Diego Braude




Documentalista. Periodista.
Dir. del documental Fabricantes de mundos.

Foto: María Valeria Chinnici.

¿Cómo te definís profesionalmente?
Me gusta definirme como un híbrido de habilidades, conocimientos, intereses, pasiones e influencias. Supongo que es lo mismo que decir que no me gusta definirme. Si hoy me preguntan de qué trabajo, “qué hago”, respondo que soy periodista y documentalista. Pero esa respuesta es un poco un ejercicio de síntesis (poder del que adolezco), porque en realidad siempre estoy en varias cosas al mismo tiempo.
¿Sabés por qué te dedicás a esto?
Puedo decir que soy curioso, que me gusta contar historias y que me las cuenten, compartir con otros. Me parece que compartir historias nos hace encontrarnos a nosotros mismos y con otros. Es una necesidad. No es lo único que soy, pero es parte de quien soy.
¿Qué disciplinas resultaron fundamentales en tu formación?
Todas. Estudié Ciencias Políticas, me gradué en Artes Combinadas (ambas en la UBA), también estudié fotografía. Trabajé de socialero muchos años, incursioné en el periodismo de manera autodidacta (como suelo hacer la mayoría de las cosas), hice changas varias (como laburar bailando de “cabezón” en carnavales cariocas donde pibes o amigos-del-novio borrachos te fajaban por divertimento, de payaso algo siniestro en algún evento). He dado clases. Fui jurado de concursos. Doy tours culturales desde hace años. Estuve en la primera comisión directiva de la Asociación de Investigadores y Críticos de la Argentina (Aincrit). Realicé instalaciones fotográficas. Tuve un solo trabajo en relación de dependencia y duré apenas un mes (atención al cliente en una financiera). Breves experiencias en producción en cine y publicidad me enseñaron mucho.
¿Qué es lo más útil que te ha enseñado tu trabajo?
Que sin acción no hay nada. La teoría y las ideas solas pueden muy fácilmente convertirse en una paja mental si no se pasa a la práctica. La práctica es barro y tenés que caminar por el barro para llegar a cualquier lado. Las ideas limpitas quedan para el marquito en la pared, pueden ser inspiradoras, pero no pasan por el cuerpo. Yo quiero cuerpo.
¿Y lo más hermoso?
Es un lugar común, pero el encuentro. Es muy difícil para mí quizás ponerlo en palabras claras o definitivas, pero lo que me significa ese encuentro ha cambiado con los años. Probablemente, junto con ese encuentro, lo hermoso ha sido el aprendizaje. A veces, mirás para atrás y ves un camino recorrido. No todo lo que ves está bueno, pero algunas cosas son maravillosas y otras les das un valor que en su momento no les diste. Mmmm… creo que lo que me ha enseñado mi trabajo básicamente es a vivir… y que no toda la vida pasa por el trabajo.
¿Cuáles considerás que son tus principales fuentes e influencias creativas?
En esta nunca sé que responder. Un nombre que siempre me viene a la mente es Fabián Polosecki. Creo que lo que él produjo en los ‘90s representa mucho de a lo que aspiro. Pero después estoy atravesado por todos lados, todo aporta y alimenta y, al mismo tiempo, cada vez que empiezo un proyecto necesito olvidarme de toda influencia para ver qué es lo que quiero hacer yo. Por ejemplo, dos de mis actuales influencias creativas son mis dos maestros de tango y todo lo que me pasa bailando. Hoy, ponele, mi lugar feliz está en la pista de baile y de ahí derrama a todo lo demás – incluido el trabajo - cuando la mayor parte de mi vida fue al revés.
¿Qué es lo que más te duele a la hora de ejercer tu vocación?
En otro momento podría haber hecho una lista. Hoy no. Todo ambiente está lleno de mierda y de obstáculos que muchos días te generan ganas de mandar todo al carajo. Nada, puteas y seguís adelante. Si no querés bardo, mejor quedate en tu casa. Me tomó años entender eso
¿Crees haber sacrificado algo importante para dedicarte a esto?
No sé si sacrificado. Más bien, creo que erré mucho tiempo al pensar que todo pasaba por el trabajo. En ese sentido, creo que me perdí de disfrutar momentos y sé que perdí gente por el camino. Hablo por mí, pero tomó tiempo y chichones comprender que, precisamente, para poder dedicarme a todo aquello que me apasiona necesito una vida que no pase sólo por ahí.
¿En cuántos proyectos laburaste el año pasado?
Algunos continúan este año, rara vez trabajo en proyectos que empiecen y terminen en el año. Alrededor de cinco o seis
¿Todos llegaron a mostrarse o estrenarse?
Algunos sí, otros todavía están en proceso
¿Cuántos te esperan ahora?
Ja, no sé… por una cuestión de procesos no es que suceden todos al mismo tiempo, se van intercalando en los momentos de trabajo (si no, terminaría descuartizado). Pero ponele que se sumaron a los del año pasado unos tres o cuatro.
¿Cuál es el proyecto al que dedicaste más tiempo hasta la fecha?
Fueron dos. Uno, el sitio web cultural que dirigí siete años (Imaginación Atrapada). Fue un espacio de aprendizaje, de vínculo con otros, que me llevó al proyecto más especial para mí a la fecha que fue el documental Fabricantes de mundos. Me tomó tres años terminarlo. Lo filmé, lo produje, lo edité, pulí imagen y sonido, hice el subtitulado. Lo realicé con fondos propios (apliqué al Incaa, que después de darme varias vueltas que sí, que no, lo rechazó… cosas que pueden pasar) y con todo amor. Si pienso en ese documental y en el camino que me hizo recorrer me queda una sola palabra: felicidad.
¿Cómo lo recordás? ¿Qué hubo de bueno y de malo?
No sé si decir “malo”. Me hubiera gustado poder contar con el apoyo del Incaa, que en un momento parecía que salía. También había un fondo extranjero para documentales que justo en esa época dejó de incluir a la Argentina (cuestiones burocráticas: ya no figurábamos más como “país en vías de desarrollo”). Tendría que haber aplicado también a otros lugares, pero ahí me faltó experiencia. En la etapa de exhibición me comí varios garrones y aprendí finalmente en carne propia (quizás, de todo el proceso, lo más duro por toda la expectativa que tenía de compartir lo que tanto esfuerzo me había llevado) lo que cuesta la difusión, convocar público, etc, para una película chica. Tuve funciones de sala llena y otras donde fueron sólo dos personas (y una era amiga mía). Tuve, en general, devoluciones maravillosas. Me quedaron amigos, conocí gente preciosa que me abrió sus puertas. En el viaje que fue todo el proceso, me perdí y me encontré más de una vez. Todo, lo bueno y lo malo, fueron parte de ese viaje.
¿Vivís de lo que amás o tenés otra actividad que ayuda a pagar las cuentas?
Digamos que, para poder vivir de lo que amo de la manera que considero me hace feliz y me permite ser fiel a mí mismo, necesito por ahora otras actividades que colaboren a parar la olla. Mucho tiempo puteé por eso, pero creo que esa diversidad en cierta manera me ha ayudado, me ha dado más amplitud de visión. Eso no significa que no esté laburando para poder vivir enteramente de la larga lista de cosas que amo.
¿Qué es lo más absurdo que has hecho por amor al arte?
Ja… Mmm… No sé… Si te ponés a pensarlo, creo que el 99% de las cosas que he hecho para llevar proyectos adelante son absurdas, a veces más chiquitas, a veces más grandes. Si no, sería aburrido
¿Hay algo que no volverías a hacer?
Varias cosas. Quizás, lo principal es no pensar que toda idea es un proyecto, ni que en todo proyecto se me va la vida si no sale.
¿Qué estás leyendo?
Alicia en el país de las maravillas y Cartas de Perón a Cooke.
¿Qué autores recomendás siempre?
Siempre, no sé, son muchos. Últimamente, Liliana Bodoc y Álvaro Mutis.
¿Qué películas volvés a ver una y otra vez?
La Historia sin fin, Esperando la carroza, El Padrino, Apocalypse Now, La película del rey, prácticamente cualquier cosa de Werner Herzog, Río Arriba – de Ulises de la Orden -, La Guerra de las Galaxias, la saga de El Señor de los Anillos, la trilogía de Antes de… de Richard Linklater, casi cualquiera de Alex de la Iglesia (sobre todo El día de la Bestia, Muertos de risa y Crimen Ferpecto). No sé, son varias y variadas… como me suele ocurrir, cero síntesis.
¿Qué artistas – de cualquier ámbito - te resultan imprescindibles?
Como decía… El temita de la síntesis… Por diferentes razones: Gaudí, Picasso, Caravaggio, Siqueiros, Capa, Dorothea Lange, Adriana Lestido, Piazzolla, Pugliese, Di Sarli, Biaggi, Borges, Cortazar, Arlt, Bodoc, Hitchcock, los dos Discépolo, Girondo, Herzog, Fellini, Kartun, Luciano Garramuño y Pepi Garachico (del Galpón Piedrabuenarte), etc.
¿Qué buscás en la gente con la que elegís laburar?
Buena gente, creatividad, perseverancia, algo de tozudez, que no esperen a que yo termine de hablar para interrumpirme.
¿A qué profesionales de tu ámbito seguís de cerca?
Principalmente, a Ernesto Ardito y Virna Molina. No solo porque me gusta lo que hacen, sino porque intento tomar su modo de producción como modelo. Después, presto atención al laburo de colegas varios, buscando inspiración o aprender de sus modos de trabajo.
¿Con quién hablás sobre tu trabajo? ¿Pedís consejo o asesoramiento a alguien de confianza?
Ahora mucho menos (y no sabés lo sano que es), pero de trabajo hablo en todos lados. Consejo pido, a veces, a colegas amigos sobre todo en cuestiones operativas.
¿Pedís subsidios para tus proyectos? ¿A qué instituciones?
Sip, me presento a subsidios. Aunque para Emprende Cultura, donde soy editor de una revista online producida por Recursos Culturales, para financiarnos hicimos crowdfunding y publicidad. Para cine, me presento sobre todo al Incaa, pero estoy queriendo aprender sobre los diferentes fondos locales e internacionales disponibles
¿Por qué?
Es una buena pregunta. Creo que los contenidos que suelo producir, al margen de que eventualmente puedan alcanzar un grado de masividad, suelen no ser un “negocio seguro”. Ergo, se hace complicado conseguir apoyo económico inicial y los llevás adelante con tu propio capital o recurrís a los diferentes fondos disponibles. Que el Estado decida apoyar la producción cultural me parece algo positivo. Permite pensar en el contenido sin depender de los autoritarismos del mercado. Dicho esto, lo que desde hace un tiempo me obsesiona es entender los canales de difusión y distribución, porque tener un subsidio para poder producir y que después lo que hago no lo vea nadie (no porque elige no hacerlo, sino porque no le llega y ni sabe que existe) no me interesa. Lo que hago como obra, del tipo que sea, lo hago para comunicarme y compartir con otros, no para guardarme las cosas en el cajón y decirme a mí mismo lo lindo que soy.
¿Por qué vivís en Buenos Aires?
Es la ciudad en la que nací y en la que me crié. Es donde encuentro todo lo que me gusta hacer. Es donde están mis raíces, mis historias, mis amores y mis resquemores. No obstante, desde hace un tiempillo vengo sintiendo que en algún momento me gustaría vivir en un lugar más tranqui – no sé si por una temporada o permanentemente -, porque Buenos Aires me pone en un acelere que simultáneamente disfruto y por momentos padezco.
¿Hay algún viaje que marcara un antes y un después en tu trabajo?
Quizás sea el que hice a Azul en 2010, cuando fui a cubrir el lanzamiento de la Red de Teatros Españoles de América. La bisagra se dio en que fue lo que disparó el documental que terminó siendo Fabricantes de mundos, y hacerlo fue un punto de inflexión de manera directa e indirecta en mi vida profesional.
¿Cuándo te das cuenta de que tenés un nuevo proyecto entre manos?
Mmmm… Es pura intuición, y a veces le pifio. La sensación es como mirar una brújula que dice “es por acá”. No hay certezas, después es comenzar a caminar para ver si efectivamente era por ahí.
¿Sentís que tenés un sistema personal de trabajo?
Probablemente. Tiene bastante de intuitivo, mechado con cosas metódicas aprendidas con los años. Una cosa sin la otra no me funciona.
¿Qué hay en tu lista de cosas pendientes?
Muchas cosas. El día que no tenga pendientes me voy a morir de aburrimiento.
¿Tenés un panorama claro de lo que vendría siendo tu trayectoria?
Antes le prestaba más atención a eso. Ahora ya no, o trato de no. Mi camino es un camino sinuoso de prueba y error que, finalmente, aprendí a disfrutar. Fui lo que fui. Soy lo que soy. Seré lo que seré.
¿Qué es lo que más te preocupa en tu futuro?
Antes me preocupaban dos cosas: llegar a tener un cierto lugar de relevancia en las diversas profesiones elegidas y tener algo de tranquilidad económica. Eso se resumía en “poder vivir de lo que me gusta”. Me preocupaba la incertidumbre, mucho. Quería la vida que tengo, que está llena de altibajos, de incertidumbre, pero con la certeza de una vida más lineal y previsible (principalmente, en lo económico). Bruto cortocircuito. Me tomó tiempo y mucho, mucho, mucho (no sé si queda claro) estrés al pedo hacerme cargo de lo que había elegido. Ahora, no te digo que soy un relajado, lejos estoy de Buda en la montaña (cita de Ben Stiller en Generación X), pero no tengo más ganas de preocuparme demasiado por el futuro. Todos los días construyo un poquito, planto semillitas por aquí y por allá, después veremos qué germina.
¿Qué hacés cuando no estás trabajando?
Antes pensaba en ideas de trabajo. Hoy, juego con mi gato, miro series, leo, pienso en ideas de trabajo, bailo tango (mucho, todo lo que puedo), pruebo recetas (me gusta cocinar, chicas), pienso en muebles que me gustaría hacerme (y que a veces hago y otras no), me encuentro con amigos aquí o acullá. Antes iba mucho al cine, ahora realmente poco. Antes, por trabajo, iba muchísimo al teatro, ahora sólo si realmente tengo ganas de ver una obra.
¿Si no te dedicaras a esto qué estarías haciendo?
Ni idea, es una pregunta que cada tanto me hago. Creo que he ido siguiendo mi vocación. Pero siempre me repiquetea en la cabeza una respuesta de Peter Brook en un documental que hizo sobré el su propio hijo (Brook by Brook). El hijo le pregunta exactamente eso, y Brook responde algo así como “No sé. Es una energía creativa que yo necesitaba expresar. Fue el teatro, pero podría haber sido jardinero.”

* Fabricantes de mundos puede verse acá: https://www.youtube.com/watch?v=--MvseK7O0g