La forma de la literatura

Michael Ondaatje no duda en definir la novela como "un espejo camino abajo".
La definición del cuento de V. S. Prichett tiene que ver con "aquello que intuimos por los bordes de la mirada, como al pasar".

Raymond Carver aseguró que, para escribir una novela, el escritor debería vivir en un mundo que tuviera algún sentido, un mundo "en el que pudiera creer". Raymond Carver, claro, escribía cuentos.

Philip k. Dick - quien supo habitar un mundo propio e increíble y sin el menor sentido - escribió novelas que parecían cuentos y cuentos que parecían novelas, porque "el cuento habla sobre un asesinato y la novela habla sobre el asesino"- Philip K. Dick murió asegurando a sus íntimos que había alcanzado la habilidad de comunicarse con el apóstol Pablo y que había conseguido matar a un gato con la sola fuerza de su mente.

Pero, ah, nada de esto es del todo cierto.

Nada es tan fácil a la hora de las definiciones, porque siempre van a aparecer posibilidades alternativas, distintas facetas de una misma historia a la hora de intentar percibir la forma de la literatura.

Novela y Cuento - por ejemplo - son la hija y el hijo de un muy buen amigo de Forma.

Novela - la mayor - es larga como La Guerra y la Paz, tiene trece años de edad y ya alberga en su cuerpo la posibilidad de una trama inolvidable, que a Forma le gustaría leer algún día si no estuviera penado por la ley y las buenas costumbres.

Cada vez que Forma va a visitarlos, Novela se sienta al lado, no lo deja solo ni un segundo y no para de contarle un capítulo tras otro acerca del perfecto desprecio que siente por Cuento, su hermanito de ocho años.

- Yo soy mejor que vos - le dice Novela a Cuento - Yo soy más grande, enano inmundo.

Entonces Cuento la mira con su mejor cara de enigmático pez banana y le contesta hablando muy despacio y sin perder ni un centímetro de su sonrisita sin-zen-tido.

- Sí, pero yo soy mucho más completo y contundente. Yo soy práctico y funcional. Yo empiezo, transcurro y termino y no dejo lugar a dudas. Es más, yo soy mucho más fácil de contar y mucho más difícil de escribir.

- El gran Gatsby, El cazador oculto, A sangre fría, El sueño de los héroes, Fiesta, Falconer... - sonríe Novela.

- "Babilonia revisitada", "Para Esmé con Amor y Sordidez", "Miriam", "Los milagros no se Recueperan", "El Gran Río de los Dos Corazones", "El marido rural"... - sonríe Cuento.

Hasta ahí llega el tenso intercambio de palabras. Novela se arroja entonces sobre Cuento con todas sus uñas. Cuento lanza patadas como si fueran adjetivos esdrújulos y Forma tiene que meterse entre los dos, simulando que le preocupa el daño que puedan hacerse y sabiendo perfectamente que son mucho más resistentes que él, que son casi irrompibles y tan viejos como el tiempo.

La madre de ambos, mientras tanto, viene corriendo desde la cocina para imponerles las leyes de un orden que conoce mucho mejor que el visitante, la eficiente clave de la tregua a toda hostilidad.

Un par de miradas fijas de la madre, como inapelables agujas de reloj, como puñales suspendidos en el aire de la tarde, dicen más que varias páginas de amenazas explícitas y alcanzan para que Cuento y Novela vuelvan a sus respectivos rincones después de haber sido reprimidos y editados.

La madre de Cuento y Novela, la mujer del amigo de Forma, se llama Palabra y está embarazada.

Esa misma tarde, Novela le confía a Forma que el bebé será una nena y se va a llamar Nouvelle, sin saber que - pocos minutos antes - Cuento se acercó con movimientos de cortesano conjurador para susurrarle a Forma: "Te juro que va a ser un nene y se va a llamar Relato". Tanto Cuento como Novela no pueden sino estallar en carcajadas despectivas cuando Forma les sugiere que el futuro nuevo miembro de la familia pueda llamarse Poesía o Verso.

Cuento y Novela siguen riéndose a carcajadas al caer la noche. El amigo de Forma aún no ha vuelto de quién sabe dónde y Palabra ya comienza a poner los ojos en blanco y a pedirles maldiciones prestadas a todos los demonios del infierno, a todos los libros de la biblioteca.

- Siempre el mismo cuento... la misma novela de siempre... - murmura Palabra después del tercer whisky con todas las luces apagadas.

- Sale temprano de casa porque dice que acá no puede escribir, que no se le ocurre nada. Y, claro, yo me tengo que encargar de todo... de los dos monstruos y de toda la casa, porque el señor ha perdido la inspiración - solloza Palabra casi sin ganas.

Después cierra los ojos, se toca la panza de casi siete meses y repite lo mismo una y otra vez, como si fuera un salvavidas, como si fuera un mantra.

- Te vas a llamar Daniela y vas a ser maestra jardinera... Te vas a llamar Sebastián y vas a ser físico nuclear... Te vas a llamar Daniela y... - recita Palabra.

Forma hace que no escucha, pero no puede evitar oír la estampida de Cuento y Novela en los altos de la casa.

Cuento y Novela pateando espejos y degollando muñecas al grito de ¡Había una vez...!, al grito de ¡A ver quién grita más fuerte!
Rodrigo Fresán, Trabajos Manuales, Buenos Aires, Planeta, 1994, pp. 89-92.