Los santos varones




El placer de encadenar la lectura de varios libros de un mismo autor.
Terminamos el año conociendo y presentando a Luciano Lutereau.

Acá varios motivos para regalarse la lectura de Los santos varones.*

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Un carácter irritable era un lujo que yo no podía permitirme.

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Suele ocurrir que las mujeres puedan desarrollar su admiración por un hombre sin el menor rastro de conflicto entre dos opciones. Una mujer puede amar a su marido y a un cantante francés al mismo tiempo. Sólo los hombres padecen como un problema el vínculo decisivo entre sus esposas y sus amantes. (...) Una mujer puede tener varios pares de zapatos y sentir la necesidad de comprar un par nuevo, porque es diferente a los anteriores. Y luego usar las mismas zapatillas todos los días.

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Elegir ciertas profesiones es como formular un decreto anticipado de tu inutilidad, a pesar de los estudios soberbios con que algunos especialistas - y éstas son realmente las personas que no sirven para nada - pretenden demostrar que todos somos perfectos y que llevamos dentro de cada uno una estrella, o un don diferencial que nos habilitaría a hacer cosas que nadie más puede hacer, quehaceres con los que seríamos únicos y hermosos.

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"No tenés que tenerle miedo a la oscuridad, porque Dios siempre te va a estar mirando". Y entonces sentí un horror profundo frente a la mera idea de que la oscuridad pudiese revelar un perfil atemorizante, como si un espacio emancipado fuera restringido a la condición de propiedad vigilada. A partir de ese momento comencé a temerle a las palabras de mi madre. Luego a las palabras, simplemente.


* Los santos varones, Factotum ed. Bs. As., 2011.

últimas polaroids

(notas de la residencia de verano del madrinazgo Kusmuk)


2012
nos hizo tan posibles
que ahora estamos acá
apuntalando el breve terremoto,
esos doce segundos terminales
donde seremos otros.

(todavía)

seremos la tormenta inesperada,
un pedazo de pan con mantequilla,
el jazmín perfumando la escalera del tiempo
y algunas altas olas, muy frías, a lo lejos.
seremos desde ahora un buen recuerdo
sin una foto o prisa por guardarse.

estaremos en breve descorchando
la excusa necesaria,
puliendo la mirada del amado
como quien pasa y canta o silba. o nada.

y pronto no sabremos explicarnos
nuestras torpes corduras,
ni mordernos la lengua o los olvidos,
y estaremos de nuevo
repasando las cuentas que no salen,
usaremos un nombre por costumbre
y alguien sonreirá
cuando otro diga che, no sé qué quiero
y el día nos comience una vez más.

m.trigo

Humanidad versus globalización, by Boccanera

(...) "Alguna vez el término humanidad designó una comunidad planetaria, una sociedad plural. Era una palabra abarcadora de la complejidad del ser, su sentir, su lucha diaria, su inventiva y su devenir histórico. Nombrarla era sentir el latido de la especie y vislumbrar las entrañas de aquello que percibimos como futuro; una palabra ubicada más allá de la abstracción que supone la mención del cosmos y lejos también de denominaciones interesadas como civilización y progreso, sospechosamente de la mano del colonizador.

Ahora, que el objeto ha reemplazado al sujeto, decimos globalización, como si ese término ocupara el espacio de la palabra humanidad, que parece haber extraviado sus rasgos esenciales, su naturaleza. A una humanidad sin lo humano, entonces, le correspondería una mundialización sin mundo; miseria y alineación en el modelo de desarrollo impuesto por el capital financiero que, además, resulta ecológicamente insostenible.

La globalización devastadora que en todas partes se siente en su casa, rebaja esa impronta de humanidad en sucesivos ajustes estructurales que empobrecen mucho más allá del salario; porque afectan la historia, la creatividad, la autoestima, la memoria, la dignidad, la alegría, la conciencia, la posibilidad del mañana. La alternativa a ese modelo involutivo es reconfigurar la democracia a la medida del hombre. Para ello es imprescindible restaurar el sentido común, ver con los ojos de la conciencia; discernir entre el "abarcar" de la globalización y el "conectar" de la solidaridad. Podría decirse que un rediseño de la sociedad en tanto seres que procuran un bien común, es posible desde el acto mínimo de distinguir aquello que vale la pena, econtrar un sentido allá donde sólo se percibe utilidad. Valer la pena, también remite a merecer. Para merecer una sociedad diferente, es necesario mantener la mirada crítica hacia lo establecido, avivar el debate, habilitar lazos sociales, contruir redes alternativas resistiendo el pensamiento único y las formas de discriminación, disputar espacios y llenarlos de contenido. En palabras de Scavino, el compromiso ético pasa, además, por sostener el propio deseo. Todo ello resulta sumamente arduo cuando desde los centros de Poder se procura un ciudadano descartable, confundido entre el deseo y la tentación, impedido de reconocer sus necesidades y de desplegar sus potencialidades".

Jorge Boccanera.

Art. "Solidaridad y memoria: una idea de reprocidad en siete miradas breves", publicado en la revista Dulce Equis Negra, n° 2, octubre 2005, Bs. As. (pp. 74-79).

Saer

(...) "si él hubiera sabido que lo que se dice debe tener un mínimo de coincidencia con lo que se hace, porque de otra manera cada palabra se convierte en un instrumento destinado a sonar y que no suena, en un oído ensordecido perpetuamente, en una cosa parecida a tener el impermeable en la tintorería un día de lluvia; si hubiera sabido además y al fin de cuentas que cada uno en sí lleva la culpa de lo que le pasa y que achacar a los de afuera es una cosa fea y hasta de bajo sentimiento, y que si bien nadie con ocupación permanente busca el perjuicio de los demás, procurando el provecho propio debe sacrificar los provechos ajenos, y que cuando existe pugna de necesidades va a salir gananciosa la que esté protegida por más fe; (...) si hubiera sabido que cada cosa admite una cosa contraria que invierte sus propiedades de lo que resulta que estando en un sitio a tiro no se puede estar en un sitio a salvo; y si, por fin, hubiera sabido que lo que se levantó de igual modo se desmorona y que lo que parece perfecto es sólo perfecto en relación a su crecimiento y no lo es respecto de su decadencia, y que cuando la decadencia de una cosa comienza a crecer y a crecer entonces se ahoga y destruye su antigua perfección.

Juan José Saer, "Un caso de ignorancia".
En la zona, Seix Barral, Buenos Aires, 2003. (1960)

John Berger

Lectura inagotable: El tamaño de una bolsa, del siempre genial John Berger.

Acá un recordatorio, un sacudirse el polvo para seguir caminando:

(...) Todos los días, a lo largo y ancho del mundo, los medios de comunicación sustituyen la realidad por mentiras. No se trata en principio de mentiras políticas o idelológicas (esas vienen más tarde), sino de mentiras visuales, materiales, sobre aquello que compone en realidad la vida humana y la vida natural. Todas las mentiras convergen en una colosal falsedad: la suposición de que la vida misma es un artículo de consumo y que aquellos que pueden comprarla, son, por definición, los que la merecen. La mayoría de nosotros sabemos que es falso, pero muy poco de lo que se nos muestra confirma nuestra resistencia.

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Lo que nos recuerda la pintura de El Bosco - si se puede decir que las profecías recuerdan - es que el primer paso en la construcción de un mundo alternativo ha de ser rechazar la imagen del mundo que nos han impuesto y todas las falsas promesas empleadas por doquier para justificar e idealizar la necesidad, criminal e insaciable, de vender. Es vital que encontremos otro espacio.
En primer lugar, tenemos que encontrar un horizonte. Y para eso hemos de volver a tener esperanza, en contra de lo que el nuevo orden pretende y perpetra.
La esperanza, sin embargo, es un acto de fe, y la fe para sostenerse precisa de acciones concretas. Por ejemplo, la acción de aproximarse, de calcular la distancia y caminar hacia el otro. Esto conduciría a una colaboración que se opone a la discontinuidad. Resistir no significa sólo negarse a aceptar la absurda imagen del mundo que se nos ofrece, sino también denunciarla. Y cuando el infierno es denunciado desde dentro, deja de ser el infierno.

Amante versus amado

"... el amor es una experiencia común a dos personas. Pero el hecho de ser una experiencia común no quiere decir que sea una experiencia similar para las dos partes afectadas. Hay el amante y hay el amado, y cada uno de ellos proviene de regiones distintas. Con mucha frecuencia el amado no es más que un estímulo para el amor acumulado durante años en el corazón del amante. No hay amante que no se dé cuenta de esto, con mayor o menor claridad; en el fondo, sabe que su amor es un amor solitario. Conoce entonces una soledad nueva y extraña y este conocimiento le hace sufrir. No le queda más que una salida, alojar su amor en su corazón del mejor modo posible; tiene que crearse un nuevo mundo interior, un mundo intenso, extraño y suficiente. Permitásenos añadir que este amante del que estamos hablando no ha de ser necesariamente un joven que ahorra para un anillo de boda; puede ser un hombre, una mujer, un niño, cualquier criatura humana sobre la tierra.
Y el amado puede presentarse bajo cualquier forma. Las personas más inesperadas pueden ser un estímulo para el amor. (...) Es sólo el amante quien determina la valía y la cualidad de todo amor.
Por esta razón, la mayoría preferimos amar a ser amados. Casi todas las personas quieren ser amantes. Y la verdad es que, en el fondo, convertirse en amados resulta algo intolerable para muchos. El amado teme y odia al amante, y con razón, pues el amante está siempre queriendo desnudar a su amado. El amante fuerza la relación con el amado, aunque esta experiencia no le cause más que dolor".

C. McCullers.

La balada del café triste, en el recomendadísimo recopilatorio de su obra, El aliento del cielo, Seix Barral, Barcelona, 2007.

Leer en voz alta by Caicedo.

"Lo que más me gusta, más que subir loma o saltar tapia, es leer en voz alta. Es una opresión blanca en el corazón. Un partirse en dos total: preocupación angustiosa por la opinión que se están haciendo los oyentes de aquel que al leer se está exponiendo. De allí, desconcentración paulatina de la lectura. Mi yo se está quemando en aquellos que no veo, pues tengo los ojos fijos y abarcando sólo los caracteres impresos. Se me hace, entonces, que el que está hablando es sólo un cascarón, una conciencia desconocida. Pero viene, repentino, el momento en que sabes complacidos a los que escuchas con la intensa satisfacción nerviosa que me produce el tacto, y dura lo que una descripción corta: ante una porción de diálogo me pregunto si no habrá que inconveniente en adaptar una voz de personaje para cada uno de los hablantes".

Andrés Caicedo.
El cuento de mi vida, Verticales de Bolsillo, Bogotá, 2007.

Cartas a mi querido espectador


Carta/respuesta al espectáculo Cartas a mi querido espectador de Fabián Gandini presentado ayer dentro del 1° Festival M -Zero en el teatro El Extranjero.

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Querido Fabián,

ayer recibí tus cartas. Gracias. Como bien decís, una carta es un intento de aproximación. Uno de mis intentos favoritos. Por eso recibir anoche todas esas cartas juntas fue uno de esos raros regalos para los que la palabra "gracias" queda chiquita, pobre.

La carta número siete tuvo un raro efecto en la noche. Vi como se alejaba. El tiempo se detuvo o se amplió. Era uno de tus objetivos. Conseguir que las palabras me obligaran no sólo a reflexionar sobre el imposible ahora, sino a focalizar sobre los múltiples planos azarosos y sutiles que construyen eso que a ratos llamamos realidad y, a veces, cuando estamos más inspirados, vida.

La vida en el escenario se oculta bajo infinitos artificios. Muchos de los cuales tenemos tan mecanizados que obviamos. De ambos lados. Intérpretes y espectadores. Tus cartas me obligaron a detenerme en la importancia de lo mínimo, del silencio, el sonido, la voz. Vos no lo sabés, pero a veces deseo convertirme en voz en off de la vida de alguien. No la mía. Algún otro. Tu carta desde la cocina me recordó esa idea. Cuando se escribe a solas y en la noche para ordenar el mundo y se desea que el otro, el destinatario final e ideal de esa carta, pudiera estar ahí compartiendo esa mesa de cocina y ese breve paréntesis silencioso. Sabemos que si estuviera con nosotros en ese momento no habría carta. Ahí también hay dos opciones posibles.

Quisiera conservar para siempre todas las versiones de tu carta número cuatro. Me hizo reír y me obligó a cruzar la puerta que me permitiría llegar a esa mesa de cocina desde la que me escribiste después. Hasta entonces, lo sabés, desconfiaba un poco de todo ese despliegue de papeles. Por inercia, obviamente. Demasiado silencio. Demasiada quietud. ¿Cuándo empieza a bailar todo este asunto?, me preguntaba. Impaciente, sí. Entonces sacaste el as de la carta número cuatro y me explicaste infinidad de cosas con muy pocas palabras. Me relajé. Acepté el juego. Me sentí una pieza necesaria. No imprescindible. Pero precisa.

Mi mundo no danza tanto como quisiera. Pero está lleno de palabras. A veces demasiadas. Palabras que forman frases con las que darle sentido a mi relato, a mi propia voz en off. En el fondo, todos buscamos eso: llenarnos de sentido. Con lo que se hace. O dice. O baila. O.

Y el sentido mayúsculo, la madre de todos los sentidos, se da cuando alguien ahí afuera nos entiende sin preguntas, se suma a nuestra idea, se sabe de repente menos solo, se reconoce en nosotros y nos quiere por un rato. Decís que mandaste tus cartas con cierta antelación, que quizá no era el momento porque la suma de todo esto dentro de unos meses ofrecerá un resultado "más cerrado, más armado y más seguro". Puede ser. Pero acá y ahora, en este mediodía de domingo con sol, desde esta mesa de madera en la que te escribo tratando de responder con una sola carta a tus cuatro meses de escritura, sabiendo de antemano que es imposible, pero amparándome en la confianza que depositaste en mí anoche, necesito que sepas que sí, que "algo de ellos se deja ver" y que "abordar lo precario para descubrir la potencia de la imagen" es un buen camino. La imagen como metáfora infinita.

Quiero que sepas que tu percepción del tiempo arranca más de una carcajada. Mirás al tiempo con la filosofía literal de la infancia. Ese modo de conocimiento intuitivo y espontáneo que luego perdemos, pero cuya lógica rotunda siempre es acertada. Por eso, puedo afirmar que vi cómo la carta siete se alejaba. Un poco triste incluso, sabiendo que su momento de gloria había terminado. Y puedo afirmar que los momentos en los que vos eras ella, y ella era yo, me hicieron sentir extrañamente querida y recordada. Posible en múltiples lugares de los que nada sé.

La voz que sugería un simulacro de aplauso en la posdata era ya la de un amigo que esperaba mi respuesta en algún lugar. Esta es mi respuesta.

De nuevo, gracias,

macarena trigo.

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Cartas a mi querido espectador
Creación e interpretación: Lucia Disalvo y Fabián Gandini.
Idea y dirección: Fabían Gandini.

FESTIVAL MOVMIENTO ZERO
del 7 al 9 diciembre
Teatro El Extranjero, Valentín Gómez 3328