojos volviendo violentamente la cabeza al hablar de la muerte. No claves en mí tus ojos ardientes cuando hables de amor. (…) Si la ambición y el hambre de aplausos te han llevado a hablar acerca del amor deberías aprender cómo hacerlo sin ponerte en ridículo o destrozar el tema. (…)
No puedes decirle al público todo lo que sabes del amor en cada línea de amor que hables. Hazte a un lado y ellos sabrán lo que sabes porque ellos lo saben ya. No tienes nada que enseñarles. Ya no hay escenario. Ya no hay candilejas. Estarás entre la gente. Entonces se modesto. Di las palabras, transmite los datos, hazte a un lado. Quédate solo. (…) Respeta la intimidad del material. Estas piezas fueron escritas en silencio. El valor de la representación es el de decirlas. La disciplina del juego es no violarlas. Que el público sienta tu amor a la intimidad a pesar de que no exista intimidad. Se buena puta. El poema no es un eslogan. No puede anunciarte. No puede promocionar tu reputación de persona sensible. No eres un semental. No eres una mujer fatal. Eres un estudiante de la disciplina. No actúes las palabras. Las palabras mueren cuando las actúas, se consumen y nos quedamos sin nada más que tu ambición. (…)
No trabajes a la audiencia en busca de exclamaciones y suspiros. Si eres merecedor de exclamaciones y suspiros no será a causa de tu apreciación del suceso, sino a causa de la suya. Estará en las estadísticas y no en el temblor de la voz o en los cortes que hagas en el aire con tus manos. Estará en los datos y la queda organización de tu presencia.
Evitas las florituras. No temas ser débil. No tengas vergüenza de estar cansado. Tienes un aspecto magnífico cuando estás cansado.
Leonard Cohen. Memorias de un mujeriego, Visor, 1982.