El arte de poner la mesa

Sobre el sueño de ser artista plástico podrían escribirse muchos libros llenos de pesadillas donde mueren algunos sepultados por todos esos plásticos que juntan, o bajo una avalancha de tergopol infame, o incluso se atragantan con el raro champán del momento del brindis de la inauguración. Deben tener sus miedos. Y hacen bien.

Ayer, por esas cosas de la vida y azares, amigos con lugares que habitar y otros tantos con ganas de llenarnos el tiempo de quién sabe, jugamos unas horas a ser del gremio plástico. Y en lugar de libro o cajitas de artista, nos mandamos con mesas.
Y de todo el proceso, rescatamos:

* Nada sirve para todo, pero todo sirve para algo.
* Son muy imprescindibles las excusas. Y nunca vienen solas. Hay que salir afuera y encontrarlas.
* El calendario vuela, importa, existe. Y hay que aprender a usarlo soplándole a favor.
* Siempre es un placer compartirse.
* La catarsis ES.
* El para qué no importa. Acaso el cómo.
* No hay un fin previsible.
* Aún es tiempo de cualquier cosa.
* No hay un único modo de hacerlo.
* La creatividad del azar puede tener su gracia, dar sus frutos. Sin abusar del uso. Como todo.
* No hay dolor que las artes no limiten.

Casi nada.

Gracias a M. Kusmuk por darnos una excusa razonable y a D. Zantleifer por jugarse y compartir.