Forever juntos. Amor by Lutereau.

Luciano Lutereau, ese escritor que como un Zelig cualquiera vuelve a nacer en un lugar distinto con cada uno de sus libros, es uno de los autores con los que Julia Pirani presentó el pasado abril pirani ediciones. El lanzamiento de una nueva editorial sigue siendo uno de tantos fenómenos paranormales dignos de estudio. Uno de esos prodigios sobre los que no nos detenemos porque estamos demasiado preocupados por tener algo parecido a una vida, suponemos. Pirani, en el prólogo de Forerver juntos, nos obliga a reflexionar sobre ello. "Fundar una editorial es arrojarse al mundo, creer que lo que no hay, de alguna forma, es necesario que exista". Una excelente síntesis de principios que justifica lo quijotesco de una hazaña que aspira a ampliar nuestro cada vez más confuso horizonte de expectativas como lectores.

No nos parece casual que Forever juntos salga a la luz como uno de los primeros títulos de una editorial. A Lutereau, editor a su vez de Pánico el Pánico, algún buen amigo le recuerda cada tanto que "los libros no son hijos", sin embargo, un libro siempre es un pedazo de la quien lo escribe. No tanto por las más que probables huellas autobiográficas, como por el tiempo, la experiencia, la búsqueda y la esperanza depositadas en esa suma de páginas. Pirani y Lutereau consuman con esta publicación un encuentro amoroso en el que se intuye mucho del pulso desbocado de su "amour fou".

Pirani presenta Forever juntos aclarando que el motor lírico de estos poemas es "la cusilería". Una cursilería que "el autor defiende con todas las armas, es decir, desarmándose o, mejor dicho, exhibiéndose, al exponer el sentimiento despojado y fragmentario de quien padece el amor".

Hace unas semanas tuve la suerte de ver Maruja enamorada, el biodrama de Maruja Bustamante, dirigido por Vivi Tellas. En él, Bustamante canta sobre la valentía de "ser cursi sin sentir vergüenza". La primavera está en el aire y quizá eso otorgue abusivas licencias poéticas, pero nos gusta pensar que estos creadores se aproximan al amor como a un juguete nuevo y no como a un tópico vacío por desgaste. Siempre habrá poemas de amor. El milagro acontece cuando nos damos cuenta de que el amor al que damos cuerda, sobre el que elegimos trabajar, el que convertimos en fondo, forma y obsesión, es siempre distinto para cada uno.

Lutereau juega a definir su amor.

 "el amor es una fuerza invertida que se parece muchísimo a un volante" (...) "el amor no es el paisaje, el camino, el lugar sino aquello de que hablamos cada noche al hablar de amor".

"el amor no es / paradoja ni inversión / dialéctica sin fin, principio / o torsión, una canción acerca / de otra canción, una meta / sobre un comienzo / que nunca / termina".

El amor es eso que siempre se parece a otra cosa únicamente porque necesitamos ese parecido. Necesitamos un símbolo, una metáfora tranquilizadora que nos salve. Si el amor se parece a algo conocido, tarde o temprano lo entenderemos.

Lutereau escribe estos poemas sabiéndolos canciones cursis. Quien leyó Los santos varones, su primera novela, quizá recuerde que el protagonista, desde niño, compone canciones que nos roban la sonrisa: "Uno tras otros pasan los días / como los colores de la gelatina".
Se nos ocurre que Forever juntos puede ser el repertorio de canciones que finalmente aquel personaje presentó en el pub de su esquina. Los libros de un mismo autor siempre tienen una puerta secreta que nos lleva a otra habitación.

Además de todo esto, hay que decir que Forever juntos tiene un cierre totalmente inesperado para una historia de amor. Nada del relamido happy end  o el cansino to be continued. No, señores, el amor es otra cosa. El amor no sólo es un género literario. Y quizá por eso, Pirani y Lutereau (o viceversa) decidieron que Forever juntos cerrara con un ensayo sobre las editoriales independientes. En el prólogo lo advierten. Se trata de "un laboratorio sentimental antisolemne". Casi nada. Ya lo dijimos. Hazaña quijotesca para cuarenta páginas.

Ese ensayo viene a hablarnos de otro amor (im)posible. El amor por lo que se hace. Las muchas contradicciones que genera toda vocación. Dar lo que no se tiene. Ese amor, dicen algunos, es el que nos salva de nosotros mismos. Un infierno (con)sentido.

Da la casualidad de que ese ensayo, publicado a fines del año pasado en la revista NQM, fue lo primero que esta humilde lectora conoció de Lutereau. Ese ensayo nos obligó a buscar sus libros. Y su lectura nos llevó a recomendarlo porque cuando se entra en uno de esos jardines llenos de caminos que se bifurcan, se sabe que siempre aparecerá algo y/o alguien interesante.

Encuentren los libros. Recorran su jardín.

Luciano Lutereau es autor de: Los santos varones, Perezosa y tonta, Escribir en Canadá, Marcadores nuevos, Todos contentos y Forever juntos.

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