Actriz es una actriz es una actriz es una actriz

Si difícil resulta explicar qué hace el teatro con/por nosotros como público, más extraño y ambiguo es tratar de traducir qué hace el teatro, qué implica, cuáles son sus insólitas, desmedidas, azarosas e inesperadas consecuencias para sus intérpretes. Seguro encontraremos mucho lugar común y frase hecha resumiendo lo inefable del prodigio pero "la verdad verdadera" difícilmente saldrá a relucir. El escenario es ese campo de batalla donde nos enfrentamos con nosotros mismos. El público, con suerte, llega después y aplaude la masacre. 

Cuando de actores cinematográficos se trata, aún se entorpece más la divagación. Su inmaterialidad los dota de poderes, valores y  emociones con los que difícilmente alguien en su sano juicio puede identificarse. Todos tenemos nuestra lista infinita de amores de pantalla. Mi debilidad por intérpretes de la primera mitad del ya casi lejano siglo veinte, convierte a los de ahora en trampantojos, hologramas fugaces, parecidos y, en ocasiones, hermafroditas. (Son modas pasajeras, presupongo, pero ya tengo edad para quejarme). Cuando pienso en actrices amadas, Liv Ullmann aparece con un libro, el de su biografía, Senderos, texto sobre el que Bárbara Molinari articula el desarrollo de su obra tomando referencias y anécdotas a las que Susana Pampín presta cuerpo y voz durante una hora. 

No alcanza con tan torpe síntesis para desarrollar el sutil mecanismo que, una y otra vez, se abre y cierra ante nuestros ojos: una mujer que se nos presenta como actriz dispuesta a ser, por un rato, otra actriz con la que comparte, quizá, más de lo que ella sospecha. Susana Pampín, en un espectacular y generoso despliegue de sus dotes interpretativas, nos deja intuir las infinitas posibilidades que pueden atisbarse desde esa puerta abierta que es el escenario. 

"Una actriz en un escenario, una vez más", es su primera frase. Y así resume todo. Porque Actriz no es una obra sobre Ullmann, o sí, pero no solo. Tampoco es una obra sobre Pampín haciendo de Ullmann, por mucho que compartan. Actriz es un sincero homenaje a la entraña del oficio, a los misterios que conlleva una vocación tan pública como intimidante, tan honesta como artificial, un trabajo que se ejerce mejor cuanto más desaparece el intérprete, es decir, su ego. 

Actriz es una obra gremial y femenina. La actuación es el tema sobre el que se posan tres miradas de mujer: Ullmann, Molinari y Pampín, unidas a través del tiempo para gestar esta pieza mínima que brilla no solo en su excelencia interpretativa, sino en la profundidad de sus múltiples sentidos. No es una actriz la que habla en el texto, son tres - Molinari también es intérprete - y hablan por muchas sin pretender hablar por todas. Su conjunción nos deja ver la inmensa humanidad que demanda el oficio, su exigencia de amante despiadado. Ullmann crece, se convierte en Ullmann, junto a Bergman. Cuántas veces una de esas duplas milagrosas y absurdas, ese tipo de existencias ajenísimas y enajenadas dotan de sentido nuestra insignificancia. De eso también trata la obra, sí, pero no solo. Los temas se encadenan como si fuera fácil: el padre ausente, la vocación, los maestros, la dirección, Bergman como hombre y como mito, Ullmann como actriz, como madre, como mujer... Y Nora, la de Ibsen, como leitmotiv de una vida en escena, rol fundador con el que identificarse cuando el mundo se desbarata. Es Ullmann quien se identifica en el texto, sí, pero no solo. 

Actriz es una ceremonia íntima, un brindis por el teatro en general, el intérprete en particular y por la vida que nos llena de cicatrices para hacernos más reales, posibles o, quizá, simplemente, un poco mejores en escena. 

"Una de las cosas que más me gusta de mi profesión, y que encuentro muy saludable, es que uno tiene que romperse en mil pedazos constantemente", escribió Ullmann para que Molinari hiciera que Pampín nos lo lea. 

Actriz

Actúa: Susana Pampín
Vestuario: Gaby Gonzalez.
Iluminación: Fernanda Balcells.
Operación de luces: Lucas García.
Fotografía: Sebastián Arpesella.
Producción: Ana Laura Urso.
Texto y dirección: Bárbara Molinari.


Espacio Polonia
Fitz Roy 1477
Jueves 21h.

Valeria Iglesias






Escritora. Editora. Docente. 



¿Cómo te definís profesionalmente?
Ecléctica, heterogénea y ciclotímica. Mi curiosidad nunca me deja tranquila y siempre creo que hay algo más interesante para hacer. Nunca puedo estar haciendo lo mismo por mucho tiempo. Algo que en el pasado viví con angustia. Sentía que nunca echaba raíces, que el entusiasmo de lo que emprendía pensando en que "esa era mi vocación" llegaba a agotarse pronto. Pronto había otra cosa que me interesaba más hacer. Años de terapia me ayudaron primero a aceptar mi forma: mi vocación es multitareas y se parece a las galletitas surtidas. Diferentes intereses conviven y los trabajo como si se complementaran el uno al otro. Y, segundo, aprendí a sacarle ventaja a esta forma de ser. Aprendí, en realidad, que nada de lo que emprendo queda abandonado en el camino cuando cambio de rumbo. Aprendí a integrar, a encontrar puntos de conexión con todas mis vocaciones.
¿Sabés por qué te dedicás a esto?
Hay un momento en que una, sin darse mucho cuenta de lo que está haciendo, al tomar un rumbo, deja inaccesibles otras puertas. Hay hasta una edad para dedicarse a una carrera académica o dentro del mercado laboral formal. Yo ya no podría trabajar para una empresa. Primero porque no sé bien en qué rubro podría aprovechar al máximo mi potencial. Segundo porque para hacer carrera todos buscan empleados o pasantes de menos de 25 años (por ser generosa con el límite de edad). Entonces, por más que quisiera, ya no podría elegir el mundo seguro de un sueldo holgado por mes a cambio de mi rutina diaria de 8 horas dedicadas a un interés corporativo. En cambio, vivo con lo justo (a veces muy justo), pero manejo mis tiempos, siempre tengo un hueco para investigar algo nuevo, siempre tengo margen para, dentro del freelanceo y el trabajo independiente, cambiar el rumbo.
El momento en que elegí este rumbo fue durante la crisis de 2001. Mi hijo era pequeño y tenía la opción de capear el temporal trabajando más horas por menos plata, asegurándome un empleo, pero dejando de ver a mi hijo todos los días 8 horas y trabajando esas 8 horas para pagarle a una señora que lo cuidara y así llegar a fin de mes sin un mango de más. La otra opción era arriesgarme a llegar a fin de mes también con los mangos justísimos, pero compartiendo más tiempo con mi hijo.
¿Qué disciplinas resultaron fundamentales en tu formación?
No lo sé. Lo que sí sé es que lo que resultó fundamental fue darme cuenta de que todas las disciplinas, todo lo que estudié y estudio, todo lo que incorporé y sigo incorporando no son conocimientos estancos que no se relacionan entre sí. Todo se conecta. Un taller de clown sirve para pensar la escritura. La escritura sirve para pensar un ejercicio de inglés para niños. Un ejercicio de inglés para niños, sirve para pensar cómo enseñar español a extranjeros. Enseñar español a extranjeros sirve para reflexionar acerca de la gramática. Reflexionar acerca de la gramática sirve para pensar en la inclusión social, y así... También podría relacionar la gramática con el clown, la escritura con la inclusión social, el extranjero con el niño, y así.
¿Qué es lo más útil que te ha enseñado tu trabajo?
La paciencia. Primero a descubrir que es accesible a todos. Segundo que, contrario a lo que al principio parece, te permite avanzar más rápido. También la importancia de la generosidad. Enseñar (lo que sea que uno enseñe) requiere de una entrega enorme. Darlo todo es la consigna. Desde mi punto de vista es mejor maestro el que tiene 2 y te da 2 que el que tiene 10 y te da 8. Eso lo aprendí de mis mejores maestros y así me moví siempre en todo lo que transmití.
¿Y lo más hermoso?
Ver que lo que diste, le sirvió a alguien. Comprobar que, a pesar de que a veces en el día a día pensás que da lo mismo hacer que no hacer lo que estás haciendo, un día levantás la cabeza y ves un montón de gente que aprecia y agradece lo que estás haciendo. Sobre todo me refiero a los proyectos que hago y que no me generan ingresos económicos y que a veces me canso de sostener. Entonces, cuando estoy muy agobiada pienso, ¿por qué seguir? ¿si da lo mismo? Pero no, no da lo mismo. Eso te da aliento.
¿Cuáles considerás que son tus principales fuentes e influencias creativas?
Romper con prejuicios, envidias (propias y ajenas) y autocensura... o mejor dicho (porque lograr estas rupturas es un fin muy exigente) trabajar día a día para detectar prejuicios, envidias y autocensura hace que cualquier material se vuelva fuente de creatividad. Eso en un plano muy general. En un plano muy particular, de un tiempo a esta parte, Amanda Palmer me inspira para todo: para crear, para promocionar y para pensar cómo estructurar mis planes a futuro.
¿Qué es lo que más te duele a la hora de ejercer tu vocación?
No tener un pasar económico que me permita un poco más de libertad y algunos viajes que sigo postergando año a año.
¿Crees haber sacrificado algo importante para dedicarte a esto?
No.
¿En cuántos proyectos laburaste el año pasado?
En dos. Uno fue terminar de escribir una novela que me llevó como cinco años. El otro, la editorial. Que es un proyecto que requiere de mucha energía y del que espero que al menos se autosustente.
¿Todos llegaron a mostrarse?
Sí. Pero la novela se convirtió en un nuevo proyecto: corregirla.
¿Cuántos te esperan ahora?
Bueno, si pienso la editorial como un gran proyecto con subproyectos (cada libro, cada evento, cada nueva estrategia) este año esperan unos 10 libros más, un evento importante por los 5 años de la editorial  y alguna que otra cosita más.
Aparte, me queda pendiente corregir la novela, que no sé si podré aunque sea arrancar este año.
¿Cuál es el proyecto al que dedicaste más tiempo hasta la fecha?
Ediciones Outsider, sin dudas.
¿Cómo lo recordás? ¿Qué hubo de bueno y de malo?
Ayer hablaba con Francisco Cascallares, uno de los socios, sobre esto: los proyectos de largo aliento son como una relación. Al principio es todo bueno, como el enamoramiento. No ves la hora de estar trabajando en ese proyecto y odiás todas las otras ocupaciones que te roban tiempo. Pero a medida que la novedad se pasa, el trabajo cuesta más. Y ya no todo es tan romántico. Igualmente, hay que seguir, porque todo lo que se construyó requiere de más esfuerzo para que, en algún momento, veas los frutos.
¿Vivís de lo que amás o tenés otra actividad que ayuda a pagar las cuentas?
Todo lo que hago, me gusta. Y me ayuda a pagar las cuentas también. Esto es posible porque con muy poco me las arreglo y porque nunca doy por sentado el trabajo. Cada día me levanto y pienso cómo voy a hacer hoy para dar lo mejor de mí en el trabajo. Cuando una piensa que el trabajo es un valor para los otros antes que un modo de ganar dinero, o algo que tiene que hacerme feliz a mí, el trabajo te da lo que necesitás para subsistir, y te da felicidad también.
Para dar un ejemplo, hace dos años volví a la docencia con niños. Doy literatura en inglés en una escuela primaria. Tengo muchos grados (de 4to a 7mo) y cada año siempre hay un grupo que es un poco más problemático o difícil que el resto. En vez de pensarlo como el grupo que no quisiera tener, lo pienso como el grupo que más me va a hacer crecer. El desafío es lograr que el grupo "guste de mí", como le digo a la directora cuando nos reunimos. Si el grupo se siente cómodo conmigo, todo es posible. A eso me refiero cuando digo "dar lo mejor de mí en el trabajo". Lo mismo sucede en otras áreas: los talleres, las clases de yoga, los proyectos que todavía no dan rédito económico. Lo que pasa es que no es tan visible el desafío, pero en todo lo que uno emprende tiene el desafío de realmente dar lo mejor de una misma.
¿Con qué otras artes te relacionas habitualmente?
Con la música, con el teatro, pero por sobre todas las cosas, me gusta el arte de hacer de la carrera de una un arte. Dar clases de literatura en inglés, por ejemplo, también como un arte. No te digo que me sale siempre, pero lo intento.
¿Qué es lo más absurdo que has hecho por amor al arte?
Poner plata pensando en que iba a volver con creces.
¿Hay algo que no volverías a hacer?
No sé. ¿Volvería, por ejemplo, a poner plata en proyectos delirantes? Sí, volvería. Lo que no haría es esperar retorno o ganancia.
¿Qué estás leyendo?
Estoy leyendo Lagunas, de Milton Läufer. Una novela digital que cada mes tiene una versión nueva. Voy por mi primera versión. También estoy leyendo a Kazuo Ishiguro, The Buried Giant.
¿Qué autores recomendás siempre?
Lorrie Moore, Neil Gaiman, Mavis Gallant, Kazuo Ishiguro, Antonio Di Benedetto, Fernanda García Lao, Gabriela Cabezón Cámara, Jhumpa Lahiri. No sé, seguro después me voy a acordar de mil más.
¿Qué películas volvés a ver una y otra vez?
La fiesta inolvidable, Pulp Fiction y en mi época de madre de un niño: Toy Story.
¿Qué artistas – de cualquier ámbito - te resultan imprescindibles?
Amanda Palmer, Charly García, Andrea Álvarez.
¿Qué buscás en la gente con la que elegís laburar?
Entusiasmo. Liviandad. Respeto.
¿A qué profesionales de tu ámbito seguís de cerca?
En el ámbito de la escritura, a muchos, amigos y no tanto. Estamos bastante conectados en Facebook. No los voy a nombrar porque somos tantos y seguro me olvido de alguno.
¿Con quién hablás sobre tu trabajo? ¿Pedís consejo o asesoramiento a alguien de confianza?
Depende qué área. Del área de inglés, con Mariana Goldman y Maru Dorrego. Dos amigas y artistas, además, con las que nos nutrimos de ideas para explorar y hacer explorar a los estudiantes.
Del área de la literatura, con mis socios Francisco Cascallares y Jorge Churio, con Leticia Martín, Ana Ojeda, a veces le he dado de leer mis textos a Valeria Tentoni también. Hice un taller con José María Brindisi para terminar mi novela.
Del área del yoga, con mi hermana Natacha Iglesias, que sabe mucho de trabajo corporal
Del área de la maternidad, a amigas con hijos de la misma edad del mío.
¿Pedís subsidios para tus proyectos? ¿A qué instituciones?
Con Enzo Maqueira pedimos y conseguimos el Mecenazgo de la Ciudad de Buenos Aires en 2010.
¿Por qué?
Era necesario para arrancar con la editorial y fue un muy buen empujón.
¿Por qué vivís en Buenos Aires?
Por los afectos. Porque solo en una ciudad grande y heterogénea como esta puedo ganarme la vida picando un poquito de acá y otro poquito de allá. Porque soy bastante sedentaria. Porque extrañaría horrores. Porque nunca me hice la pregunta de por qué vivo acá.
¿Hay algún viaje que marcara un antes y un después en tu trabajo?
Hay un viaje que marca un antes y un después de mi vida: Londres.
¿Cuándo te das cuenta de que tenés un nuevo proyecto entre manos?
Cuando ya estoy casi embarcada o por embarcarme en él.
¿Sentís que tenés un sistema personal de trabajo?
Seguramente, pero no podría describirlo o identificarlo.
¿Qué hay en tu lista de cosas pendientes?
Viajar.
Actuar y cantar.
Aprender a tocar el piano.
Volver a enamorarme.
Poner un centro cultural.
¿Tenés un panorama claro de lo que vendría siendo tu trayectoria?
No.
¿Qué es lo que más te preocupa en tu futuro?
Terminar medio vieja chota  y que mi hijo se tenga que hacer cargo de mí, como una responsabilidad pesada. Esto implica llegar bien con el cuerpo y tener un plan de supervivencia económica. Lo primero me estaría saliendo más fácil.
¿Qué hacés cuando no estás trabajando?  
Redes sociales, mate con familia o amigos, tele, lectura. Pero excepto por el mate, todo se me termina mezclando con el trabajo.
¿Si no te dedicaras a esto qué estarías haciendo?
A algún otro tipo de mezcolanza inclasificable.


Diego Braude




Documentalista. Periodista.
Dir. del documental Fabricantes de mundos.

Foto: María Valeria Chinnici.

¿Cómo te definís profesionalmente?
Me gusta definirme como un híbrido de habilidades, conocimientos, intereses, pasiones e influencias. Supongo que es lo mismo que decir que no me gusta definirme. Si hoy me preguntan de qué trabajo, “qué hago”, respondo que soy periodista y documentalista. Pero esa respuesta es un poco un ejercicio de síntesis (poder del que adolezco), porque en realidad siempre estoy en varias cosas al mismo tiempo.
¿Sabés por qué te dedicás a esto?
Puedo decir que soy curioso, que me gusta contar historias y que me las cuenten, compartir con otros. Me parece que compartir historias nos hace encontrarnos a nosotros mismos y con otros. Es una necesidad. No es lo único que soy, pero es parte de quien soy.
¿Qué disciplinas resultaron fundamentales en tu formación?
Todas. Estudié Ciencias Políticas, me gradué en Artes Combinadas (ambas en la UBA), también estudié fotografía. Trabajé de socialero muchos años, incursioné en el periodismo de manera autodidacta (como suelo hacer la mayoría de las cosas), hice changas varias (como laburar bailando de “cabezón” en carnavales cariocas donde pibes o amigos-del-novio borrachos te fajaban por divertimento, de payaso algo siniestro en algún evento). He dado clases. Fui jurado de concursos. Doy tours culturales desde hace años. Estuve en la primera comisión directiva de la Asociación de Investigadores y Críticos de la Argentina (Aincrit). Realicé instalaciones fotográficas. Tuve un solo trabajo en relación de dependencia y duré apenas un mes (atención al cliente en una financiera). Breves experiencias en producción en cine y publicidad me enseñaron mucho.
¿Qué es lo más útil que te ha enseñado tu trabajo?
Que sin acción no hay nada. La teoría y las ideas solas pueden muy fácilmente convertirse en una paja mental si no se pasa a la práctica. La práctica es barro y tenés que caminar por el barro para llegar a cualquier lado. Las ideas limpitas quedan para el marquito en la pared, pueden ser inspiradoras, pero no pasan por el cuerpo. Yo quiero cuerpo.
¿Y lo más hermoso?
Es un lugar común, pero el encuentro. Es muy difícil para mí quizás ponerlo en palabras claras o definitivas, pero lo que me significa ese encuentro ha cambiado con los años. Probablemente, junto con ese encuentro, lo hermoso ha sido el aprendizaje. A veces, mirás para atrás y ves un camino recorrido. No todo lo que ves está bueno, pero algunas cosas son maravillosas y otras les das un valor que en su momento no les diste. Mmmm… creo que lo que me ha enseñado mi trabajo básicamente es a vivir… y que no toda la vida pasa por el trabajo.
¿Cuáles considerás que son tus principales fuentes e influencias creativas?
En esta nunca sé que responder. Un nombre que siempre me viene a la mente es Fabián Polosecki. Creo que lo que él produjo en los ‘90s representa mucho de a lo que aspiro. Pero después estoy atravesado por todos lados, todo aporta y alimenta y, al mismo tiempo, cada vez que empiezo un proyecto necesito olvidarme de toda influencia para ver qué es lo que quiero hacer yo. Por ejemplo, dos de mis actuales influencias creativas son mis dos maestros de tango y todo lo que me pasa bailando. Hoy, ponele, mi lugar feliz está en la pista de baile y de ahí derrama a todo lo demás – incluido el trabajo - cuando la mayor parte de mi vida fue al revés.
¿Qué es lo que más te duele a la hora de ejercer tu vocación?
En otro momento podría haber hecho una lista. Hoy no. Todo ambiente está lleno de mierda y de obstáculos que muchos días te generan ganas de mandar todo al carajo. Nada, puteas y seguís adelante. Si no querés bardo, mejor quedate en tu casa. Me tomó años entender eso
¿Crees haber sacrificado algo importante para dedicarte a esto?
No sé si sacrificado. Más bien, creo que erré mucho tiempo al pensar que todo pasaba por el trabajo. En ese sentido, creo que me perdí de disfrutar momentos y sé que perdí gente por el camino. Hablo por mí, pero tomó tiempo y chichones comprender que, precisamente, para poder dedicarme a todo aquello que me apasiona necesito una vida que no pase sólo por ahí.
¿En cuántos proyectos laburaste el año pasado?
Algunos continúan este año, rara vez trabajo en proyectos que empiecen y terminen en el año. Alrededor de cinco o seis
¿Todos llegaron a mostrarse o estrenarse?
Algunos sí, otros todavía están en proceso
¿Cuántos te esperan ahora?
Ja, no sé… por una cuestión de procesos no es que suceden todos al mismo tiempo, se van intercalando en los momentos de trabajo (si no, terminaría descuartizado). Pero ponele que se sumaron a los del año pasado unos tres o cuatro.
¿Cuál es el proyecto al que dedicaste más tiempo hasta la fecha?
Fueron dos. Uno, el sitio web cultural que dirigí siete años (Imaginación Atrapada). Fue un espacio de aprendizaje, de vínculo con otros, que me llevó al proyecto más especial para mí a la fecha que fue el documental Fabricantes de mundos. Me tomó tres años terminarlo. Lo filmé, lo produje, lo edité, pulí imagen y sonido, hice el subtitulado. Lo realicé con fondos propios (apliqué al Incaa, que después de darme varias vueltas que sí, que no, lo rechazó… cosas que pueden pasar) y con todo amor. Si pienso en ese documental y en el camino que me hizo recorrer me queda una sola palabra: felicidad.
¿Cómo lo recordás? ¿Qué hubo de bueno y de malo?
No sé si decir “malo”. Me hubiera gustado poder contar con el apoyo del Incaa, que en un momento parecía que salía. También había un fondo extranjero para documentales que justo en esa época dejó de incluir a la Argentina (cuestiones burocráticas: ya no figurábamos más como “país en vías de desarrollo”). Tendría que haber aplicado también a otros lugares, pero ahí me faltó experiencia. En la etapa de exhibición me comí varios garrones y aprendí finalmente en carne propia (quizás, de todo el proceso, lo más duro por toda la expectativa que tenía de compartir lo que tanto esfuerzo me había llevado) lo que cuesta la difusión, convocar público, etc, para una película chica. Tuve funciones de sala llena y otras donde fueron sólo dos personas (y una era amiga mía). Tuve, en general, devoluciones maravillosas. Me quedaron amigos, conocí gente preciosa que me abrió sus puertas. En el viaje que fue todo el proceso, me perdí y me encontré más de una vez. Todo, lo bueno y lo malo, fueron parte de ese viaje.
¿Vivís de lo que amás o tenés otra actividad que ayuda a pagar las cuentas?
Digamos que, para poder vivir de lo que amo de la manera que considero me hace feliz y me permite ser fiel a mí mismo, necesito por ahora otras actividades que colaboren a parar la olla. Mucho tiempo puteé por eso, pero creo que esa diversidad en cierta manera me ha ayudado, me ha dado más amplitud de visión. Eso no significa que no esté laburando para poder vivir enteramente de la larga lista de cosas que amo.
¿Qué es lo más absurdo que has hecho por amor al arte?
Ja… Mmm… No sé… Si te ponés a pensarlo, creo que el 99% de las cosas que he hecho para llevar proyectos adelante son absurdas, a veces más chiquitas, a veces más grandes. Si no, sería aburrido
¿Hay algo que no volverías a hacer?
Varias cosas. Quizás, lo principal es no pensar que toda idea es un proyecto, ni que en todo proyecto se me va la vida si no sale.
¿Qué estás leyendo?
Alicia en el país de las maravillas y Cartas de Perón a Cooke.
¿Qué autores recomendás siempre?
Siempre, no sé, son muchos. Últimamente, Liliana Bodoc y Álvaro Mutis.
¿Qué películas volvés a ver una y otra vez?
La Historia sin fin, Esperando la carroza, El Padrino, Apocalypse Now, La película del rey, prácticamente cualquier cosa de Werner Herzog, Río Arriba – de Ulises de la Orden -, La Guerra de las Galaxias, la saga de El Señor de los Anillos, la trilogía de Antes de… de Richard Linklater, casi cualquiera de Alex de la Iglesia (sobre todo El día de la Bestia, Muertos de risa y Crimen Ferpecto). No sé, son varias y variadas… como me suele ocurrir, cero síntesis.
¿Qué artistas – de cualquier ámbito - te resultan imprescindibles?
Como decía… El temita de la síntesis… Por diferentes razones: Gaudí, Picasso, Caravaggio, Siqueiros, Capa, Dorothea Lange, Adriana Lestido, Piazzolla, Pugliese, Di Sarli, Biaggi, Borges, Cortazar, Arlt, Bodoc, Hitchcock, los dos Discépolo, Girondo, Herzog, Fellini, Kartun, Luciano Garramuño y Pepi Garachico (del Galpón Piedrabuenarte), etc.
¿Qué buscás en la gente con la que elegís laburar?
Buena gente, creatividad, perseverancia, algo de tozudez, que no esperen a que yo termine de hablar para interrumpirme.
¿A qué profesionales de tu ámbito seguís de cerca?
Principalmente, a Ernesto Ardito y Virna Molina. No solo porque me gusta lo que hacen, sino porque intento tomar su modo de producción como modelo. Después, presto atención al laburo de colegas varios, buscando inspiración o aprender de sus modos de trabajo.
¿Con quién hablás sobre tu trabajo? ¿Pedís consejo o asesoramiento a alguien de confianza?
Ahora mucho menos (y no sabés lo sano que es), pero de trabajo hablo en todos lados. Consejo pido, a veces, a colegas amigos sobre todo en cuestiones operativas.
¿Pedís subsidios para tus proyectos? ¿A qué instituciones?
Sip, me presento a subsidios. Aunque para Emprende Cultura, donde soy editor de una revista online producida por Recursos Culturales, para financiarnos hicimos crowdfunding y publicidad. Para cine, me presento sobre todo al Incaa, pero estoy queriendo aprender sobre los diferentes fondos locales e internacionales disponibles
¿Por qué?
Es una buena pregunta. Creo que los contenidos que suelo producir, al margen de que eventualmente puedan alcanzar un grado de masividad, suelen no ser un “negocio seguro”. Ergo, se hace complicado conseguir apoyo económico inicial y los llevás adelante con tu propio capital o recurrís a los diferentes fondos disponibles. Que el Estado decida apoyar la producción cultural me parece algo positivo. Permite pensar en el contenido sin depender de los autoritarismos del mercado. Dicho esto, lo que desde hace un tiempo me obsesiona es entender los canales de difusión y distribución, porque tener un subsidio para poder producir y que después lo que hago no lo vea nadie (no porque elige no hacerlo, sino porque no le llega y ni sabe que existe) no me interesa. Lo que hago como obra, del tipo que sea, lo hago para comunicarme y compartir con otros, no para guardarme las cosas en el cajón y decirme a mí mismo lo lindo que soy.
¿Por qué vivís en Buenos Aires?
Es la ciudad en la que nací y en la que me crié. Es donde encuentro todo lo que me gusta hacer. Es donde están mis raíces, mis historias, mis amores y mis resquemores. No obstante, desde hace un tiempillo vengo sintiendo que en algún momento me gustaría vivir en un lugar más tranqui – no sé si por una temporada o permanentemente -, porque Buenos Aires me pone en un acelere que simultáneamente disfruto y por momentos padezco.
¿Hay algún viaje que marcara un antes y un después en tu trabajo?
Quizás sea el que hice a Azul en 2010, cuando fui a cubrir el lanzamiento de la Red de Teatros Españoles de América. La bisagra se dio en que fue lo que disparó el documental que terminó siendo Fabricantes de mundos, y hacerlo fue un punto de inflexión de manera directa e indirecta en mi vida profesional.
¿Cuándo te das cuenta de que tenés un nuevo proyecto entre manos?
Mmmm… Es pura intuición, y a veces le pifio. La sensación es como mirar una brújula que dice “es por acá”. No hay certezas, después es comenzar a caminar para ver si efectivamente era por ahí.
¿Sentís que tenés un sistema personal de trabajo?
Probablemente. Tiene bastante de intuitivo, mechado con cosas metódicas aprendidas con los años. Una cosa sin la otra no me funciona.
¿Qué hay en tu lista de cosas pendientes?
Muchas cosas. El día que no tenga pendientes me voy a morir de aburrimiento.
¿Tenés un panorama claro de lo que vendría siendo tu trayectoria?
Antes le prestaba más atención a eso. Ahora ya no, o trato de no. Mi camino es un camino sinuoso de prueba y error que, finalmente, aprendí a disfrutar. Fui lo que fui. Soy lo que soy. Seré lo que seré.
¿Qué es lo que más te preocupa en tu futuro?
Antes me preocupaban dos cosas: llegar a tener un cierto lugar de relevancia en las diversas profesiones elegidas y tener algo de tranquilidad económica. Eso se resumía en “poder vivir de lo que me gusta”. Me preocupaba la incertidumbre, mucho. Quería la vida que tengo, que está llena de altibajos, de incertidumbre, pero con la certeza de una vida más lineal y previsible (principalmente, en lo económico). Bruto cortocircuito. Me tomó tiempo y mucho, mucho, mucho (no sé si queda claro) estrés al pedo hacerme cargo de lo que había elegido. Ahora, no te digo que soy un relajado, lejos estoy de Buda en la montaña (cita de Ben Stiller en Generación X), pero no tengo más ganas de preocuparme demasiado por el futuro. Todos los días construyo un poquito, planto semillitas por aquí y por allá, después veremos qué germina.
¿Qué hacés cuando no estás trabajando?
Antes pensaba en ideas de trabajo. Hoy, juego con mi gato, miro series, leo, pienso en ideas de trabajo, bailo tango (mucho, todo lo que puedo), pruebo recetas (me gusta cocinar, chicas), pienso en muebles que me gustaría hacerme (y que a veces hago y otras no), me encuentro con amigos aquí o acullá. Antes iba mucho al cine, ahora realmente poco. Antes, por trabajo, iba muchísimo al teatro, ahora sólo si realmente tengo ganas de ver una obra.
¿Si no te dedicaras a esto qué estarías haciendo?
Ni idea, es una pregunta que cada tanto me hago. Creo que he ido siguiendo mi vocación. Pero siempre me repiquetea en la cabeza una respuesta de Peter Brook en un documental que hizo sobré el su propio hijo (Brook by Brook). El hijo le pregunta exactamente eso, y Brook responde algo así como “No sé. Es una energía creativa que yo necesitaba expresar. Fue el teatro, pero podría haber sido jardinero.”

* Fabricantes de mundos puede verse acá: https://www.youtube.com/watch?v=--MvseK7O0g