Rilke (II)

Volvemos una y otra vez a visitar libros y películas, como quien entra a casa de un amigo. Y siempre, siempre, pareciera que llegamos por vez primera. Por suerte, nos esperaban y somos bienvenidos.
Hoy, nuevamente Rilke.

"Y aquí mismo le expresaré un ruego: lea usted lo menos posible de cosas de crítica y estética: o son puntos de vista partidistas, petrificados y que han perdido el sentido en su endurecimiento falto de vida, o son hábiles juegos de palabras, en los que hoy triunfa esta opinión y mañana la contraria. Las obras de arte son de una infintia soledad y con nada resultan menos accesibles que con la crítica. Sólo el amor las puede captar y hacer suyas y puede ser justo hacia ellas. (...) Deje usted que sus juicios sigan su propio desarrollo silencioso y sin estorbos que, como todo progreso, debe brotar de lo más profundo de usted y no puede ser ni apremiado ni favorecido por nada. Hay que dejarse llenar de cada impresión y de cada germen de un sentimiento por completo en sí mismo, en la oscuridad, en lo indecible, en lo inconsciente, en lo inalcanzable al propio entendimiento y esperar con profunda humildad y paciencia la hora del alumbramiento de una nueva claridad: ésta es la única manera de vivir que puede decirse propia de un artista, tanto en la comprensión como en la creación".

R. M. Rilke, Cartas a un joven poeta, traducción de J. Munárriz, Hiperión, Madrid, 3°ed., 2007.