#Ensayo

Se me ocurre, me consta, que es un tiempo sin tiempo. Quizá por eso aspiro a andar siempre en camisa de once varas, hasta las manos, digo, porque el tiempo que vuela en un ensayo apenas envejece, sienta bien. Como traje a medida mismamente. 

Mientras usted ensaya la vida entrometida queda lejos y se hace solamente lo importante. Lo urgente desdibuja su volumen. 

Mientras usted ensaya puede tener seis años nuevamente pero también trescientos si así se le antojara. Puede ser usted mudo o hablar como un doctor de antigua escuela. Estar lleno de tics, pestañear al ritmo de las olas o quedarse muy quieto y embelesarme igual que acaso Rothko. Puede silbar bajito o sentarse a tocar un instrumento, así, como si no, como si nada, medio que de perfil, porque pasaba, porque ya estaba ahí y apetecía. Puede tararear sin que se intuya y hacer que alguien desee insensateces. Y si usted canta en el medio de un ensayo es probable que todo se detenga y que se abra una puerta hacia mundo tan nuevo que ni nombre le dieron todavía.  

Mientras usted ensaya puede pasar que llore o que sonría y encarne una quimera, una pasión certera, extrañadísima, que todos reconocen como propia aunque usted sea usted y en nada se parezca a todos ellos. Es cosa del ensayo ese prodigio. Que adentro del ensayo usted puede ser otro, ser cualquiera, adentro de sus ojos y en sus manos, tropezarse con uno que lo habita, alguien que entenderá de otra manera el mundo y tendrá dudas otras, ganas nuevas y quién sabe qué forma de callar o decirlas. 

Adentro del ensayo estará usted a salvo de usted mismo. De su falta de fe, de su cansancio. Será el niño que juega inagotable dando cuerda a los sueños, contando cuanto pasa, cuanto mira, como si solo así y solo entonces. Solo. 

Mientras usted ensaya quizá sea feliz aunque le duela o logre el pensamiento amilanarlo y lo enrede y aleje o distorsione. Aunque nada concluya como espera y no entienda del todo las razones para seguir haciendo eso que hace, sabrá sin mucho escándalo que es lo mejor que puede, lo que tiene. Y no le importará que el mundo no agradezca, porque el mundo es inmundo. 

Mientras usted ensaya sabrá que hace feliz a quien lo observe. Y aunque no sea ese su objetivo, su misión en la tierra, ni tan siquiera un poco su intención o deseo, dejará que se haga, que suceda, que la felicidad de ese momento siembre esperanza absurda en esos pocos metros. 

Porque mientras ensaya da todo lo que no sabe que tiene. 



m.trigo