Para mí sos hermosa

Hay algo en la naturaleza del unipersonal que demanda siempre una fuerza extraordinaria por parte del actor o la actriz que lo lleva a cabo. Cuando además la propia actriz es autora del texto, como en este caso, el trabajo profundiza en un imaginario donde pasiones y deseos personales cristalizan en una genuina forma escénica.

Para mí sos hermosa es un claro ejemplo de ello. Los que vieron su unipersonal anterior, Sólo lo frágil, recordarán a Paula Ransenberg como una de esas actrices en cuyo cuerpo se intuyen infinitas historias. Nos presentaba entonces personajes tan dispares como inolvidables. Piezas breves de alto vuelo poético donde su precisión y potencia actoral conmovían infaliblemente. En Para mí sos hermosa, Ransenberg, ahora bajo la dirección de Marcelo Nacci, multiplica el número de sus criaturas posibles y con una versatilidad envidiable, nos presenta todo un desfile de mujeres cuyas vidas quedaron ligadas para siempre a la figura del gran Harry, mago, misterioso como todo mago que se precie, y escapista.

El gran Harry nos habla, pero no lo conoceremos a través de sus palabras, sino de sus mujeres. Descubriremos que no hay retrato fiel. A la hora de miranos al espejo nadie está a salvo de la distorsión. Una misma persona acierta a ser muchas a lo largo de su vida.

Para mí sos hermosa sostiene una puesta en escena sencilla e intimista que apela a recursos efectivos y entrañables donde la magia es posible. Nos recuerda que hay tantas historias como maneras de contarlas, y que la poesía habita en cada palmo de un escenario. Son pocos los valientes que al encontrarla se animan a abrazarla. Ransenberg, qué duda cabe, es una de las elegidas.  



Para mí sos hermosa

Texto: Paula Ransenberg.
Dirección: Marcelo Nacci.
Actúa: Paula Ransenberg.
Vestuario y escenografía: Alejandro Mateo.
Diseño de luces: Fernanda Balcells.
Diseño sonoro: Emiliano Álvarez.
Realización de escenografia: Manuel Escudero.
Fotografía: Alejandro Ojeda.
Diseño gráfico: Miguel Israilevich, Alejandro Ojeda.
Asesoramiento en magia: Daniel Garber.
Asistencia de dirección: Pablo Guises.
Prensa: Marisol Cambre.
Producción ejecutiva: Carolina Fisscher.

TIMBRE 4
Boedo 640.
Domingos 17h.

Martin Blaszko III

Cuando nos interrogamos sobre los elementos que constituyen la efímera naturaleza de un personaje tendemos a complicar la respuesta buscando las infinitas particularidades que garanticen la distancia adecuada con el indeseable estereotipo y que nos transmitan los insondables misterios del alma. Las exigencias de la ficción abruman nuestra siempre dudosa toma de decisiones. Por eso resulta saludable y conveniente aproximarse cada tanto a un documental, ese terreno tan ambiguo elegido como ecosistema de todo lo imposible.

Ignacio Masllorens es uno de esos directores cuya intuición sobre su objeto de estudio o deseo - ya sea una fotografía, una canción, una inverosímil anécdota histórica o, como en este caso, una persona-, se beneficia siempre de un entendimiento profundo del lenguaje audiovisual y de un humor sutil e inteligente. Si alguno de los privilegiados que vio El humor, pequeña enciclopedia ilustrada, exquisitez donde las haya que aborda el trabajo de algunos de los más importantes ilustradores argentinos con una agudeza inolvidable, llega a disfrutar de la proyección de Martin Blaszko III que se ofrece en el Malba los sábados de mayo, coincidirá conmigo en que el ejercicio de observación de una profesión artística se traduce en una comunión tácita con la vocación, sea cual sea, y en una justificación de todas las peculiaridades que el artista desarrolla y necesita para enfrentarse a este mundo extraño en el que debe ubicar su obra.

Blaszko III es un retrato fresco y puntualísimo de un artista plástico de más de noventa años. Masllorens lo muestra en su máximo esplendor. Laburando en su taller y participando de todos los detalles de la que fue su última muestra en vida, una retrospectiva en el MALBA.

No hay introducción al universo del artista, ni análisis o valorización de su trayectoria. No hace falta. Vemos dos días de trabajo. El cotidiano del artista. Son muy pocos los planos y las frases elegidas con las que se transmite la inmensidad de una vida dedicada a la práctica de una obsesión amada.

Blaszko se convierte a sí mismo en personaje. Se ríe de sí mismo. Pero también de los otros. Del mundo del arte. De sus absurdos y burocracias. Se ríe. Y juega. Todo el tiempo. Juega con sus esculturas. "Las menos malas". Las observa incansable, las cambia de lugar. Transforma el espacio en algo que sólo él termina de comprender después de mucho pensar, mirar, probar y pensar de nuevo. Ríe. Y nos hace reír sin pretenderlo porque, por momentos, Blazsko es casi una caricatura de nosotros mismos. Nosotros cuando estamos bien. Cuando queremos jugar, mirar, probar y pensar de nuevo.

Quizá el mejor de los retratos sea aquel donde todos podemos reconocernos. El trabajo de Maslllorens sobre Martin Blaszko apunta a eso. No es una oda al genio. Es una construcción de personaje a la medida de sus espectadores.

Martin Blaszko III
Dir. Ignacio Masllorens

Sábados 18h en el MALBA