Nurit Kasztelan













Librera, editora, poeta y dramaturga. 


¿Cómo te definís profesionalmente?
Qué díficil: hago muchas cosas dispersas. Soy librera, editora, escribo poesía y dramaturgia, doy clases y ahora estoy empezando a dirigir teatro.
¿Sabés por qué te dedicás a esto?
No podría hacer otra cosa.
¿Qué disciplinas resultaron fundamentales en tu formación?
Todas, recibirme de economía me sirvió para saber que no quería dedicarme a eso, estudiar literatura me sirvió para entender que tengo una relación absolutamente pasional con los libros y que la carrera de letras donde estaba obligada a leer lo que no quería no era para mí; y la maestría en Estudios interdisciplinarios de la Subjetividad me sirvió para abrirme la cabeza, para usar a la filosofía como una forma de ver y entender el mundo.
¿Qué es lo más útil que te ha enseñado tu trabajo?
Mi trabajo me enseñó a adaptarme a las personas: que no todos los libros son para todo el mundo, que lo te gusta a vos no necesariamente le va a gustar al otro.
¿Y lo más hermoso?
Que a veces lo que te gusta a vos sí es lo que le gusta al otro, y entonces encontrás una empatía tremenda con alguien que apenas conocés. Pero lo más hermoso que me pasó es algo que no me voy a olvidar nunca, y fue recibir este mail después de la presentación de mi libro, de la mamá de una nena de ocho años:
“Hola, Nurit el sábado fuimos a escuchar a Lucas y te conocimos, conocimos a la poetisa. Desde el conocimiento, la teoría, el análisis nos encantó lo que hacés. Nos conmoviste mucho, pero no te escribo por eso. Junto a mí estaba mi hija Victoria. Mientras recitabas te miró atenta, aplaudió, te escuchaba con esa mirada de niña que captura, desde la inocencia, todo. Aquí a mi lado me recuerda que sus poemas favoritos son: "El orden" y "Necesidad de lo liviano". Cuando salimos, nos pidió hasta el cansancio que le compremos tu libro. Esta mañana lo agarró y nos empezó a leer tus poemas en voz alta y se reía, y los disfrutaba, jugaba con ellos, corría con el libro en la mano, fue mágico. Quería contártelo, Nurit, porque vos le abriste el alma a mi hija a la poesía y ella se asoma de una manera increíble. Yo no sé cómo agradecerte lo que has hecho, quizá ninguna de las tres tengamos conciencia de este momento. Gracias, querida Nurit, ya sos inolvidable para mí.”
¿Cuáles considerás que son tus principales fuentes e influencias creativas?
Mis influencias van cambiando, son por etapas. Suele pasarme que me obsesiono con un autor y trato de leer todo lo que publicó o ver todas las muestras de un artista plástico particular. Mis maestros, colegas que admiro. Pero en realidad, soy lo que soy principalmente debido a la dispersión y el aburrimiento.
¿Qué es lo que más te duele a la hora de ejercer tu vocación?
Tengo un nivel de obsesión alto, y me cuesta mucho cerrar los poemas, o un texto, le doy demasiadas vueltas al asunto. Pero no es algo que me duela.
¿Crees haber sacrificado algo importante para dedicarte a esto?
No.
¿En cuántos proyectos laburaste el año pasado?
En 2015 estuve con proyectos que venían desde antes y que todavía siguen, como la librería y la editorial. Incursioné en dos cosas nuevas, que es dar clases de formación de espectadores y conducir una columna en la radio. También dirigí en teatro dos obras breves y a mitad de año empecé a dirigir una obra que escribí con una amiga, que aún no se estrenó.
¿Todos llegaron a mostrarse o estrenarse?
La idea es que la obra “El espacio conmigo” se estrene en 2016, en 2015 se trató sobre todo de armar el equipo (actores, asistente de dirección, escenógrafo, iluminadora, productora).
¿Cuál es el proyecto al que dedicaste más tiempo hasta la fecha?
La poesía siempre está, va y viene, pero estoy casi todo el tiempo conectada con ella, es un poco mi manera de mirar y entender el mundo, por más que no esté siempre la idea de publicar el libro.
¿Cómo lo recordás? ¿Qué hubo de bueno y de malo?
No pienso en términos binarios. Al principio tenía más ansiedad para publicar, ahora ya no, respeto mucho los tiempos que dicta la poesía.
¿Vivís de lo que amás o tenés otra actividad que ayuda a pagar las cuentas?
Tengo la suerte de ser feliz casi todos los días en mi trabajo, y en general vivo de lo que me gusta. Lo que amo amo, prefiero mantenerlo como estado de excepción para que sea solo resto. Amo cocinar y cuidar mis plantas, pero no me gustaría que me paguen por ello.
¿Con qué otras artes te relacionas habitualmente?
Me interesa mucho la pintura, suelo ir seguido a ver muestras en museos o galerías. A veces estoy tan saturada de la palabra que necesito sólo imagen. Y además de literatura y teatro también me interesa el cine. Y últimamente un poco la danza.
¿Qué es lo más absurdo que has hecho por amor al arte?
Estaba en Berlín y quise ir al museo de Bruke, que estaba a dos horas de la ciudad, en una localidad rural, y me fui sola para allá, donde nadie hablaba inglés, me senté a comer en un lugar por señas y encima el museo estaba cerrado.
¿Hay algo que no volverías a hacer?
Me arrepiento de pocas cosas.
¿Qué estás leyendo?
Releyendo Mi vida de Isadora Duncan, Los poemas de nuestro clima, de Wallace Stevens y un libro de entrevistas a Curadores de arte, compilado por Gumer Maier que editó el Centro Cultural Rojas
¿Qué autores recomendás siempre?
Silvina Ocampo, Enrique Lihn, Julio Ramon Rybeiro, John Berger, Marguerite Duras, Virgilio Piñeira.
¿Qué películas volvés a ver una y otra vez?
En general no me gusta ver películas más de una vez pero Sans Soleil de Chris Marker es una gran excepción. Me partió la cabeza y me emocionó mucho.
¿Qué artistas – de cualquier ámbito - te resultan imprescindibles?
Los que me emocionan hasta la médula o me abren nuevas formas de mirar el mundo: Xavier Dolan, Miranda July, Sophie Calle, Louise Bourgeois, Wes Anderson, Marta Minujin. Seguro más, pero ahora no se me vienen a la cabeza.
¿Qué buscás en la gente con la que elegís laburar?
En general busco que compartan mis obsesiones, y que tengamos una forma parecida de trabajar. Sobre todo busco que sean pasionales con lo que hacen y que tengan claro su deseo.
¿A qué profesionales de tu ámbito seguís de cerca?
De los libreros me interesan Andy Andersen de la ex Lilith, Pablo Pazos de Arcadia y Sandro Barella de Norte. De editores admiro mucho a Diego Esteras y Ezequiel Fanego de Caja Negra, no solo por lo profesional sino por el modo de encarar lo humano, son pibes muy generosos. En teatro me interesan obras puntuales de algunos autores: Nada del amor me produce envidia de Santiago Loza, Mi vida después de Lola Arias, Vapor y El pasado es un animal grotesco de Mariano Pensotti, varias de Rafael Spregelburd, Actriz de Barbara Molinari, Llegó la música de Alberto Ajaka. En poesía me cuesta contestar. Podría nombrar dos que llegaron a interesarme tanto que me las puse a traducir, Anne Carson y Louise Gluck.
¿Con quién hablás sobre tu trabajo? ¿Pedís consejo o asesoramiento a alguien de confianza?
Hablo con amigos, colegas, gente que admiro. Siempre ando pidiendo consejos. Es mi mayor defecto, y mi mayor virtud.
¿Pedís subsidios para tus proyectos? ¿A qué instituciones?
Solamente pedí el año pasado a una línea movilidad y lo gané, fue un viaje España.
¿Por qué?
Porque mi editor me había invitado a España a participar a un festival de poesía y no podía pagar el pasaje. Fue él quien me incentivó a presentarme y me llenó el formulario.
¿Por qué vivís en Buenos Aires?
Tengo ganas de intervenir acá, en este lugar, en la cultura de esta ciudad. Hoy no me imagino viviendo en otro lugar. Me siento un poco identificada con ella: es nocturna, le cuesta mucho dormirse, siempre hay cosas para hacer…
¿Hay algún viaje que marcara un antes y un después en tu trabajo?
En la poesía fue mi primer viaje a Chile a un festival de poesía, y en términos editoriales cuando fui a Guadalajara, se me abrió la cabeza, muchas ideas que aún no llegué a concretar. En términos personales, cuando fui a Cuba en 2001, estaba conflictuada con mi situación de clase y fue muy fuerte ver lo que pasaba ahí, entender un poco cómo fue la revolución, viendo cosas buenas y también un montón de cosas malas. Ahí me di cuenta de que quería ser artista o dedicarme al arte de cualquier forma, y que era muy dichosa de elegir lo que quería hacer y no lo que una revolución necesitara.
¿Cuándo te das cuenta de que tenés un nuevo proyecto entre manos?
Siempre tengo un nuevo proyecto entre manos.
¿Sentís que tenés un sistema personal de trabajo?
Sí. Mi cabeza funciona por compartimentos separados, o, por decirlo de otro modo, el desorden es mi sistema. Como hago tantas cosas, pongo prioridades en términos de energía y así voy cumpliendo las tareas, a veces por días de la semana, momentos o meses del año. A veces la claridad en el deseo te ordena el resto de las prioridades.
¿Qué hay en tu lista de cosas pendientes?
Tener un hijo. También quiero conocer Rusia, Japón y China.
¿Tenés un panorama claro de lo que vendría siendo tu trayectoria?
No considero que tenga trayectoria. Considero que soy una persona que tiene deseos muy fuertes y que en general tuvo la suerte de realizarlos.
¿Qué es lo que más te preocupa en tu futuro?
Me gustaría eventualmente tener hijos, y me preocuparía que eso no ocurra.
¿Qué hacés cuando no estás trabajando?
Trato de escaparme a la naturaleza, al Tigre especialmente. Necesito mirar el verde y el agua.
¿Si no te dedicaras a esto qué estarías haciendo?
Sería cocinera. Amo cocinar, mezclar ingredientes, improvisar, agasajar a gente querida cuando viene a comer.