Giampaolo Samà








Actor, dramaturgo, docente.



¿Cómo te definís profesionalmente?
No es simple definirse a uno mismo. Diría que soy un actor al que le gusta escribir sus textos. Entonces también soy un poco dramaturgo. Pero también me ocupo seguido de la fotografía y enseño italiano e historia en una escuela. Uno no es nunca una cosa solamente.
¿Sabés por qué te dedicas a esto?
No podría estar sin el teatro. Es como un soplo vital, me permite expresar en libertad mis pensamientos, ponerlos en duda y volver a plantearlos. Y además me hace feliz a veces.
¿Qué disciplinas resultaron fundamentales en tu formación?
El cine, antes que nada. Mi familia tenía un cine en mi pueblo y cuando era chico me pasaba tardes enteras viendo cualquier película. Era un poco como en Cinema Paradiso. Estar en la cabina de proyección, tener la película en la mano… El sueño del pibe. También la música, estudié piano de muy chico, mejor dicho, maltraté el piano unos años cuando era chico y al final me quedó el amor por la música. La lectura y la poesía llegaron, como para casi todos, en la adolescencia.
¿Qué es lo más útil que te ha enseñado tu trabajo?
La constancia.
¿Y lo más hermoso?
El placer de la búsqueda.
¿Cuáles considerás que son tus principales fuentes e influencias creativas?
Muchas, no podría decir una ni intentar armar un elenco. Prendo por donde venga. Una música, una imagen, un cuadro, una frase en un libro o una frase escuchada. Un olor, un recuerdo inesperado o algo que no logras recordar. Todo puede ayudar en el acto creativo, solo hay que estar encendido.
¿En cuántos proyectos laburaste el año pasado?
Tres. Una obra dirigida por Román Podolsky Movimientos sin utilidad. que estuvo en cartel en el CELCIT y mi unipersonal LAMERICA, que me da muchísimas satisfacciones desde su estreno en 2011 y que sigue girando este año. También terminé de escribir y ensayar EL VIAJE, una comedia poco divina, mi nuevo unipersonal que está ya con funciones en Timbre 4 los viernes 23 hs.
¿Cuál es el proyecto al que dedicaste más tiempo hasta la fecha?
Mis unipersonales. Son un trabajo de todos los días, el tiempo de estudio, la escritura, los ensayos, y volver sobre los textos. El tiempo no alcanza nunca.
¿Vivís de lo que amás o tenés otra actividad que ayuda a pagar las cuentas?
Los primeros años en Argentina no fueron simples, tuve que empezar de vuelta con todo. En Roma, donde viví diez años, trabajaba bastante seguido como actor y en los últimos años mucho con mis espectáculos. En 2006 terminé la Facultad y en el 2007 dejé todo por amor y me vine a este rincón del mundo. Llegar desde fuera, no conocer el idioma, tener que comprender a los porteños y darse cuenta que son tanos que hablan castellano... El tiempo de adaptación duró 6 años. Pero este es un país muy generoso y despacito fui sintiéndome como en casa. Con el tiempo se me abrieron muchas oportunidades gracias a mi idioma y mi licenciatura. Como profesor traduje teatro y un guión al italiano, dicté cursos sobre el cine de mi país en el profesorado J. V. González y desde el 2014 soy profesor de teatro en italiano en la Cristoforo Colombo, una hermosa escuela italiana de Capital. Una experiencia muy placentera y enriquecedora con chicos de séptimo grado que son un amor, los quiero mucho. Eso es una ayuda cuando llegan las cuentas. Pude trabajar en publicidad y también la tele empezó a necesitar de tanos verdaderos. Participé en Farsantes y en Esperanza mía, donde me tocó hacer de un Cardenal italiano. Fue muy divertido. Este año llega una gran oportunidad: un personaje de malo en una nueva tira co-producida por Disney y Pol-Ka.
¿Con qué otras artes te relacionas habitualmente?
Con la fotografía, soy fotógrafo casi con la misma pasión con la que hago teatro. Me dedico a la fotografía de espectáculos principalmente.
¿Qué estás leyendo?
Unos libros de Umberto Galimberti, un filósofo italiano: Los mitos de nuestro tiempo; Vicios capitales y nuevos vicios; Cristianismo, la religión con el cielo vacío. Y también un libro de dramaturgia. Cosas que no tienen relación entre sí, o eso creo.
¿Qué autores recomendás siempre?
Italo Calvino y Dante Alighieri. Pero también Gabriel García Márquez y Borges, que me hicieron descubrir América Latina de dos maneras muy distintas.
¿Qué películas volvés a ver una y otra vez?
No me gusta volver a ver la misma película, es raro. Si me indigestó esa práctica de chico. La que vi más veces es C’era una volta in America de Sergio Leone, una clase magistral de cine.
¿Qué artistas – de cualquier ámbito - te resultan imprescindibles?
Dario Fo es imprescindible para mí.
¿Con quién hablás sobre tu trabajo? ¿Pedís consejo o asesoramiento a alguien de confianza?
Pido consejos a unas pocas personas de confianza todas las veces que puedo. El proceso creativo está plagado de dudas y compartirlas ayuda a disiparlas.
¿Hay algún viaje que marcara un antes y un después en tu trabajo?
Mi primer viaje a la Argentina en 1996. No tenía la menor idea que un día esta ciudad sería mi ciudad. Tenía veintiséis años y vine con la Academia de Arte Dramático en la que acababa de recibirme. El espectáculo de fin de año se presentó en el Teatro Coliseo para la comunidad italiana. Te dejo imaginar. Salir a escena y encontrarse con esa sala llena de gente fue inolvidable. A lo largo de los años volví varias veces y, viste como son estas cosas, volver, volver… Te cruzas con el amor de tu vida y al final te quedas.
¿Cuándo te das cuenta de que tenés un nuevo proyecto entre manos?
Cuando no me lo saco de la cabeza por mucho lo intente. Entonces siento que hay que seguir con el camino que me propone.
¿Sentís que tenés un sistema personal de trabajo?
Imagino que sí. Se fuer armando con los años y por las circunstancias.
¿Qué hay en tu lista de cosas pendientes?
Terminar mis días frente al mar. Cuando me canse de todo esto lo haré.
¿Qué es lo que más te preocupa en tu futuro?
No poder terminar mis días frente al mar.
¿Si no te dedicaras a esto qué estarías haciendo?
Me hubiese encantado ser cocinero. Me gusta cocinar y compartir la mesa con amigos. Me parece el mejor lugar para encontrarse, una mesa, unos amigos y un buen plato de comida recién salido del fuego.