Qué desfile de hormigas

Pienso todo el tiempo qué palabras en fila, qué desfile de hormigas, orientaría el mundo nuevamente. Hacia dónde también. No tengo idea. Nunca entendí los mapas ni los quise, quizá eso explique mucho. En todo caso es tarde para considerar salidas de emergencia. Trabajo como puedo. Tallo cada perfil del diccionario como si fuera nuevo. Tendremos que aprender todo otra vez, porque el amor, mi amor, se ha convertido en todo lo que rige. Sin embargo, se sabe, no acierta a conjugar ni definirse. Tapiza su interior de seda china y aparece de noche en los boliches aunque lo miren mal. También, sí, por supuesto, pasea por los parques, los museos, inunda cada avión y hasta a tu casa llega y toca timbre. Aunque finge ser otro. Un testigo cualquiera de algún dios decadente. Ni me nombra. Tampoco en estos días se encuentra ni un poquito cierta felicidad. Dicen que es esto, aquello, cualquier cosa le ponen de relleno, la inflaman y desinflan como a piñata ajena y está tan maltratada que ni modo. Ni las vecinas juntas saben ya qué decirle, ni esperanza le acierta a maquillar los golpes, las ojeras. Está flaca hace rato, duerme poco. No llega a fin de mes. Culpa de nadie, opina. Salir siempre tan cara cuesta mucho, es toda una desgracia la fortuna. Ser feliz ya no es cosa de dos días, se muere mucho antes, no da tiempo. Tampoco da volverse a ningún lado. Volver es un efecto de los tangos pero nunca sucede o sienta bien. El eterno retorno, es el silbido viejo de de un tren de los de antes, cuando descarrilaban sin tanto terrorista incontinente. Ahora dónde se iría tanta frente marchita. Quién nos hubiera dicho que el azar al final sistematiza, que el sistema es la falla mismamente. A veces me sugiero que imaginas cómo termina el cuento y me digo que sí, vendrás alguna tarde y el desatino triste se irá por la ventana. A veces optimizo por nostalgia, no vayas a pensar que por costumbre. Ya no practico nada sanitario. 

m.trigo