"¿Qué sería del aire de una sala de teatro sin preguntas?"

Eso se pregunta Alberto San Juan en Autorretrato de un joven capitalista español. Nos lo pregunta a todos. Eso y otras muchas cosas. San Juan ha creado un ¿espectáculo? raro. Uno de esos que nos obliga a reconsiderar qué elementos constituyen una obra o un personaje y cuáles son imprescindibles. Por suerte no existe fórmula que proporcione respuesta fácil. Digamos que el trabajo de San Juan es un unipersonal. Comparte su experiencia de vida. Como hombre y como artista. Pocas cosas más complicadas que enfrentarse a las propias verdades. Afirmar que "el miedo y la ignorancia" fueron sus guías, por ejemplo. Reírse de uno mismo. Pero también reconocer errores. Hacerlo ante una sala llena de desconocidos. Público curioso que está ahí para ver al "guaperas que antes hacía cine". O no, público avisado, que llega con recomendación e incertidumbre porque no sabe bien de qué va el asunto. Y es que Autorretrato de un joven capitalista español juega a ser un monólogo personalísimo pero no lo es. Mejor dicho, no es sólo eso. San Juan apuesta fuerte con un arduo desafío: vincularse con el público a  través del humor patético de sus anécdotas personales y, a la vez, convertirse en un yo colectivo elaborando el marco político y económico de lo que han sido los últimos cuarenta años de la historia de España. Una historia común de la que formamos parte. Sin querer quizá. Y sin saber gran cosa en realidad, pero parte.

San Juan escribió un texto duro, lleno de referencias concretísimas, fechas, nombres, citas. Parte de la bibliografía empleada lo acompaña en la escena. Y el texto de la obra también. A mano. Por si hace falta. Por si la memoria no alcanza o el hilo se pierde entre improvisaciones o comentarios del público. Porque aunque sea un monólogo, el público es interpelado una y otra vez. El actor se acerca, nos busca, nos observa. Espera. Y en ocasiones alguien habla. Comenta. Se atreve. Este montaje no quiere ser mero entretenimiento. Quiere hacernos reír, sí. Pero sobre todo pensar. Las preguntas sin respuesta se suceden sin descanso. La información es mucha. Los absurdos e incongruencias desmedidas sobre los que se cimentó el actual estado de las cosas demasiado inverosímiles. San Juan habla de España, pero lo que cuenta pasó en todas partes. Porque España no está sola. Ningún país lo ha estado nunca. No los dejan. Quizá por eso...

Cuando una sala de teatro se da el lujo de poner en cartel un montaje, del índole que sea, donde prima mucho más lo que se cuenta que la forma en que se hace, se nos recuerda, como público o como creadores, que no todo está hecho. No es verdad que todos los caminos conduzcan a Roma. Alberto San Juan cuenta, lee, comparte, opina, juzga y critica. En primera persona. Desde el escenario. Cabreado con él mismo a ratos. Con su ingenuidad y su ceguera. Habla de algo que nos ha pasado a casi todos por encima en los últimos años: el peso de la historia. Autorretrato de un joven capitalista español es una hazaña casi quijotesca. Algo inesperado que conquista por su valentía, su inteligencia, su humor y cierta desfachatez que, sin duda, habla mucho y bien del espíritu joven de su autor, intérprete y director. Alberto San Juan se permite reflexionar en voz alta sobre su vida y nuestra historia y aún conserva la esperanza de que entendiendo un poco mejor el pasado, apenas un poco, podamos comprendernos mejor a nosotros mismos hoy y volvamos a interesarnos por el futuro de todos.

Autorretrato de un joven capitalista español puede verse en el Teatro del Barrio, sala que funciona como una cooperativa de consumo cultural en Lavapiés. Recomendamos visitar su web donde queda claro que no sólo hay otra manera de hacer las cosas, sino que YA hay gente haciéndolas mucho mejor.

Autorretrato de un joven capitalista español, de Alberto San Juan. 
Teatro del Barrio
Zurita 20. Madrid

http://teatrodelbarrio.com/