Pornosonetos




¿Cómo llega la poesía al hecho escénico? La poesía como texto férreo sembrado de imágenes imposibles, metáforas, enumeraciones infinitas, ritmo y verso. La poesía como instrumental quirúrgico, ese peligro en manos de cualquiera. La necesidad, el deseo de poner un texto poético en pie y convertirlo en algo más, habitarlo, recorrerlo como una pieza privada de la que se nos entrega la llave por unos minutos, es uno de los alicientes más desafiantes y atractivos en la búsqueda del lenguaje propio. Pornosonetos (des)borda los poemas de Pedro Mairal, los descose, los abre en canal para obligarnos a mirar dentro, a escuchar dentro, a llevarnos algo puesto. Cabe preguntarse si los textos fueron el disparador de esta performance o aparecieron después. La puesta posee una contundencia plástica que permitiría observarla sin sonido generando una extraña pesadilla lisérgica: "Soñé con dos gemelos músicos que tocaban en... Y había una mujer con uno de esos trajes de cuero y una máscara que..." 

La puesta ha recibido la atención de una pieza museística. Nada es azaroso en la composición del espacio o la distribución de los elementos. No está de más señalar que Bailiarini viene desarrollándose como artista plástico hace años, experiencia que acá traduce sensorialmente en sus decisiones sobre el conjunto. Pornosonetos interpela a nuestros sentidos. Somos vista y oído. Desde la trinchera de la platea ejercemos nuestro rol de espectadores y, por momentos, nos convertimos en voyeurs. La música de Ulises López Langono interpretada por los hermanos Infantino y la iluminación de Sebastián Francia son piezas clave donde la dirección explora el extrañamiento de este encuentro. Nos incomoda pero nos regala una galería de asociaciones libres que apuntan a un público entrenado en los contrastes y amante de lo lúdico. 

Los poemas de Mairal construyen una voz masculina, poderosa, ardiente y desesperada. Una voz solitaria y cosmopolita que se calienta, literalmente, con la materialidad de su cuerpo anhelante. Un cuerpo, poético, que no está limitado al presente de sus versos, sino que se sabe extensión, continuidad y cementerio de una tradición sociocultural que carga como una losa al enfrentarse a sus fantasías sexuales. El conjunto de poemas aborda la percepción atemporal de lo físico en ese instante tan fugaz como perpetuo donde el deseo late y se consuma. O nos consume. Pero no sólo de sexo vive el hombre. Será polvo, sí, pero polvo enamorado. Hay un otro. Un objeto de deseo ya inalcanzable y, por ello, puro e idealizado. Un objeto de deseo que es causa y raíz de los versos derramados. El recuerdo del cuerpo amado es una de las experiencias más dolorosas. El poeta lo sabe. Y la dirección transita ese dolor con quien se anime a escuchar la entraña desgarrada. 

La elección de una actriz para habitar la voz masculina del texto resulta un gran acierto. Julieta Vallina aparece como una provocación que trasciende la burla del vestuario. Bajo la máscara hood su mirada interpela a ese objeto de deseo omnipresente para el que ya no hay espacio, aunque exista todo el tiempo del mundo. La estética de dominatriz es sometida por el torrente expresivo de los versos. No hay fortaleza donde la soledad no se entrometa. El juego de roles de la perfo es pues, más que sexual, cultural y poético y, como tal, violento. En los tiempos que corren, porqué no decirlo, también político. Que una mujer se adueñe del lenguaje expresivo de un poeta,  lo habite con su poderosa feminidad y, finalmente, lo que trascienda sea el discurso del (des)amor y su herida siempre abierta, resulta cuando menos un modo interesante de inquietarnos, de obligarnos a reconsiderar determinados aspectos de nuestros, cada vez más endebles, andamiajes. 

Pornosonetos es un excelente ejemplo de cómo la búsqueda del propio lenguaje se consolida en lo interdisciplinar. Una resurrección del recital poético donde cada ingrediente brilla por sí mismo.


Pornosonetos

Actúan: Julieta Vallina
Músicos: Julian Infantino, Ignacio Infantino Almeida
Diseño de vestuario: Ezequiel Galeano
Diseño de escenografía: Ramiro Bailiarini, Sebastián Francia, Ezequiel Galeano
Diseño de luces: Sebastián Francia
Realización de escenografia: José Bailiarini
Música original: Ulises López Langono
Fotografía: Luis Sens
Diseño gráfico: Nacho Jankowski
Asistencia de dirección: Brenda Kreizerman
Producción: Lala Palermo
Colaboración artística: Josefina Gorostiza, Nadia Romina Sandrone
Textos: Pedro Mairal
Dirección: Ramiro Bailiarini


Abasto Social Club 
Yatay 666
Domingos 16.30